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Análisis ético de Blade Runner desde el veganismo

Blade Runner (1982) es una película de culto de la ciencia ficción que está basada parcialmente en la novela «Do Androids Dream of Electric Sheep?» («¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?»), escrita por Philip K. Dick (1928-1982), publicada en 1968 y que fue precursora del género cyberpunk. Sin embargo, existen importantes diferencias entre el libro y la película. Treinta y cinco años después de Blade Runner, se estrenó en los cines Blade Runner 2049. Desde la perspectiva de la Ética Basada en la Realidad[1] y del veganismo, he decidido analizar las ideas que hay en estas obras.

Primeramente voy a hacer una sinopsis del libro y de la película Blade Runner. Después entraré en analizar las ideas éticas que ambos contienen. Por último, haré una pequeña crítica a Blade Runner 2049 y dejaré para otra ocasión su análisis ético si lo veo necesario.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

La trama del libro «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» (1968) trascurre en la ciudad de San Francisco, en el año 1992. Debido a una guerra nuclear mundial, casi todos los animales no humanos murieron (las aves se extinguieron) y la población humana mundial quedó muy reducida. La atmósfera de la Tierra quedó llena de polvo radiactivo que produce defectos genéticos. Los humanos genéticamente dañados son llamados «especiales» o «cabezas de chorlito». Los humanos sanos siguen la recomendación de la ONU de emigrar a las colonias de Marte para conservar la viabilidad de la especie. Las ciudades están casi vacías: enormes edificios están desocupados u ocupados por no más de cien personas. Poseer un animal no humano es considerado un símbolo de estatus social, por lo que las personas de bajo estatus tienen réplicas eléctricas. El protagonista es Rick Deckard, un ex policía que posee una oveja eléctrica y que está obsesionado con reemplazarla por un animal vivo. Para lograr el dinero que necesita para comprarla se hace «cazador de recompensas» y acepta el trabajo de «retirar» (matar) a un grupo de androides: los Nexus-6, y que despectivamente son llamados «andrillos». Este grupo de Nexus-6 ha llegado a la Tierra huyendo de una colonia espacial en la que eran esclavos que trabajaban en terribles condiciones. Los Nexus-6 son «androides orgánicos» de última generación que tienen la peculiaridad de ser casi idénticos a los humanos, pero que sólo viven un promedio de 4 años debido a que sus células deterioradas no son remplazadas. Para distinguirles de los humanos, se realiza el test de empatía de Voigt-Kampff. En la novela, no así en la película, tiene mucha importancia el mercerismo, un prominente movimiento religioso/filosófico basado en la historia de Wilbur Mercer, un hombre que vivió antes de la Guerra Mundial Terminal y que mediante la empatía se esforzó en revertir la decadencia ética de la sociedad.

Blade Runner

La película Blade Runner («El cazador implacable» en algunos países) está dirigida por Ridley Scott (Alien, Gladiator, Thelma y Louise, etc.) y está protagonizada por el actor Harrison Ford, que hace el papel de Rick Deckard, un policía Blade Runner. La trama trascurre en la ciudad de Los Ángeles, en noviembre de 2019. La multinacional Tyrell Corporation usó la ingeniería genética para crear «replicantes»: unos seres vivos creados a imagen y semejanza de los humanos, pero que poseen toda una serie de injertos tecnológicos. El replicante orgánico de última generación es el modelo Nexus-6, que aparentemente es indistinguible de los humanos, pero es más fuerte y ágil, y al menos tan inteligente como los ingenieros genéticos que le crearon. Sin embargo, el Nexus-6 tiene respuestas emocionales distintas y carece de empatía, y «por motivos de seguridad» la duración de su vida está limitada a 4 años. Los replicantes son usados como trabajadores esclavos en la arriesgada exploración y colonización de otros planetas.


En una de las colonias, un grupo de replicantes Nexus-6 se rebelan y huyen hacia la Tierra, donde además buscarán la manera de prolongar sus vidas. Rick Deckard pertenece al cuerpo especial de la Policía llamado «Blade Runners», que está especializado en detectar y «retirar» (matar) a replicantes. Es a él a quien le encargan la misión de asesinar a dicho grupo de Nexus-6 rebeldes.



Trailer de Blade Runner en español (Link)

Lo que diferencia a los humanos de los replicantes

Tanto en el libro «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» como en la película «Blade Runner» subyace la cuestión ética sobre cómo deben ser considerados y tratados los replicantes. Es importante tener en cuenta que los replicantes Nexus-6 son «androides orgánicos», están vivos, no son robots electromecánicos programados con software de inteligencia artificial. Este dato es muy importante.

