RESUMEN: ¿Qué dice la Biblia sobre el respeto a los animales no humanos? ¿deberían ser veganos quienes dicen que debemos obedecer lo que pone en la Biblia? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.
La creencia en la supuesta existencia de dioses no fundamenta ninguna norma, pues las normas no se originan en la obediencia, sino en los intereses de los seres sintientes. Debemos hacer el bien, no obedecer a supuestos «seres sobrenaturales». En Génesis 1:29-31, se describe cómo un supuesto dios crea el Paraíso en el cual Adán, Eva y el resto de animales eran veganos y vivían felices, éste era su plan original: «Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y así sucedió: Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día». Sin embargo, los humanos le traicionaron y todo comenzó a ir mal: enfermedad, dolor, matanzas, etc. Posteriormente aparece Jesús de Nazareth y se ofrece como sacrificio, por eso no come carne en la cena Pascual. El 5 de abril de 2007, Jueves Santo, el Papa Benedicto XVI reconoció en la Homilía de la Santa Misa «In Cena Domini» que Jesús y sus apóstoles celebraron la Pascua sin comer cordero, pues el mismo Jesús iba a ser sacrificado. Los cristianos fueron perseguidos por el Imperio Romano, y como cada vez eran más cristianos, el Emperador Constantino I creó la Iglesia Católica Romana y se hicieron con el control del cristianismo. La Biblia fue manipulada, pero en ella permanecen algunos textos que evidencian la idea de respetar a los demás animales.
Palabras clave: animales, Biblia, cristianismo
No es necesario un dios para fundamentar la Ética[1], pues la Ética se fundamenta en la realidad[2]. Sin embargo algunas personas se empeñan en obedecer las normas que aparecen en libros religiosos, ya sea por miedo al castigo o por la esperanza de recibir una recompensa. Con la religión entran en juego dogmas e interpretaciones de los textos religiosos, por lo cual lo único que se puede hacer es intentar ver si en las escrituras religiosas puede encontrarse el vegetarianismo o la consideración ética hacia quienes no son humanos y promover dicha interpretación.
Algunas religiones que basan sus creencias en la Biblia o en parte de ella son:
- Iglesia Católica Romana.
- Iglesia Ortodoxa.
- Judaismo.
- Judaismo.
- Testigos de Jehová.
- Adventistas del septimo día (suelen ser por lo general vegetarianos o veganos basándose en Génesis y en las profecías de Isaías)
- Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocidos también como Mormones o Santos de los Últimos Días).
- etc..
Algunas personas dicen que Jesús no era vegetariano. En la actualidad muchos cristianos creen que Jesús comía productos de origen animal. Sin embargo, durante los primeros tiempos del cristianismo, un gran número de sectas cristianas y judías se oponían a comer carne porque era un lujo costoso y cruel, por ejemplo los ebionitas y los esenios. Precísamente se cree que Jesús era esenio debido a que en diciembre de 1945 se descubrieron cerca de la localidad de Nag Hammadi, a unos 100 km de Luxor, en el Alto Egipto. Los Manuscritos de Nag Hammadi o Biblioteca de Nag Hammadi, también conocidos como los Evangelios Gnósticos, son una colección de doce códices de papiro, que hablan en su mayor parte sobre el Cristianismo Gnóstico Primitivo. Jesús era llamado el «Príncipe de la Paz», y sus enseñanzas incluían amor, compasión, y respeto mútuo a un nivel universal. Es difícil reconciliar la imagen de pacifista supremo de Jesús con matar animales.
Jesús nace en un establo
Jesús de Nazaret (4 a.C.–30 d.C)
nació en un pesebre, entre los animales. Jesús y Juan el Bautista se
unieron a muchos otros judíos que reprobaban el sacrificio de animales y
apoyaban el vegetarianismo. Una práctica a la que Jesús se unió para
respaldar a estos judíos vegetarianos es el bautismo para el perdón de
los pecados del hombre, reemplazando así la matanza de animales en el
templo. Finalmente, fue crucificado por condenar la cultura del templo:
la cultura de vender animales para el sacrificio. Después de la matanza, los animales eran comidos. El singular acto que Jesús realizó al
enfrentarse directamente con las autoridades se lleva a cabo aquí, en el
matadero de la Palestina del siglo I. Inmediatamente los escribas
y sacerdotes principales «se reunieron para ver la manera de acabar con
él». La evidencia de que Jesús y sus primeros seguidores eran
vegetarianos es fuerte. Considerando el predominio de santos vegetarianos sería peculiar que Jesús no fuera vegetariano.
El Amor de Jesus por los Animales que nos fue ocultado (Link)
El 19 de abril de 2015 Antonio Piñero, experto en lengua y literatura del cristianismo primitivo, respondió de la siguiente manera a la pregunta de si Jesús era vegetariano: «No hay datos. Probablemente Jesús era pobre y los pobres apenas comían carne en la Antigüedad, sino en todo caso pescado. Por ello podemos decir que Jesús, y otros pobres, eran vegetarianos. Tampoco sabemos en qué grado podría Jesús haber tomado huevos en el Israel de su tiempo. Tampoco hay datos». Por lo tanto según las investigaciones, no hay pruebas de que Jesús comiera carne, pescado o huevos, pues de ser así no se dejaría en el aire la posibilidad de que hubiera sido vegetariano.
Los primeros cristianos fueron perseguidos por el Imperio Romano
En el año 112, Plinio el joven (62–113) escribe una famosa carta al emperador Adriano y le dice: «El Medio Oriente se ha convertido de tal manera que los ricos, los latifundistas, pierden su poder, porque los cristianos se nutren de alimentos inocuos».
Los primeros cristianos eran perseguidos y condenados a muerte por el Imperio Romano, pues no se dirigían al Emperador de Roma como si fuera un dios. Los cristianos utilizaban el símbolo de un pez para reconocerse clandestinamente unos a otros. La palabra griega para «pez» es «ictus», y contiene las palabras que forman la frase «Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador» (Iesous Christos Theou Uios Soter) o en griego IXTHUS (Iēsous Xhristos Theou Hyios Soter = Jesús Cristo, de Dios Hijo, Salvador).
Los cristianos originarios que querían permanecer fieles a sus ideales pacifistas fueron obligados bajo amenaza de tortura a ir a la guerra a favor del emperador. Se dice que a quien no quería comer carne, el emperador le hacía embutir plomo líquido en la garganta. En el libro «Actas selectas de los mártires» (Págs. 31-41, Ed. Apostolado Mariano) puede leerse:
«Bibliada era una mujer de aquellas que habían renegado de Cristo, el diablo, creyéndola ya suya, y queriéndola hacer responsable de un nuevo crimen, el de blasfemia, la condujo al tormento, esperando que como antes se había mostrado débil y remisa, ahora conseguiría de ella hacerla confesar nuestros crímenes. Pero ella lo rehuso, aunque la aplicaron el tormento, y recapacitando y como despertando de un profundo sueño, los tormentos que tenía presentes la hicieron pensar en los del infierno. Y dijo a sus verdugos: "¿Cómo creéis vosotros que unos hombres a quienes está prohibido comer carne de animales han de comerse a los niños?" Desde aquel momento se confesó cristiana y fue contada entre el número de los mártires».
En el año 303, el emperador Diocleciano (244-311) ordenó la destrucción de todos los manuscritos cristianos.
El Imperrio Romano se apoderó del Cristianismo y crea la Iglesia Católica
En el año 313 Constantino I (202-337) y Licinio (250-325), dirigentes de los imperios romanos de Occidente y de Oriente, respectivamente, promulgaron el Edicto de Milán, mediante el cual se permitía la libertad de culto y el Imperio Romano dejaba de perseguir a determinados grupos religiosos, especialmente a los cristianos.
Entre el año 300 y el año 324 tuvo lugar el Concilio de Elvira o de Iliberis, que fue el primer concilio que se celebró en Hispania Bætica por la iglesia cristiana. En él se suspendio a todos los clérigos y los diáconos de sus funciones si no demostraban que comían carne. Se había ido consolidando en la nueva Iglesia la posición opuesta, que se hizo doctrina en dicho Concilio: «No querer comer carne, ni siquiera escondida entre las legumbres, es un ultraje al Creador que nos ha dado los animales para que los comiésemos». Eregida esta concepción a nivel de teoría oficial, hubo también persecuciones contra los vegetarianos. El primer mártir fue Prisciliano (340-385), decapitado con otros. Pero lo importante es que, desde el siglo IV en adelante, la exhortación del libro «Apocalipsis» de no comer la carne de los animales muertos «en nombre de Dios» será letra muerta.
