RESUMEN: ¿Comer productos de origen animal perjudica a los animales? ¿comprar productos de origen animal perjudica a los animales? ¿es inútil que
dejemos de comprar productos de origen animal sabiendo que otros los seguiran comprando? Éstas son algunas de las preguntas a las que voy a responder.
Comer productos de origen animal (incluido el canibalismo) no es éticamente incorrecto, pues no se perjudica a nadie, pero la experiencia y la intuición nos dicen que no es adecuado hacerlo debido a las consecuencias negativas que estimamos que produce para consecución de un mundo ético. Es la compra de productos y servicios de origen animal lo que promueve su explotación y matanza. No es cierto que la participación o la no participación del individuo en una acción sea irrelevante para conseguir un objetivo colectivo, puesto que la totalidad de la participación es la suma de cada participación individual: millones de veganos ya han conseguido una reducción en el número de víctimas de la explotación animal. La persona que dice «aunque yo deje de comprar productos de origen animal, otros lo seguirán haciendo» está intentando evadir su responsabilidad ética en la consecución del objetivo que dice defender.
Palabras clave: comer, comprar, consumo, demanda, oferta, responsabilidad
Comer productos de origen animal (incluido el canibalismo) no es éticamente incorrecto, pues no se perjudica a nadie, pero la experiencia y la intuición nos dicen que no es adecuado hacerlo debido a las consecuencias negativas que estimamos que produce para consecución de un mundo ético. Es la compra de productos y servicios de origen animal lo que promueve su explotación y matanza. No es cierto que la participación o la no participación del individuo en una acción sea irrelevante para conseguir un objetivo colectivo, puesto que la totalidad de la participación es la suma de cada participación individual: millones de veganos ya han conseguido una reducción en el número de víctimas de la explotación animal. La persona que dice «aunque yo deje de comprar productos de origen animal, otros lo seguirán haciendo» está intentando evadir su responsabilidad ética en la consecución del objetivo que dice defender.
Palabras clave: comer, comprar, consumo, demanda, oferta, responsabilidad
Algunas personas no conocen la diferencia entre «comprar» y «consumir». No es lo mismo comprar algo que consumirlo, y no tiene las mismas consecuencias. Todos sabemos qué es «comprar»: «1. tr. Obtener algo por un precio». Y qué es «consumir»: «1. tr. Destruir, extinguir. U. t. c. prnl.» o «2. tr. Utilizar comestibles u otros bienes para satisfacer necesidades o deseos». Por ejemplo, compramos algo y al comerlo lo consumimos, compramos ropa y al vestirnos con ella la consumimos (la desgastamos), compramos una entrada y al asistir la consumimos (ocupamos un asiento). Hay personas que compran productos y servicios de origen animal y después los consumen (comen, usan, asisten, etc.) o no los consumen.
Algunas personas dicen que «los veganos no reducen el número de víctimas». Para no complicarlo me voy a centrar en la alimentación, pero es extrapolable a otros temas. En 1980, Peter Singer reconoció en «Utilitarianism and Vegetarianism» (p.335), publicado en la revista «Philosophy and Public Affairs», que existen umbrales de consumo por debajo de los cuales el consumo vegetariano no produce ningún cambio en la oferta de productos de origen animal. En el sistema económico capitalista, a los propietarios de las grandes empresas les sale más barato producir siempre lo mismo y tirar lo que no se compra que estar ajustando continuamente la cadena de producción en función de variaciones en la demanda. Hasta que la demanda de un determinado producto no se reduce a una cierta cantidad D, una menor demanda no se traduce en un menor número de unidades producidas. Si bien esto es cierto, la relación pagar-matar puede existir a nivel individual, antes de llegar a un punto D de demanda, pues en algunos pequeños negocios se matan animales bajo pedido. Es cierto que si todos los humanos consumieran productos de origen animal y solo uno de ellos decidiera practicar el veganismo entonces, a priori, no se produciría ningún impacto positivo para los animales explotados, pues una pequeña reducción en la demanda no produce una pequeña reducción en la producción. El error en este planteamiento está en no tener en cuenta a los millones de personas que ya están practicando el veganismo y que en conjunto no aumentan la demanda de productos de origen animal. Ahora mismo, millones de animales (no existentes) no están siendo explotados y matados gracias a que existen millones de humanos veganos. Por lo tanto podemos afirmar que quienes practican el veganismo, en su conjunto, ya están produciendo un impacto positivo en cuando a que existen menos animales que son explotados y matados que si no lo practicaran. La práctica del veganismo ya redujo el consumo de productos de origen animal por debajo del punto D de demanda. Para seguir reduciendo las ventas (y la producción) es necesario seguir aumentando el número de personas que no compran productos y servicios de origen animal.