Sólo tenemos contacto empírico con nuestra propia conciencia. Las supuestas conciencias de otros no se pueden demostrar empíricamente porque eso implicaría que la propia conciencia se convirtiera en una de esas otras conciencias, es decir, que una conciencia X se convirtiera en otra conciencia Y (X=Y), lo cual sería físicamente ilógico y por lo tanto es físicamente imposible que ocurra[2]. Por lo tanto, la única manera para poder afirmar legítimamente la existencia de otras conciencias es mediante la inferencia lógica, usando analogías a partir de nosotros mismos.

Dado que nuestra conciencia es un fenómeno natural que emerge de un cerebro orgánico, podemos inferir lógicamente que otros seres con cerebro orgánico también poseen conciencia, también son seres sintientes. Esta afirmación queda reforzada por las observaciones que los neurocientíficos han realizado sobre los cerebros de seres de diferentes especies, así como por observaciones de psicólocos y etólogos[3]. En cambio, es ilógico llegar a la conclusión de que un robot electromecánico o software de inteligencia artificial tenga conciencia, pues aunque en éste se simule la estructura y el funcionamiento de un cerebro, está compuesto por materia inorgánica que es cualitativamente diferente a la materia orgánica[4]. Los replicantes son androides orgánicos muy difíciles de distinguir de los humanos, tienen un cerebro orgánico y por lo tanto podemos inferir lógicamente que tienen una conciencia.

La conciencia permite tener diferentes tipos de experiencias y emociones: miedo, alegría, tristeza, cariño, etc., muchas de ellas son expresadas por los replicantes, tal y como las expresan los humanos y animales de otras especies. Además, si un ser tiene una conciencia eso implica que tiene intereses respecto a lo que quiere que ocurra. Es en dichos intereses en los que se origina el deber ético y la Regla de Oro de la Ética: A priori, los intereses no deben ser frustrados[5]. Dado que los replicantes son seres sintientes deberían ser respetados y no ser esclavizados. Ésta es la misma razón por la que debemos respetar la salud/vida de quienes no son humanos y dejar de considerarles legalmente como esclavos. La Ética Basada en la Realidad nos impone racionalmente el deber de respetar a los demás seres sintientes (sensocentrismo) y eso se pone en práctica mediante el veganismo: respetando el derecho a la salud/vida de los demás seres sintientes. No respetar a alguien porque es de otra especie es una discriminación arbitraria llamada especismo[6].

Las emociones y la empatía no son necesarias para que debamos respetar a los demás

Teóricamente, los replicantes son emocionalmente diferentes a los humanos e incapaces de sentir empatía, es decir, no pueden ponerse «en el lugar de otros» para intentar sentir lo que otros están sintiendo, sólo pueden analizarlo racionalmente. En este aspecto, los replicantes serían similares a psicópatas. Sin embargo, los ingenieros genéticos que crearon a los Nexus-6 piensan que estos replicantes pueden desarrollar empatía con el paso del tiempo, y sorprendentemente ésta es la razón por la que están diseñados para vivir sólo 4 años. En la novela, los nuevos modelos Nexus-6 pueden ser capaces de falsear el test Voight Kampff, dando un falso negativo. Tengan o no tengan empatía o emociones distintas, el hecho es que los replicantes son seres sintientes y por lo tanto deben ser éticamente respetados, como expliqué antes. Sólo puede justificarse una agresión con la finalidad de defender o de castigar, si mediante ello se estima un mal menor[7].

Test de empatía

Para poder diferenciar a un replicante Nexus-6 de un humano, se somete al sujeto sospechoso a un test de empatía llamado prueba Voight-Kampff, que es un examen científico-psicológico ficticio que aparece en la novela de Philip K. Dick. Muchas de las preguntas de dicho test tienen que ver con animales no humanos, poniendo al entrevistado en una situación en la que se pone a prueba su empatía hacia ellos. En el siguiente fragmento de la película se realiza dicho test.


Blade Runner VK Test on Leon (Link)

Entrevistador: Usted pone a la tortuga boca arriba, León.
León: ¿Usted inventa estas preguntas? ¿o se las escribe otro?
Entrevistador: Se queda boca arriba, el Sol quemándole la panza... intentando darse la vuelta, pero no puede. Necesita su ayuda. Pero usted no le ayuda, ¿por qué no?