En el año 325 se celebró el Concilio de Nicea I. El Imperio Romano ya se daba por vencido en la persecución de los cristianos y decidió convertir el Cristianismo en la religión oficial de Roma. En él Constantino I creó el canon de la Iglesia Católica Romana. Es a partir de entonces cuando se comenzó a utilizar la cruz como símbolo del Cristianismo, casi 300 años después de la crucifixión de Jesús. La razón por la que se eligió una cruz fue porque el emperador Constantino I dijo que vivió «una experiencia mística» el 28 de octubre del 312 cuando se dirigía con su ejército a la batalla del Puente Milvio contra el emperador Majencio. Según Constantino, miró al firmamento apareció sobre el Sol una cruz rodeada por la leyenda «In hoc signo vinces» (Con este signo vencerás) y esa noche soñó que Jesús le decía que si usaba ese símbolo en la guerra se haría invencible; así lo recogió su biógrafo Eusebio de Cesarea en su obra «Vita Constantini». La Iglesia que el mismo Constantino creó le convirtió en santo. Constantino no se diferenció en nada de sus antecesores respecto a las ansias de poder, despotismo y crueldad, llevando a cabo muchas guerras.
Cuando los ricos y poderosos se apropiaron del Cristianismo, erigiéndose a ellos mismos como «los representantes de Dios en la Tierra», empezaron a perseguir a los verdaderos discípulos de Jesús y a sus libros, declarándolos heréticos. Podría ocurrirle algo parecido al veganismo, creando el poder a expertos del veganismo para difundir el veganismo que al poder le interesa.
La Iglesia Católica manipuló la traducción de la Biblia del griego al latín
Muchos de los primeros grupos cristianos mantenían una dieta sin carne. Agustinos, franciscanos, benedictinos, etc., todos ellos abogaban por una dieta vegetariana. De hecho, los primeros escritos de la iglesia determinan que comer carne no estuvo oficialmente permitido hasta el siglo cuarto, cuando el emperador Constantino decidió que su versión del cristianismo sería la de todos. Una interpretación carnívora de la Biblia se convirtió en el credo oficial del Imperio Romano, y los vegetarianos cristianos tenían que serlo en secreto para no correr el riesgo de que les mataran por herejes.
En el año 370, el Papa Damaso (304-384) asignó a Jerónimo de Estridón (340–420) la tarea de traducir al latín todos los textos griegos de los evangelios y de ordenarlos en una gran obra: la Biblia. Jerónimo tenía a su disposición todos los escritos aún existentes sobre las enseñanzas de Jesús. El sabía muy bien, que Jesús no comía carne y que enseñó a amar a los animales y a no matarles. En una carta a Joveniano llamada «Adversus Jovinanum» («Contra Joveniano»), escrita en el año 393, Jerónimo hizo una declaración muy significativa sobre este tema. De este texto se deduce que Jesús evidentemente enseñó no comer carne, lo que también atestiguan claramente muchos escritos antiguos ajenos a la Biblia. A pesar de todo, en la compilación de la Biblia, Jerónimo ocultó este importante aspecto de la enseñanza de Jesús, incluyendo textos ya falsificados. Cada día millones de animales tienen que pagar con su vida esta falsificación de la enseñanza de Jesús. Las consecuencias de este fraude han sido el sufrimiento y la matanza de miles de millones de animales no humanos. En «Adversus Jovinanum» Jerónimo dice lo siguiente:
«El placer por la carne era desconocido hasta el diluvio universal; pero desde el diluvio se nos han embutido las fibras y los jugos pestilentes de la carne animal… Jesucristo que apareció cuando se cumplió el tiempo, volvió a unir el final con el principio, de manera que ya no nos está permitido comer más carne»… «Y por eso os digo, si queréis ser perfectos, entonces es conveniente no comer carne». San Jerónimo (Adversus Jovinanum 1,30)
«Sería mejor que no comieras ninguna carne ni bebieras ningún vino. Pues el uso del vino comenzó con el comer carne, después del diluvio universal» (...) «Comidas inofensivas son comidas que son obtenidas sin el derramamiento de sangre» (...) «El placer por la carne, por beber vino y saturar el estómago son los semilleros de la conscupiscencia» San Jerónimo (Adversus Jovinanum 1,30)
El cristianismo de los orígenes fue con ello practicamente disuelto. «Los cristianos fueron entonces obligados oficialmente a prestar servicio militar, comer animales y beber alcohol». Ahora habían de ser adaptados los evangelios al espíritu de la época. Para ello se instituyeron los llamados «correctores». Las falsificaciones conscientes se realizaron sobre todo después del Primer Concilio de Nicea. Cuánto fue cambiado también por Pablo, no se sabe con exactitud, y sólo puede ser sospechado a tenor de algunas citas que nos han sido transmitidas. A pesar de la manipulación, en la Biblia hay numerosas menciones al respeto a los animales, a continuación mencionamos algunas de ellas:
El Antiguo Testamento es, para muchos cristianos, el conjunto de la primera parte de los libros canónicos de la Biblia. Abarca tanto el Pentateuco como libros históricos, proféticos y sapienciales. Es aceptado por la religión judía, al contrario que pasa con el Nuevo Testamento. El Pentateuco está compuesto por los libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Se cree que fueron escritos entre el 1445 y el 1405 a.C.
Génesis (Moises, 1440 a.C.)
Aunque el Antiguo Testamento contiene algunas prescripciones para comer carne, es muy claro que el plan original de Dios fue el vegetarianismo. En el libro Génesis 1:29-31, Dios describe como crea el Paraíso en el cual Adán, Eva y el resto de animales (para los creacionistas incluiría a todos los animales que han existido a lo largo de la historia: dinosaurios, megafauna, etc) son vegetarianos y viven sin violencia, según su voluntad:
«Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día». Génesis 1:29-31
Una de las preguntas que surgen al pensar sobre el Paraíso es: ¿por qué Dios diseño un Paraíso de paz en el que había animales con grandes colmillos y garras?[[6]
La palabra «carne» se usaba comúnmente, en el siglo XVI/XVII en Inglaterra, en la forma en que ahora usamos la palabra «comida», fue durante el siglo XIX que «carne» llegó a significar específicamente «carne». Hay algunos ejemplos interesantes de esto en la Biblia donde la palabra griega «broma», que significa «comida», se tradujo en la versión King James, como «carne». Esto creó algunas rarezas como Génesis 1, 30: «He dado todas las hierbas verdes para la carne». Como Adán y Eva nunca habían comido carne, esto no tiene sentido a menos que diga «He dado todas las hierbas verdes por comida». Así es como los ingleses en la época del King James lo habrían entendido de todos modos. Esta no fue una mala traducción de la Biblia, como algunos han afirmado. La traducción en ese momento era perfectamente correcta, es sólo nuestro uso de «carne» lo que ha cambiado.
Adán y Eva en el Paraiso
Es a partir del momento en el que Adán y Eva desobedecen a Dios y comen del árbol de la ciencia del bien y del mal cuando el Paraiso se derrumba y todo comienza a cambiar para mal:
«Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra. Ante ustedes sentirán temor a todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes. Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales. Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre. Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo. Otro hombre derramará la sangre de aquel que derrame sangre humana, porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y domínenla». Génesis 9:1-7
Antiguamente no lo sabían pero actualmente sabemos que la sangre circula por venas, arterias y capilares que recorren todo el cuerpo de los animales. Toda carne contiene sangre, todo aquel que come carne también come sangre y eso, según el Dios de la Biblia, es pecado[7]. Los TJ se oponen a las transfusiones de sangre y no comen morcillas ya que estas se hacen con sangre, sin embargo comen carne a pesar de que a día de hoy sabemos científicamente que el cuerpo de los animales (incluido el humano) está recorrido por venas, arterias y capilares que llevan sangre con oxígeno a cada una de las células del cuerpo. Cuando un TJ come carne come sangre, independientemente de como desangre al animal y, por lo tanto, según sus creencias, peca ante Dios, ya no pueden refugiarse en la ignorancia.
En el libro Génesis, Dios pide al Adán que ponga un nombre a cada animal (no que clasifique), lo cual sugiere que cada animal tiene su propia personalidad, es decir, que es único e irrepetible:
«Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales de campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.» Génesis 2:19-20
Exodo (Moises, 1400 a.C.)
- ( לֹא תִרְצָח ) «No Matarás» (Exodo 20:13) tradicionalmente se malinterpreta como si se refiriera sólo al asesinato, pero el hebreo original es «lo tirtzach», lo cual se traduce claramente como «No Matarás». El diccionario completo Hebreo-Inglés del Dr. Reuben Alcalá dice que la palabra tirtzach, especialmente utilizada en el hebreo clásico, se refiere a «cualquier clase de matanza», y no necesariamente al asesinato de un ser humano.
Podemos ver como en Exodo 20:10 se menciona que el ganado tiene que descansar, lo mismo que todos los demás humanos. Tengase en cuenta de que las mentalidades de entonces eran muy distintas a las de hoy, habiendo ya eliminado tantas discriminaciones: «pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades».
Levítico (Moises, 1445 a.C.)
- «Por ley perpetua en todas nuestras generaciones y en todas nuestras moradas, no comeréis jamás ni sangre ni grasa". Levítico 3:17
- «Y cualquier varón de la casa de Israel o de los extranjeros que peregrinan entre ellos que comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre y le cortaré de entre su pueblo". Levítico 17:10-12
- «Ustedes no comerán nada que tenga sangre". Levítico 19:26
Números (Moises, 1400 a.C.)
El Maná, la comida que Dios hizo caer a los judíos que salieron de Egipto, es descripto en la Torá como una comida vegetariana, a pesar de ello el pueblo de Israel pide carne y paga las consecuencias:
- «Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná! A propósito, el maná se parecía a la semilla del cilantro y brillaba como la resina. El pueblo salía a recogerlo, y lo molía entre dos piedras, o bien lo machacaba en morteros, y lo cocía en una olla o hacía pan con él. Sabía a pan amasado con aceite. Por la noche, cuando el rocío caía sobre el campamento, también caía el maná. (...) Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con gran mortandad. Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón». Números 11
- «¿De qué me sirven sus muchos sacrificios? —dice el Señor—. Harto estoy de holocaustos de carneros y de la grasa de animales engordados; la sangre de toros, corderos y cabras no me complace. ¿Por qué vienen a presentarse ante mí? ¿Quién les mandó traer animales para que pisotearan mis atrios? No me sigan trayendo vanas ofrendas; el incienso es para mí una abominación. Luna nueva, día de reposo, asambleas convocadas; ¡no soporto que con su adoración me ofendan! Yo aborrezco sus lunas nuevas y festividades; se me han vuelto una carga que estoy cansado de soportar. Cuando levantan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé, pues tienen las manos llenas de sangre. ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!» Isaías 1:11-17
- «El lobo vivirá con el cordero, el leopardo se echará con el cabrito, y juntos andarán el ternero y el cachorro de león, y un niño pequeño los guiará. La vaca pastará con la osa, sus crías se echarán juntas, y el león comerá paja como el buey. Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra, y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora. No harán ningún daño ni estrago en todo mi monte santo, porque rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas.» Isaías 11:6-9
- «Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca.» Isaías 53:7
- «El lobo y el cordero pacerán juntos, el león comerá paja como el buey y la serpiente se alimentará de polvo: No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, dice el Señor». Isaías 65:25
- «Pero los que sacrifican toros son como los que matan hombres; los que ofrecen corderos son como los que desnucan perros; los que presentan ofrendas de grano son como los que ofrecen sangre de cerdo, y los que queman ofrendas de incienso son como los que adoran ídolos. Ellos han escogido sus propios caminos, y se deleitan en sus abominaciones». Isaías 66:3
Ezequiel (Ezequiel, 590 - 570 a.C.)
- «Mira que mi alma no está contaminada y desde mi infancia hasta ahora no he comido cosa mortífera ni jamás ha entrado en mi boca especie alguna de carne inmunda.» Ezequiel 4:14
Oseas (Oseas, 750 - 710 a.C.)
- «Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.» Oseas 6:6
- «Me han ofrecido sacrificios y ofrendas, y se han comido la carne, pero eso a mí no me agrada. Voy ahora a tomar en cuenta sus perversidades, y castigaré sus pecados; ¡y tendrán que regresar a Egipto!» Oseas 8:13
Hechos
- «Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar. Era casi el mediodía. Tuvo hambre y quiso algo de comer. Mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis. Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, descendía hacia la tierra. En ella había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves. —Levántate, Pedro; mata y come —le dijo una voz. —¡De ninguna manera, Señor! —replicó Pedro—. Jamás he comido nada impuro o inmundo. Por segunda vez le insistió la voz: —Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro. Esto sucedió tres veces, y en seguida la sábana fue recogida al cielo. Pedro no atinaba a explicarse cuál podría ser el significado de la visión.» Hechos 10:9-17
Salmos
- «Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar de la tierra el pan». Salmos 104:14
- «El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas». Salmos 145:8-9
Provervios
- «El justo provee a las necesidades de su ganado, pero las entrañas de los malvados son crueles». Provervios 12:10
- «Más vale un plato de legumbres con amor que un buey cebado, pero con odio». Provervios 15:17
Eclesiastes
- «Yo pensé acerca de los hombres: si Dios los prueba, es para que vean que no se distinguen de los animales. Porque los hombres y los animales tienen todos la misma suerte: como mueren unos, mueren también los otros. Todos tienen el mismo aliento vital y el hombre no es superior a las bestias, porque todo es vanidad. Todos van hacia el mismo lugar; todo viene del polvo y todo retorna al polvo. ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube hacia lo alto, y si el aliento del animal baja a lo profundo de la tierra?». Eclesiastes 3:18-21
Daniel (Daniel, 536 - 530 a.C.)
- «Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse. Y aunque Dios había hecho que Daniel se ganara el afecto y la simpatía del jefe de oficiales, éste se vio obligado a responderle a Daniel: «Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien te asignó la comida y el vino. Si el rey llega a verte más flaco y demacrado que los otros jóvenes de tu edad, por culpa tuya me cortará la cabeza.» El jefe de oficiales le ordenó a un guardia atender a Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Por su parte, Daniel habló con ese guardia y le dijo: «Por favor, haz con tus siervos una prueba de diez días. Danos de comer sólo verduras, y de beber sólo agua. Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede de acuerdo con lo que veas en nosotros.» El guardia aceptó la propuesta, y los sometió a una prueba de diez días. Al cumplirse el plazo, estos jóvenes se veían más sanos y mejor alimentados que cualquiera de los que participaban de la comida real. Así que el guardia les retiró la comida y el vino del rey, y en su lugar siguió alimentándolos con verduras. A estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño». Daniel 1:8-17
Eclesiástico
- «El hombre sólo tiene misericordia de su prójimo, pero el Señor es misericordioso con todos los vivientes». Eclesiástico 18:13
Otras citas pendientes por poner
Miqueas, Amós y Jeremías condenan el sacrificio de animales.
NUEVO TESTAMENTO:
El Nuevo Testamento es la parte de la Biblia compuesta por un conjunto canónico (autorizado) de libros escritos después del nacimiento de Jesús de Nazaret. Se le designa así desde Tertuliano en la Iglesia cristiana. Al contrario del Tanáj o Antiguo Testamento, los cristianos no tienen esta parte de la Biblia en común con los judíos.
En un estudio profundo de los escritos griegos del Nuevo Testamento se muestra que la vasta mayoría de palabras traducidas como carne son «trophe», «brome» y otras palabras, que simplemente, quieren decir alimento, o comer en un sentido amplio. Por ejemplo en el Evangelio de San Lucas (8:55) leemos que Jesucristo resucitó a una mujer y «mandó que le dieran carne". La palabra griega original traducida como «carne" es «phago», que significa sólo «comer». La palabra griega carne es «kreas» y nunca es usada en relación con Jesucristo.
- «Broma» = Comida (mencionado en 4 ocasiones)
- «Brosis» = Comida. Acto de comer (mencionado en 4 ocasiones)
- «Phago» = Comer (mencionado en 3 ocasiones)
- «Brosimos» = Algo que comer (mencionado en 1 ocasión)
- «Trophe» = Nutrición (mencionado en 6 ocasiones)
- «Prosphagon» = Algo que comer (mencionado en 1 ocasión)
En ninguna parte del Nuevo Testamento existe alguna referencia directa de Jesús comiendo carne, lo que él seguramente habría comido en la Pascua si no hubiese sido vegetariano. En los días de Jesús había muchos judíos que eran vegetarianos por su fe, como los hay en la actualidad. Los no-vegetarianos comieron cordero en la Pascua, pero los vegetarianos comieron únicamente pan ácimo (pan sin levadura), como se puede leer que hizo Jesús. Esto coincide con la famosa profecía de Isaías acerca de la aparición de Jesucristo que dice: «Hé aquí, que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se llamará Enmanuel. Mantequilla y miel él comerá, y así sabrá rechazar lo malo y elegir lo bueno».
En la Biblia aparece Jesús resucitado comiendo peces en Lucas 24:36-43 y en Juan 21:1-14, lo cual es el testimonio de comedores de carne que se inventaron un zombi necesario para que les cuadrasen las ideas de la religión que se estaban inventando: leer Primera Carta a los Corintios 15. La evidencia indica que los primeros relatos acerca del milagro de la multiplicación (la historia de los panes y los peces) no incluyeron los peces originalmente. Jesús, cuando se refiere al milagro, habla únicamente del pan (Mateo 16:9–10; Marcos 8:19–20; Juan 6:26).
Mateo (Anónimo, 50 - 60 d.C.)