Más tarde, Deckard se encuentra con Tyrell, el propietario de la Tyrell Corporation. Allí Deckard realiza el test Voight Kampff al replicante Rachael. Deckard necesita hacer más de cien preguntas a Rachael para detectar que ella es una replicante. Éste es el extracto del test que aparece en la película:


A pesar de que el test Voight Kampff es ficticio, en el mundo no ficticio sí que existen tests y pruebas médicas que ponen a prueba la empatía para detectar a personas con poca empatía o psicópatas. Muchas personas creen erróneamente que los psicópatas soló son los asesinos en serie (de humanos) y algunos otros delincuentes. Sin embargo, el prestigioso psicólogo criminalista Robert Hare estima que el 1% de la población humana mundial es psicópata, y otros investigadores como Andrew M. Lobaczewski estiman que un 6%, llegando al 21% de psicópatas en puestos directivos. Para detectar psicópatas se realiza el test Psychopathy Checklist (PCL), la Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R), etc. La psicopatía también puede detectarse analizando la actividad del cerebro ante determinados estímulos mediante una tomografía por emisión de positrones o mediante la imagen por resonancia magnética (MRI). Superar este tipo de tests y pruebas de empatía debería ser un requisito a superar para cualquier persona que pretenda ocupar un puesto de responsabilidad dentro del Estado, pues la finalidad del Estado es, y debe ser, proteger la salud/vida de las personas humanas y no humanas, pues eso es lo que impone la Ética a la razón[5].

El mayor error al aplicar los tests de empatía consiste en que se realizan desde la perspectiva antropocéntrica[8] de una determinada cultura. En cada cultura antropocentrista se considera éticamente a determinados animales de diferente manera. Por ejemplo, en algunas culturas asiáticas se considera éticamente correcto matar perros y gatos para comer sus cadáveres, en cambio en las culturas occidentales eso se considera algo cruel, y de hecho es cruel y éticamente incorrecto. Pero matar a perros y gatos para comer sus cadáveres es tan cruel y éticamente incorrecto como lo es matar a vacas, cerdos, ovejas, caballos, gallinas, peces, etc. para comerles, pues todos ellos tienen conciencia: son seres sintientes que tienen intereses y por lo tanto debemos respetarles.

El antropocentrismo tiene una relación muy fuerte con la psicopatía. El antropocentrismo es una idea éticamente hueca porque fundamenta el respeto en que alguien pertenezca a un determinado grupo preferencial (al grupo de los humanos), no en que sea alguien. Esta manera irracional de pensar anula la sensibilidad hacia quien arbitrariamente es considerado «distinto», así como anula el razonamiento ético; por eso los replicantes son esclavizados y asesinados, así como son esclavizados y asesinados quienes no pertenecen a la especie humana. Aún peor que el antropocentrismo, pero utilizándolo, es el egocentrismo[9] que mediante la falacia de la libertad[10] promueve el liberalismo y su sistema económico capitalista, pues limita el grupo preferencial a uno mismo y a quienes arbitrariamente nos interesan, defendiendo éste el asesinato por omisión de los demás seres sintientes[11].

Blade Runner 2049

En 2017 se estrenó Blade Runner 2049, la segunda parte de Blade Runner, dirigida por Denis Villeneuve (La Llegada, Sicario, Prisoners) y protagonizada por Ryan Gosling, Harrison Ford – quien retoma su icónico personaje Rick Deckard –  Robin Wright, Ana de Armas, Barkhad Abdi (Capitan Phillips) y Dave Bautista (Spectre), entre otros. Ridley Scott y Bill Carraro también figuran como productores ejecutivos. Escrita por Hampton Fancher y Michael Green, la película se sitúa varias décadas después de la original de 1982, continuando la historia inicial escrita por Fancher y David Peoples, basada parcialmente en la novela de Philip K. Dick «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?».



A nivel técnico, Blade Runner 2049 tiene mejores efectos especiales y una mejor calidad de imagen que la primera parte. Sin embargo, la banda sonora de Blade Runner 2049 y los efectos de sonido en general no le llegan ni a la suela se los talones a la banda sonora que compuso Vangelis para Blade Runner. A nivel de guión y de interpretación, Blade Runner 2049 es una película entretenida, pero la trama no alcanza el nivel de perfección de Blade Runner, no lo tenían nada fácil.

Una curiosidad. Ryan Gosling, que encarna el personaje del oficial K, lleva una chaqueta vegana diseñada por Renée April.

Con esto de momento vale. Si tengo más tiempo libre y lo veo necesario, actualizaré este artículo. Espero que leerlo haya mejorado racionalmente las conexiones de vuestros cerebros.