- "Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Mateo 9:13
- «Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes." Mateo 12:7
Romanos
- «En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto". Romanos 8:19-22
- «Lo mejor es no comer carne ni beber vino ni hacer nada que pueda escandalizar a su hermano. Guarda para ti, delante de Dios, lo que te dicta tu propia convicción. ¡Feliz el que no tiene nada que reprocharse por aquello que elige! Pero el que come a pesar de sus dudas, es culpable porque obra de mala fe. Y todo lo que no se hace de buena fe es pecado". Romanos 14:21-23
Apóstoles vegetarianos
Como Jesús fue vegetariano, pues ese era el plan originario de «dios», es la razón por la cual podemos encontrar citas de los apóstoles en defensa del vegetarianismo:
«Yo vivo de pan y olivas, a las que sólo en ocasiones añado alguna verdura». Pedro (Homilías clementinas XII, 6; rec.VII, 6)
«Jesús me ordenó que no comiera ninguna carne ni bebiera ningún vino, sino sólo pan, agua y frutos, para que me halle puro cuando quiera hablar conmigo». Pablo (Toledoth Jesch. Edición Krauss)
«Mateo vivía de granos, frutos de árboles y verduras, sin carne». Mateo (Paidagogus II, 1, 16)
«Santiago, el hermano del Señor, vivía de semillas y plantas, y no probó ni la carne ni el vino». Santiago (Epístolas a Fausto XXII, 3)
Algunos libros declarados «apócrifos» por la Iglesia Católica
La Biblia es un conjunto de libros, separados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, que fueron aceptados por la Iglesia Católica Romana; los libros que no fueron aceptados se les llamó evangelios apócrifos. Un evangelio apócrifo o extracanónico es el nombre dado a escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret y que no fueron aceptados por la ortodoxia católica.
Los Manuscristos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán:
En el año 1947 en el Wadi Qumrán, en las orillas del Mar Muerto, aparecieron en once cuevas, unas jarras de barro que contenían 972 manuscritos escritos en hebreo, arameo y griego, a los que se llamó Manuscritos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán. Se sabe que fueron escritos entre el s. II a.C. y el año 70 d.C., antes de la destrucción del segundo Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C.
Misterios del Pasado: Los Manuscritos del Mar Muerto (Link)
Los Manuscritos de Nag Hammadi:
Los Manuscritos de Nag Hammadi o Biblioteca de Nag Hammadi, también conocidos como los Evangelios Gnósticos, son una colección de textos, en su mayor parte adscritos al Cristianismo Gnóstico Primitivo, descubiertos cerca de la localidad de Nag Hammadi, a unos 100 km de Luxor, en el Alto Egipto, en diciembre de 1945. Doce códices de papiro encuadernados en piel, y los restos de un décimo tercero, cuidadosamente guardados en una jarra de cerámica sellada y escondidos en unas grutas próximas (en el macizo montañoso de Jabal al-Tarif), fueron encontrados casualmente por un campesino llamado Muhammad Alí al-Samman. Aunque escritos en copto entre los siglos III y IV e.c., se estima que los originales griegos perdidos de los que provendrían lo fueron entre los siglos I y II. El hallazgo de la Biblioteca de Nag Hammadi en 1945 constituye, junto con los Manuscritos de Qumrán, el más grande descubrimiento de textos antiguos de la Edad Contemporánea.
Gnosis - Los Evangelios Gnosticos de Nag Hammadi (Link)
El Evangelio Esenio de la Paz:
Edmond Bordeaux Székely (1905-1979) afirmó que, mientras estudiaba en la Biblioteca del Vaticano en 1923, había encontrado y traducido varios textos oscuros hebreos y arameos que contienen las palabras de Jesús registradas por San Juan y que en ese escrito se inspiraron San Jerónimo, San Benito y San Francisco de Asís. Según Székely, probaban que los esenios eran vegetarianos y que el vegetarianismo era prescrito por Jesús. Székely lo llamó el «Evangelio Esenio de la Paz» y lo publicó en cuatro partes durante varias décadas, comenzando en 1928 (leer - leer2). El libro I, que según él constituyó una octava parte del material, fue publicado en 1936. Con la edición de 1974, incluyó lo que dijo era el texto original hebreo completo del que tradujo el Libro I, t los libros II y III. En el scriptorium del monasterio benedictino de Monte Cassino afirmó haber encontrado el texto hebreo original del «Evangelio Esenio de la Paz». Los manuscritos originales nunca han sido localizados. Este Evangelio es mencionado también por el sacerdote católico Mario Canciani, convencido de que Jesús era vegetariano y autor del libro «Nell’arca di Noè: religioni e animali» (1990). En el «Evangelio Esenio de la Paz» se lee cómo Jesús condena éticamente la matanza de animales por carne, pieles, etc. a los que les llama «víctimas inocentes» y dice que matarles nos hace esclavos de Satanás. En su lugar Jesús considera que los animales son nuestros prójimos y que debemos amarles como a nosotros mismos. También avisa de que la ingestión de animales muertos perjudica la salud, recomendando una alimentación lactovegetariana y cruda para tener una buena salud:
«Les fue dicho en la antigüedad: Honra a tu Padre Celestial y a tu Madre Tierra y obedece sus preceptos, para que tus días se alarguen sobre la tierra. Y después fue dado este mandamiento: "No matarás". Pues la vida es dada a todos por Dios y lo que Dios ha dado, que nadie lo quite. En verdad os digo, de una Madre procede todo lo que existe sobre la Tierra. Por lo tanto el que mata, mata a su hermano. Y de él, la Madre Tierra se despedirá y arrancará de él sus vivificadores senos. Y será abandonado de sus ángeles y Satanás encontrará morada en su cuerpo. Y la carne de los animales sacrificados, llegará a ser su propia tumba en su cuerpo. De cierto os digo, el que mata, se mata a sí mismo y el que come carne de animales sacrificados, come el cuerpo de la muerte. Porque cada gota de sangre se transforma en veneno en su sangre; su aliento, en mal olor. Su carne, en gusanos en su sangre; sus huesos, en cal en sus huesos; sus intestinos, en podredumbre. Sus ojos, en escamas; sus orejas, en pus que fluye de ellas. Y la muerte de los animales sacrificados llegará a ser la muerte del hombre. Porque sólo en el servicio de nuestro Padre Celestial son pagadas en siete días las deudas de siete años. Empero satanás no perdona nada y tendréis que pagar toda la deuda. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. Quemadura por quemadura, herida por herida. Vida por vida, muerte por muerte. Porque el salario del error es la muerte. No matarás, no comereis la carne de vuestras víctimas inocentes, para que no llegueis a ser esclavos de satán. Porque esa senda es la senda del sufrimiento y conduce a la muerte. Mas haced la voluntad de Dios, para que sus ángeles puedan serviros en el camino de la vida. Por lo tanto, obedeced las palabras de Dios. He aquí, os he dado toda hierba que lleva simiente, que está sobre la faz de la tierra; y todo árbol, en el que hay fruto que da simiente; ésto os servirá por carne. Y para toda bestia de la tierra y para toda ave del aire y para toda cosa que se renueva sobre la tierra –donde hay aliento de vida, he dado toda hierba verde en vez de carne. Y así fue. Y la leche de toda bestia que se mueve y vive sobre la faz de la tierra será carne para vosotros, así como le he dado a los animales hierba verde, así doy a vosotros su leche. Pero la carne y la sangre que le dan vida, no la comeréis. Y ciertamente yo demandaré vuestra sangre en donde está vuestro espíritu y Yo demandaré toda bestia sacrificada, así como demandaré también el espíritu de todo hombre asesinado. Porque Yo el Señor tu Dios, soy un Dios fuerte y cuidadoso (N.E.: usamos este término en vez de "celoso" para evitar una interpretación errada con la falsa imagen del Dios del Amor como si infundiese "miedo" o "temor" y fuera "celoso" en términos egoistas y de inseguridad), visitaré la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Y hago misericordia a millares de generaciones de los que me aman y guardan mis mandatos. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Este es el primero y más grande de los mandatos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mayor mandato que éstos.» —Jesús, «Evangelio Esenio de la Paz» (Libro XXII). Traducción del Aramaico por Edmond S. Bordeaux.
- «Pero el que mata a una bestia sin razón, aún cuando la bestia no lo ataque, por deseos de matar, o por su carne, o por su piel, o por sus colmillos, mala es la acción que hace, pues se torna en bestia salvaje él mismo. Su fin es también como el de la bestia salvaje.» —Jesús, «Evangelio Esenio de la Paz» (Libro XXIII 10-14). Traducción del Aramaico por Edmond S. Bordeaux.
- «Y Jesús continuó: "Dios ordenó a vuestros antepasados: 'No matarás'. Pero su corazón estaba endurecido y mataron. Entonces, Moisés deseó que por lomenos no matasen hombres, y les permitió matar a los animales. Y entonces el corazón de vuestros antepasados se endureció más aún, y mataron a hombres y animales por igual. Mas yo os digo: No matéis ni a hombres ni a animales, ni siquiera el alimento que llevéis a vuestra boca. Pues si coméis alimento vivo, él mismo os vivificará; pero si matáis vuestro alimento, la comida muerta os matará también. Pues la vida viene sólo de la vida, y de la muerte viene siempre la muerte. Porque todo cuanto mata vuestros alimentos, mata también a vuestros cuerpos. Y todo cuanto mata vuestros cuerpos también mata vuestras almas. Y vuestros cuerpos se convierten en lo que son vuestros alimentos, igual que vuestros espíritus se convierten en lo que son vuestros pensamientos. Por tanto, no comáis nada que el fuego, el hielo o el agua haya destruido. Pues los alimentos quemados, helados o descompuestos quemarán, helarán y corromperán también vuestro cuerpo. No seáis corno el loco agricultor que sembró en su campo semillas cocinadas, heladas y descompuestas y llegó el otoño y sus campos no dieron nada. Y grande fue su aflicción. Sino sed como aquel agricultor que sembró en su campo semilla viva, y cuyo campo dio espigas vivas de trigo, pagándole el céntuplo por las semillas que plantó. Pues en verdad os digo, vivid sólo del fuego de la vida, y no preparéis vuestros alimentos con el fuego de la muerte, que mata vuestros alimentos, vuestros cuerpos y también vuestras almas.» —Jesús, «Evangelio Esenio de la Paz». (Libro XXIV). Traducción del Aramaico por Edmond S. Bordeaux.
NOTA: cuando habla de «leche» se refiere a una sustancia que muy pocas personas conocen hoy en día: leche fresca y cruda (no pasteurizada), producida por vacas que no conocían de hormonas artificiales ni antibióticos, y para consumirla sólo en una determinada época del año (no diariamente), cuando las vacas se alimentaban de pastos frescos.
Refiriéndose al Evangelio Esenio de la Paz, el investigador Antonio Piñero dice en un artículo que: «En realidad estas obras -como se intuye por los títulos mismos- no tratan de los Manuscritos en sí, ni podían tratar porque son anteriores a su descubrimiento, pero tampoco de los esenios según las fuentes clásicas (Josefo; Filón Y Plinio fundamentalmente) y carecen de un análisis riguroso de las ideas esenias ni de nada parecido; se trata de reflexiones personales a partir de un conocimiento vulgar, generalizado y distorsionado de lo que fue la compleja doctrina esenia (hoy hemos afinado bastante y sabemos distinguir bien que no es la misma exactamente en el “Manual De Disciplina”, o “Regla” o en “El Documento de Damasco”, por nombrar sólo textos que “suenan mucho”). En el caso de Székely se trata de una exposición de sus propias ideas aprovechando la palabra “esenio” para darles lustro esotérico».
Evangelio de los Doce:
Este evangelio también es llamado «El evangelio del Santo Doce» ó «El evangelio de la vida perfecta» Fue editado por primera vez en el año 1902 por el reverendo Gideon Jasper Richard Ouseley (1835 - 1906). En su prólogo expone:
«Este evangelio de inspiración crística es uno de los documentos de los primeros cristianos más antiguo y completo, y está conservado en un monasterio budista del Tibet, donde fue escondido por unos miembros de la comunidad de los Eseos para preservarlo de las manos de los falsificadores". Ouseley demanda haber descubierto y traducido el evangelio original de el cual los actuales cuatro evangelios fueron derivados, y , también dice, "que es la primera vez que han sido traducidos del arameo." … "los padres cristianos tempranos mandaron destruir las fuentes y los expedientes de los cuales recopilaron la información y los datos que pusieron ellos en la Biblia. Pero no pudieron destruirla toda. Algunos escapados, y como es descubierto aquí y allí por los investigadores pacientes, es asombroso ver cómo el mundo ha sido engañado por los padres cristianos… "El evangelio original, representa las enseñanzas de Cristo, el señor del amor y la compasión a todos los seres vivos, incluyendo animales y seres humanos. Por razones sobre indicado, los sacerdotes romanos en Nicea opusieron estas doctrinas y las eliminaron del Evangelio, que cambiaron radicalmente para ser aceptables a Constantino el Grande, que amó las carnes rojas y el vino que fluye de sus banquetes nocturnos demasiado para aceptar una religión que prohibió estos placeres, que eran una razón principal por la que él persiguió tan amargamente a cristianos tempranos que abogaron estas doctrinas. Por esta razón los padres de la iglesia cambiaron el evangelio de una manera tal que el amor y la compasión fueron limitados solamente a los seres humanos pero todos los animales de la vida fueron excluidos de recibir estas ventajas». Gideon Jasper Richard Ouseley
A pesar de que la Biblia está manipulada, muchos santos fueron vegetarianos
A pesar de la eliminación del vegetarianismo del cristianismo oficial, aún siguieron siendo vegetarianos algunos de los que fueron convertidos en santos de la Iglesia. Santos que conocemos, que muchos admiran y veneran fueron vegetarianos, estos son: San Benito, Tertuliano y Orígenes. Jaime fue vegetariano.
Clemente de Alejandría (mediados siglo II - 211–216) Padre de la Iglesia, recomendaba una dieta sin carne, citando el ejemplo del apóstol Mateo, «quien consumía semillas, miel, frutas y vegetales sin carne». Y añadía: «los sacrificios fueron inventados por los hombres como pretexto para comer carne».
«El hombre vulgar vive para comer, mas el sabio come para vivir. Aquellos que comen más frugalmente son más fuertes, más nobles y más sanos. Los sacrificios de los animales a los dioses fueron inventados por los hombres como un macabro pretexto para comer su carne (...) Hay que dar preferencia a los alimentos que se pueden comer crudos, esto es, en su estado natural». Clemente de Alejandría
Porfirio (232–304), quien vivió a fines del siglo III y era según San Agustín el más grande de los filósofos, escribió un libro en el que afirma que Jesús había declarado la alimentación carnívora como la alimentación de los demonios.
San Basilio (330–379), llamado Basilio el Magno (griego: Μέγας Βασίλειος), fue obispo de Cesarea, y preeminente clérigo del siglo IV. Es santo de la Iglesia Ortodoxa y uno de los cuatro Padres de la Iglesia Griega, junto con San Atanasio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo.
«El humo de las comidas con carne oscurece el espíritu. Uno puede
obtener difícilmente la virtud si disfruta con comidas con carne. En el
paraíso terrenal, no había sacrificios de animales y nadie comía carne».
San Basilio
«La alimentación carnívora obscurece la luz del espíritu. Difícilmente
podremos sostener que amamos la virtud, con nuestras manos y estómagos
manchados con la sangre inocente de nuestros hermanos los animales». San Basilio
San Juán Crisóstomo (347–404) consideraba que comer carne era para los cristianos una costumbre muy cruel y antinatural. El dijo:
«Imitamos a los lobos y a los leopardos, y somos peor que ellos, debido
a que Dios nos ha honrado con el habla y la equidad. Nos hemos vuelto
peores que bestias salvajes». San Juán Crisóstomo
«No existen manchas de sangre en ellos, no matan animales ni cortan
carne... La antinatural ingestión de carne es de origen demoníaco». San Juán Crisóstomo
«Nosotros, los líderes cristianos, practicamos la abstinencia de carne
para amansar nuestros cuerpos. Alimentarse innaturalmente de carne es
contaminante». San Juán Crisóstomo
San Agustín (354–430) es, junto con Jerónimo de Estridón, Gregorio Magno y Ambrosio de Milán, uno de los cuatro más importantes Padres de la Iglesia latina.
«De la alimentación con carne dependen los demás vicios (...) Si crees
que por haber abrazado la fe de Cristo, puedes impunemente cometer toda
suerte de pecados, estás en un error lamentable (...) La fe sin obras es
una fe muerta (...) Practica lo que crees y probarás así que tu fe es
verdadera». San Agustín
San Benito de Nursia (480–547) fue el fundador
de la Orden Benedictina, ordenó a sus monjes tomar sólo alimentos
vegetarianos. La orden Trapense también siguió estrictamente una dieta
vegetariana.
San Francisco de Asís
(1181/1182–1226). A veces se dice que San Francisco, patrón de los
animales, no era vegetariano. El caso es que la mayoría de los monjes
franciscanos sí lo son, debido a su franco amor por todas las criaturas
de Dios. San Buenaventura escribe que San Francisco, al considerar la
fuente de todas las cosas, dijo llamar hermanos a todas las criaturas,
sin importar lo pequeñas que sean, pues todas tenemos la misma fuente.
Esta es la perfección del amor cristiano. El 4 de Octubre, se celebra el Día Mundial de los Animales. La fecha escogida va fuertemente ligada con la festividad de San Francisco de Asís, considerado como el primer humano que defendió públicamente los derechos de los animales, al considerar a todos los seres vivos, sin distinción, como criaturas de Dios. Y es que en 1980 el Papa Juan Pablo II, declaró a Francisco de Asís, Patrono de los Animales y de los Ecologistas, por su amor y entrega hacia los mismos.
- «Todas las cosas de la creación son hijos del Padre y hermanos del hombre. Dios quiere que ayudemos a los animales si necesitan ayuda. Cada criatura en desgracia tiene el mismo derecho a ser protegida». San Francisco de Asís
-
«No herir a nuestros humildes compañeros los animales es nuestro primer deber para con ellos, tenemos la misión de servirles cuando lo requieran. Sí alguien excluye a cualquier criatura de Dios del refugio de la compasión y la lastima, actuará de igual manera con sus compañeros humanos». San Francisco de Asís
-
«¿Cómo podéis asesinar y devorar despiadadamente a esas adorables
criaturas que mansa y amorosamente os ofrecen su ayuda, amistad y
compañía?». San Francisco de Asís
San Martín de Porres (1579–1639) es el patrón
de la intercesión de los animales. La caridad de San Martín de Porres,
santo peruano de la orden de los dominicos, (...) no se circunscribía a
las personas, sino que también se proyectaba a los animales, sobre todo
cuando los veía heridos o faltos de alimentos. Tenía separada en la casa
de su hermana un lugar donde albergaba a gatos y perros sarnosos,
llagados y enfermos. El futuro santo fue frugal, abstinente y
vegetariano. Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas
germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus
mandatos. Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía
comer del mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa
armonía.
La relación de la Iglesia Católica con los animales no humanos en los siglos XX y XXI
Las contradicciones de la Iglesia Católica son algo normal en ella, pero a continuación muestro la relación actual de la Iglesia Católica con el respeto a quienes no son humanos.
Pocos taurinos que se autodenominan católicos saben que, el 1 de noviembre de 1567, el Papa Pío V (1504-1572) promulgó la bula;«De salute gregis dominici» decreto contra los encierros y corridas de toros, en el que se excomulga y se niega sepultura cristiana a los toreros y aficionados por considerar estos espectáculos más propios de demonios que de personas. La bula sigue vigente, así lo recordó en 1920 el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Gasparri: «La iglesia continúa condenando en voz alta, como lo hizo la Santidad de Pío V, estos sangrientos y bochornosos espectáculos». En 1989, Monseñor Canciani, consultor de la Congregación para el Clero de la Santa Sede, declaró la validez de la Bula en declaraciones públicas recogidas, entre otros, por «Diario 16» el 5 de junio de dicho año. ¿Por qué los sacerdotes que promueven las fiestas patronales y las iglesias encargadas de ellas, hacen caso omiso de estas palabras de sus líderes? Pero, a la hora de la verdad, la iglesia y en especial la española no se ha distinguido precisamente por condenar «en voz alta» tal canallada; más bien, ha sido cómplice con su silencio o su participación activa, admitiendo que se celebren torturas y se asesinen a toros en nombre de vírgenes y santos, o bendiciendo cosos taurinos. En cada plaza de toros, hay una capilla. Matar y luego rezar, o al revés. ¿No había un 5º mandamiento?...
San Pío V: Bula «DE SALUTIS GREGIS DOMINICI» (1567)
[Traducida del texto latino en «Bullarum Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum Pontificum Taurinensis editio», tomo VII, Augustae Taurinorum 1862, páginas 630-631] Pío obispo, siervo de los siervos de Dios para perpetua memoria]
Pensando con solicitud en la salvación de la grey del Señor, confiada a nuestro cuidado por disposición divina, como estamos obligados a ello por imperativo de nuestro ministerio pastoral, nos afanamos incesantemente en apartar a todos los fieles de dicha grey de los peligros inminentes del cuerpo, así como de la ruina del alma.
1. En verdad, si bien se prohibió, por decreto del concilio de Trento, el detestable uso del duelo --introducido por el diablo para conseguir, con la muerte cruenta del cuerpo, la ruina también del alma--, así y todo no han cesado aún, en muchas ciudades y en muchísimos lugares, las luchas con toros y otras fieras en espectáculos públicos y privados, para hacer exhibición de fuerza y audacia; lo cual acarrea a menudo incluso muertes humanas, mutilación de miembros y peligro para el alma.
2. Por lo tanto, Nos, considerando que esos espectáculos en que se corren toros y fieras en el circo o en la plaza pública no tienen nada que ver con la piedad y caridad cristiana, y queriendo abolir tales espectáculos cruentos y vergonzosos, propios no de hombres sino del demonio, y proveer a la salvación de las almas, en la medida de nuestras posibilidades con la ayuda de Dios, prohibimos terminantemente por esta nuestra Constitución, que estará vigente perpetuamente, bajo pena de excomunión y de anatema en que se incurrirá por el hecho mismo (ipso facto), que todos y cada uno de los príncipes cristianos, cualquiera que sea la dignidad de que estén revestidos, sea eclesiástica o civil, incluso imperial o real o de cualquier otra clase, cualquiera que sea el nombre con el que se los designe o cualquiera que sea su comunidad o estado, permitan la celebración de esos espectáculos en que se corren toros y otras fieras es sus provincias, ciudades, territorios, plazas fuertes, y lugares donde se lleven a cabo. Prohibimos, asimismo, que los soldados y cualesquiera otras personas osen enfrentarse con toros u otras fieras en los citados espectáculos, sea a pie o a caballo.
3. Y si alguno de ellos muriere allí, no se le dé sepultura eclesiástica.
4. Del mismo modo, prohibimos bajo pena de excomunión que los clérigos, tanto regulares como seculares, que tengan un beneficio eclesiástico o hayan recibido órdenes sagradas tomen parte en esos espectáculos.
5. Dejamos sin efecto y anulamos, y decretamos y declaramos que se consideren perpetuamente revocadas, nulas e írritas todas las obligaciones, juramentos y votos que hasta ahora se hayan hecho o vayan a hacerse en adelante, lo cual queda prohibido, por cualquier persona, colectividad o colegio, sobre tales corridas de toros, aunque sean, como ellos erróneamente piensan, en honor de los santos o de alguna solemnidad y festividad de la iglesia, que deben celebrarse y venerarse con alabanzas divinas, alegría espiritual y obras piadosas, y no con diversiones de esa clase.
6. Mandamos a todos los príncipes, condes y barones feudatarios de la Santa Iglesia Romana, bajo pena de privación de los feudos concedidos por la misma Iglesia Romana, y exhortamos en el Señor y mandamos, en virtud de santa obediencia, a los demás príncipes cristianos y a los señores de las tierras, de los que hemos hecho mención, que, en honor y reverencia al nombre del Señor, hagan cumplir escrupulosamente en sus dominios y tierras todo lo que arriba hemos ordenado; y serán abundantemente recompensados por el mismo Dios por tan buena obra.
7. A todos nuestros hermanos patriarcas, primados, arzobispos y obispos y a otros ordinarios locales en virtud de santa obediencia, apelando al juicio divino y a la amenaza de la maldición eterna, que hagan publicar suficientemente nuestro escrito en las ciudades y diócesis propias y cuiden de que se cumplan, incluso bajo penas y censuras eclesiásticas, lo que arriba hemos ordenado.
8. Sin que pueda aducirse en contra cualesquiera constituciones u ordenamientos apostólicos y exenciones, privilegios, indultos, facultades y cartas apostólicas concedidas, aprobadas e innovadas por iniciativa propia o de cualquier otra manera a cualesquiera personas, de cualquier rango y condición, bajo cualquier tenor y forma y con cualesquiera cláusulas, incluso derogatorias de derogatorias, y con otras cláusulas más eficaces e inusuales, así como también otros decretos invalidantes, en general o en casos particulares y, teniendo por reproducido el contenido de todos esos documentos mediante el presente escrito, especial y expresamente los derogamos, lo mismo que cualquier otro documento que se oponga.
9. Queremos que el presente escrito se haga público en la forma acostumbrada en nuestra Cancillería Apostólica y se cuente entre las constituciones que estarán vigentes perpetuamente y que se otorgue a sus copias, incluso impresas, firmadas por notario público y refrendadas con el sello de algún prelado, exactamente la misma autoridad que se otorgaría al presente escrito si fuera exhibido y presentado.
Por tanto, absolutamente a nadie etc. Dado en Roma, junto a San Pedro, el año 1567 de la Encarnación del Señor, en las Calendas de Noviembre, segundo año de nuestro pontificado. Dado el 1 de noviembre de 1567, segundo año del pontificado.
Papa Juan Pablo II en locución dominical, publicada en L'Osservatore Romano (14/01/1990), dijo que «los animales poseen un soplo vital recibido de Dios», citando Salmo 103 y Salmo 104: «el hombre, salido de las manos de Dios, resulta solidario con todos los seres vivientes, como aparece en los salmos 103 y 104, donde no se hace distinción entre los hombres y los animales». Juan Pablo indica que ahí se les reconoce el 'alma sensitiva' (griego 'pneuma', soplo, aire), sin olvidar que el vocablo 'animal' proviene del latín 'anima' (alma): «Los animales poseen un alma y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con nuestros hermanos menores», dijo[4].
«Es preciso, pues, estimular y sostener la "conversión ecológica", que en estos últimos decenios ha hecho a la humanidad más sensible respecto a la catástrofe hacia la cual se estaba encaminando. El hombre no es ya ‘ministro’ del Creador. Pero, autónomo déspota, está comprendiendo que debe finalmente detenerse ante el abismo. ‘También se debe considerar positivamente una mayor atención a la calidad de vida y a la ecología, que se registra sobre todo en las sociedades más desarrolladas, en las que las expectativas de las personas no se centran tanto en los problemas de la supervivencia cuanto más bien en la búsqueda de una mejora global de las condiciones de vida’. Por consiguiente, no está en juego sólo una ecología ‘física’, atenta a tutelar el hábitat de los diversos seres vivos, sino también una ecología ‘humana’, que haga más digna la existencia de las criaturas, protegiendo el bien radical de la vida en todas sus manifestaciones y preparando a las futuras generaciones un ambiente que se acerque más al proyecto del Creador.
Sin embargo el señorío del hombre no es absoluto, sino ministerial, reflejo real del señorío único e infinito de Dios. Por eso, el hombre debe vivirlo con sabiduría y amor, participando de la sabiduría y del amor inconmensurables de Dios. En el lenguaje bíblico dar el nombre a las criaturas es el signo de esta misión de conocimiento y de transformación de la realidad creada. Es la misión no de un dueño absoluto e incensurable, sino de un administrador del reino de Dios, llamado a continuar la obra del Creador, una obra de vida y de paz. Su tarea, definida en el libro de la Sabiduría, es la de gobernar el mundo con santidad y justicia.
Por desgracia, si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas. Sobre todo en nuestro tiempo, el hombre ha devastado sin vacilación llanuras y valles boscosos, ha contaminado las aguas, ha deformado el hábitat de la tierra, ha hecho irrespirable el aire, ha alterado los sistemas hidro-geológicos y atmosféricos, ha desertizado espacios verdes, ha realizado formas de industrialización salvaje, humillando el jardín que es la tierra, nuestra morada.» Juan Pablo II. Audiencia del 17 de enero de 2001
El Catecismo de la Iglesia Católica dice en el punto 2418: «Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas». Sin embargo, la Iglesia Católica contradice su propio Catecismo. En la imagen de la derecha podemos observar a Joseph Ratzinger, el Papa Benedicto XVI, con un gorro de piel de armiño, un pequeño mamífero a quien se le hizo sufrir inutilmente durante toda su vida por un capricho estético. Practicar el veganismo evita el sufrimiento y los sacrificios de los animales.
El 5 de abril de 2007, Jueves Santo, el mismo Benedicto XVI reconoció en la Homilía de la Santa Misa «In Cena Domini» que Jesús y sus apóstoles celebraron la Pascua sin comer cordero, pues el mismo Jesús iba a ser sacrificado. Benedicto XVI parte de una disparidad en la fecha de la Última Cena entre los evangelios sinópticos (de Lucas, Marcos y Mateo) y el de Juan. Explica el Papa que Jesús celebró la Pascua con sus discípulos «probablemente según el calendario de Qumran, es decir, al menos un día antes y sin cordero, como la comunidad de Qumran». Qumran estaba formada por los esenios, judíos bastante heterodoxos que no reconocían como Templo al de Herodes y que eran, al parecer, vegetarianos, y no podían, por tanto, comer carne:
En la lectura del Libro del Éxodo, que acabamos de escuchar, se describe la celebración de la Pascua de Israel tal y como era reglamentada por la ley mosaica. En el origen, pudo haberse celebrado una fiesta de primavera de los nómadas. Para Israel, sin embargo, se había convertido en una fiesta de conmemoración, de acción de gracias y al mismo tiempo de esperanza. En el centro de la cena pascual, reglamentada según determinadas reglas litúrgicas, estaba el cordero, como símbolo de la liberación de la esclavitud en Egipto. Por este motivo, el «haggadah» pascual era parte integrante de la comida a base de cordero: el recuerdo de que había sido el mismo Dios quien había liberado Israel «con la mano alzada». Él, el Dios misterioso y escondido, había sido más fuerte que el faraón con todo el poder que tenía a su disposición. Israel no tenía que olvidar que Dios había tomado personalmente en mano la historia de su pueblo y que esta historia se basaba continuamente en la comunión con Dios. Israel no tenía que olvidarse de Dios.
La conmemoración estaba rodeada de palabras de alabanza y de acción de gracias tomadas de los Salmos. El hecho de dar gracias y de bendecir a Dios alcanzaba su ápice e la «berakha», que en griego se dice «eulogia» o «eucaristía»: bendecir a Dios se convierte en bendición para quienes bendicen. El hombre vuelve a recibir bendecida la oferta, que había entregado a Dios. Todo esto levantaba un puente del pasado hacia el presente y hacia el futuro: todavía no se había cumplido la liberación de Israel. La nación todavía sufría como pequeño pueblo en medio de las tensiones entre las grandes potencias. El recuerdo agradecido de la acción de Dios en el pasado se convertía al mismo tiempo en súplica y esperanza: ¡culmina aquello que has comenzado! ¡Danos la libertad definitiva!
Esta cena con sus múltiples significados fue celebrada por Jesús con los suyos en la noche antes de su Pasión. Teniendo en cuenta este contexto, podemos comprender la nueva Pascua, que él nos dio en la santa Eucaristía. En las narraciones de los evangelistas, se da una aparente contradicción entre el Evangelio de Juan, por una parte, y lo que por otra nos dicen Mateo, Marcos y Lucas. Según Juan, Jesús murió en la cruz precisamente en el momento en el que, en el templo, se inmolaban los corderos de Pascua. Su muerte y el sacrificio de los corderos coincidieron. Esto significa que Él murió en la vigilia de Pascua y que, por tanto, no pudo celebrar personalmente la cena pascual, al menos esto es lo que parece.
Según los tres evangelistas sinópticos, por el contrario, la Última Cena de Jesús fue una cena pascual, en cuya forma tradicional Él introdujo la novedad del don de su cuerpo y de su sangre. Esta contradicción hasta hace unos años parecía imposible de resolver. La mayoría de los exegetas pensaba que Juan no había querido comunicarnos la verdadera fecha histórica de la muerte de Jesús, sino que había optado por una fecha simbólica para hacer de este modo evidente la verdad más profunda: Jesús es el nuevo y verdadero cordero que derramó su sangre por todos nosotros.
El descubrimiento de los escritos de Qumran nos ha llevado a una posible solución convincente que, si bien todavía no es aceptada por todos, tiene un elevado nivel de probabilidad. Ahora podemos decir que lo que Juan refirió es históricamente preciso. Jesús realmente derramó su sangre en la vigilia de Pascua en la hora de la inmolación de los corderos. Él, sin embargo, celebró la Pascua con sus discípulos probablemente según el calendario de Qumran, es decir, al menos un día antes –la celebró sin cordero, como la comunidad de Qumran, que no reconocía el templo de Herodes y estaba a la espera del nuevo templo--. Por tanto, Jesús celebró la Pascua sin cordero, no, no sin cordero: en lugar del cordero se entregó a sí mismo, su cuerpo y su sangre. De este modo anticipó su muerte coherentemente con su anuncio: «Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente» (Juan 10, 18). En el momento en el que entregaba a sus discípulos su cuerpo y su sangre, cumplía realmente con esta afirmación. Ofreció él mismo su vida. Sólo de este modo la antigua Pascua alcanzaba su verdadero sentido.
San Juan Crisóstomo, en sus catequesis eucarísticas, escribió en una ocasión: ¿Qué estás diciendo, Moisés? ¿Qué la sangre de un cordero purifica a los hombres? ¿Qué les salva de la muerte? ¿Cómo puede purificar la sangre de un animal a los hombres? ¿Cómo puede salvar a los hombres, tener poder contra la muerte? De hecho, sigue diciendo Crisóstomo, el cordero sólo podía ser un símbolo y, por tanto, la expresión de la expectativa y de la esperanza en Alguien que sería capaz de realizar lo que no podía hacer un animal. Jesús celebró la Pascua sin cordero y sin templo, y, sin embargo, no lo hizo sin cordero ni sin templo. Él mismo era el Cordero esperado, el verdadero, como había preanunciado Juan Bautista al inicio del ministerio público de Jesús: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). Y Él mismo es el verdadero templo, el templo vivo, en el que vive Dios, y en el que podemos encontrarnos con Dios y adorarle. Su sangre, el amor de Quien es al mismo tiempo Hijo de Dios y verdadero hombre, uno de nosotros, esa sangre sí que tiene capacidad para salvar. Su amor, ese amor en el que Él se entrega libremente por nosotros, es lo que nos salva. El gesto nostálgico, en cierto sentido sin eficacia, de la inmolación del inocente e inmaculado cordero encontró respuesta en quien se convirtió para nosotros al mismo tiempo en Cordero y Templo.
De este modo, en el centro de la nueva Pascua de Jesús se encontraba la Cruz. De ella procedía el nuevo don traído por Él. Y de este modo permanece siempre en la santa Eucaristía, en la que podemos celebrar con los apóstoles a través de los tiempos la nueva Pascua. De la Cruz de Cristo procede el don. «Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente». Ahora Él nos la ofrece a nosotros. El «haggadah» pascual, la conmemoración de la acción salvífica de Dios, se convierte en memoria de la cruz y de la resurrección de Cristo, una memoria que no sólo recuerda el pasado, sino que nos atrae hacia la presencia del amor de Cristo. De este modo, la «berakha», la oración de bendición y de acción de gracias de Israel, se convierte en nuestra celebración eucarística, en la que el Señor bendice nuestros dones, el pan y el vino, para entregarse a sí mismo.
Pidamos al Señor que nos ayude a comprender cada vez más profundamente este misterio maravilloso y a amarlo cada vez más y, en él, a amarle cada vez más a Él. Pidámosle que nos atraiga con la santa comunión cada vez más hacia sí mismo. Pidámosle que nos ayude a no retener nuestra vida para nosotros mismos, sino a entregársela a Él y de este modo a actuar junto a Él para que los hombres encuentren la vida, la auténtica vida que sólo puede venir de quien es Él mismo el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.» —Benedicto XVI, Homilía de la Santa Misa «In Cena Domini», 5 de abril de 2007
El jueves 10 de marzo de 2011 se publicó el libro «Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección» del Papa Benedicto XVI. En dicho libro Benedicto habla, entre otras cosas, de la fecha de la Última Cena (lo que hoy celebramos como Noche Buena) y sobre lo que en ella se comío:
«El problema de la datación de la Última Cena de Jesús se basa en las divergencias sobre este punto entre los Evangelios sinópticos, por un lado, y el Evangelio de Juan, por otro. Marcos, al que Mateo y Lucas siguen en lo esencial, da una datación precisa al respecto. «El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?”… Y al atardecer, llega él con los Doce» (Mc 14,12.17). La tarde del primer día de los ácimos, en la que se inmolaban en el templo los corderos pascuales, es la víspera de Pascua. Según la cronología de los Sinópticos es un jueves […]
Esta cronología se ve comprometida por el hecho de que el proceso y la crucifixión de Jesús habrían tenido lugar en la fiesta de la Pascua, que en aquel año cayó en viernes. Es cierto que muchos estudiosos han tratado de demostrar que el juicio y la crucifixión eran compatibles con las prescripciones de la Pascua. Pero, no obstante tanta erudición, parece problemático que en ese día de fiesta tan importante para los judíos fuera lícito y posible el proceso ante Pilato y la crucifixión. Por otra parte, esta hipótesis encuentra un obstáculo también en un detalle que Marcos nos ha transmitido. Nos dice que, dos días antes de la Fiesta de los Ácimos, los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo apresar a Jesús con engaño para matarlo, pero decían: «No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo» (14,1s). Sin embargo, según la cronología sinóptica, la ejecución de Jesús habría tenido lugar precisamente el mismo día de la fiesta.
Pasemos ahora a la cronología de Juan. El evangelista pone mucho cuidado en no presentar la Última Cena como cena pascual. Todo lo contrario. Las autoridades judías que llevan a Jesús ante el tribunal de Pilato evitan entrar en el pretorio «para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua» (18,28). Por tanto, la Pascua no comienza hasta el atardecer; durante el proceso se tiene todavía por delante la cena pascual; el juicio y la crucifixión tienen lugar el día antes de la Pascua, en la «Parasceve», no el mismo día de la fiesta. Por tanto, la Pascua de aquel año va desde la tarde del viernes hasta la tarde del sábado, y no desde la tarde del jueves hasta la tarde del viernes.
Por lo demás, el curso de los acontecimientos es el mismo. El jueves por la noche, la Última Cena de Jesús con sus discípulos, pero que no es una cena pascual; el viernes -vigilia de la fiesta y no la fiesta misma-, el proceso y la ejecución. El sábado, reposo en el sepulcro. El domingo, la resurrección. Según esta cronología, Jesús muere en el momento en que se sacrifican los corderos pascuales en el templo. Él muere como el verdadero Cordero, del que los corderos pascuales eran mero indicio […].
Juan tiene razón: en el momento del proceso de Jesús ante Pilato las autoridades judías aún no habían comido la Pascua, y por eso debían mantenerse todavía cultualmente puras. Él tiene razón: la crucifixión no tuvo lugar el día de la fiesta, sino la víspera. Esto significa que Jesús murió a la hora en que se sacrificaban en el templo los corderos pascuales. Que los cristianos vieran después en esto algo más que una mera casualidad, que reconocieran a Jesús como el verdadero Cordero y que precisamente por eso consideraran que el rito de los corderos había llegado a su verdadero significado, todo esto es simplemente normal […].
Jesús era consciente de su muerte inminente. Sabía que ya no podría comer la Pascua. En esta clara toma de conciencia invita a los suyos a una Última Cena particular, una cena que no obedecía a ningún determinado rito judío, sino que era su despedida, en la cual daba algo nuevo, se entregaba a sí mismo como el verdadero Cordero, instituyendo así su Pascua […].
Una cosa resulta evidente en toda la tradición: la esencia de esta cena de despedida no era la antigua Pascua, sino la novedad que Jesús ha realizado en este contexto. Aunque este convite de Jesús con los Doce no haya sido una cena de Pascua según las prescripciones rituales del judaísmo, se ha puesto de relieve claramente en retrospectiva su conexión interna con la muerte y resurrección de Jesús: era la Pascua de Jesús. Y, en este sentido, Él ha celebrado la Pascua y no la ha celebrado: no se podían practicar los ritos antiguos; cuando llegó el momento para ello Jesús ya había muerto. Pero Él se había entregado a sí mismo, y así había celebrado verdaderamente la Pascua con aquellos ritos. De esta manera no se negaba lo antiguo, sino que lo antiguo adquiría su sentido pleno.
El primer testimonio de esta visión unificadora de lo nuevo y lo antiguo, que da la nueva interpretación de la Última Cena de Jesús en relación con la Pascua en el contexto de su muerte y resurrección, se encuentra en Pablo, en 1 Corintios 5,7: «Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo» (cf. Meier, A Marginal Jew, I, p. 429s). Como en Marcos 14,1, la Pascua sigue aquí al primer día de los Ácimos, pero el sentido del rito de entonces se transforma en un sentido cristológico y existencial. Ahora, los «ácimos» han de ser los cristianos mismos, liberados de la levadura del pecado. El cordero inmolado, sin embargo, es Cristo. En este sentido, Pablo concuerda perfectamente con la descripción joánica de los acontecimientos. Para él, la muerte y resurrección de Cristo se han convertido así en la Pascua que perdura.
Podemos entender con todo esto cómo la Última Cena de Jesús, que no sólo era un anuncio, sino que incluía en los dones eucarísticos también una anticipación de la cruz y la resurrección, fuera considerada muy pronto como Pascua, su Pascua. Y lo era verdaderamente.» —Benedicto XVI, «Jesús de Nazaret» (2011)
Algunos cristianos dicen que el futuro será vegano, pero dicen que eso ocurrirá sin que ellos practiquen el veganismo. Por ejemplo, en los folletos que reparten los Testigos de Jehová aparecen humanos conviviendo idílicamente con animales de otras especies, porque creen que en el futuro se cumplirán las profecías de Isaías (Isaías 11:6-9, Isaías 65:25), haciendo que el final se una con el principio (con el paraíso del Génesis). En cambio, no promueven una forma de vida vegana para que esta profecía se cumpla, creen que será un «dios» el que hará que dejen de asesinar a auienes no son humanos, y por ello los Testigos de Jehová siguen explotándoles y matándoles. Así lo explican los Testigos de Jehová en uno de sus folleto «Las mascotas. ¿Son importantes para usted? Los animales siempre nos deleitarán»: «Está claro que el propósito original de Dios era que los humanos disfrutaran para siempre de un paraíso terrestre. Podemos estar absolutamente seguros de que ese propósito se cumplirá en el futuro. Examinemos las breves descripciones que suministra la Biblia respecto a cómo será la vida en el nuevo mundo de Dios. Veremos que, de hecho, todos los animales, tanto domésticos como salvajes, estarán en paz entre sí y con la humanidad (Isaías 65:17, 21-25; 2 Pedro 3:13)». Si el «dios» de estas personas tiene ese plan ¿por qué no le ayudan a cumplirlo?... Sólo responden con escusas para seguir explotando y matando.
- Los evangelios gnósticos del Nag Hammadi (Video: 1/6)
BIBLIOGRAFÍA
- Gaillard, Jean. Les animaux nos humbles frères. Des Chrétiens.
- Holly, H. Roberts. Vegetarian Christians Saints. Anjeli Press (September 1, 2004) -> This book shares the life stories of 150 individuals canonized into sainthood who were committed to vegetarianism. Many were of Eastern origin, living as meditative, contemplative sages, others were martyrs, and still others - mystics. Each life story has a distinct message and the potential to further peace upon our planet.
- Rubin, Jordan S. La dieta del Hacedor. 2004.
- Colbert, Don ¿Qué habría comido Jesús? 2002.
- Hyland, J.R. The Slaughter of Terrified Beasts: A Biblical Basis for the Humane Treatment of Animals. Viatoris Ministries.
- Phelps, Norm. The Dominion of Love: Animal Rights According to the Bible. New York: Lantern Books, 2002.
- Akers, Keith. The Lost Religion of Jesus: Simple Living and Nonviolence in Early Christianity. New York: Lantern Books, 2000.
- Lincey, Andrew. Animal Gospel. Westminster/John Knox, 1998.
- Lincey, Andrew y Yamamoto, Dorothy. Animals on the Agenda. University of Illinois Press, 1998.
- Lincey, Andrew. Christianity and the Rights of Animals. Crossroad, 1991.
- Strelow, Carsten. Vegetarismo/Veganismo como partes fundamentales de la cristiandad.
- El Evangelio de los Esenios. Traducido por Edmond Bordeaux Székely. Londres, 1937.
- El Evangelio de los Doce. Traducido del original en arameo y editado por el reverendo Ouseley Gideon Jasper Richard. (pdf)