Algunas personas dicen que «al comprar productos de origen animal no perjudico a quienes no son humanos, los responsables son otros». Estas personas intentan aislar lo que hacen, es decir, comprar productos de origen animal, de la explotación y matanza de quienes no son humanos. A esta idea se la llama «rechazo a la divisibilidad de la responsabilidad». En 1975, Jonathan Glover publicó en «Proceedings of the Aristotelian Society» un artículo titulado «It makes no difference whether or not I do it» («No introduce ninguna diferencia el hecho de que yo lo haga o no»), en el cual investiga las implicaciones que comporta el rechazo a la divisibilidad de la responsabilidad y defiende el «principio de divisibilidad del daño». Para demostrar lo absurdo que es negar que individualmente seamos responsables de una parte de los daños que causamos colectivamente, aunque cada uno de nosotros no cause un daño perceptible, Glover nos pone el ejemplo de «los 100 bandidos armados y los 100 aldeanos desarmados»:
«Imaginemos una aldea donde 100 hambrientos individuos están a punto de almorzar su diaria ración de 100 porotos. De repente, 100 hambrientos bandidos toman por asalto la aldea. Cada uno de estos 100 bandidos roba a uno de los individuos la ración entera de 100 porotos, y luego huye. A la semana siguiente los 100 bandidos planean repetir su expedición a la aldea. Uno de ellos pregunta al resto si es correcto robar a los pobres. Otro bandido propone que para no sentir la responsabilidad de estar robando a los pobres, cada bandido debería robar solo un poroto a cada aldeano. Como la pérdida de un poroto no debería ser tan catastrófica para cada aldeano, cada bandido seria solo responsable por un pequeñísimo daño. Los bandidos llevan adelante su plan, robando solo un poroto de cada aldeano y huyendo con sus propias bolsas llenas con 100 porotos. Los bandidos duermen en paz, creyendo que cada uno ha hecho un pequeño daño. Los aldeanos sienten que el daño es exactamente igual al de la semana anterior…» Jonathan Glover (1975); en “The Ethics of What we Eat” de Peter Singer y Jim Mason (2006)
En 1984, en su libro «Reasons and Persons» (p.75), Derek Parfit (1942-) denominó «el quinto error en las matemáticas morales» a la idea según la cual una acción sin efectos perceptibles es éticamente correcta. En 2002, Peter Singer se apoyó en el ejemplo de Glover en su ensayo «Una filosofía vegetariana» (pp.93 y ss).
Algunas personas reconocen que al comprar productos de origen animal son responsables de perjudicar a los animales no humanos, pero dicen que «aunque yo no compre productos de origen animal no se soluciona el problema porque otros seguirán comprándolos». Estas personas usan la falacia del continuum o argumento de continuidad. No es cierto que la participación o la no participación del individuo en una acción sea irrelevante para conseguir un objetivo colectivo, puesto que la totalidad de la participación es la suma de cada participación individual. Por lo tanto, si alguien realmente quiere conseguir un objetivo colectivo (mundo vegano, mundo socialista, etc.) entonces deberá actuar de acuerdo a ello para cumplir con la parte que corresponde. Cada humano que practica el veganismo cuenta, pues deja de ser parte del problema y se convierte en parte de la solución. Un ejemplo clásico de la falacia del continuum es la paradoja sorites o paradoja del montón, atribuida a Eubulides de Mileto (s. IV a.C.), filósofo griego de la escuela megárica: «¿Dos granos de trigo son montón de trigo?—No. —¿Y añadiéndoles otro grano? —Tampoco. —¿Y añadiendo otro? —Tampoco. —Luego nunca habrá montón, mientras se añadan uno a uno». Cada granito de arena es parte de la solución, cada uno de ellos ya es montón.
Jane Goodall - La solución a todos los problemas (Link)
Algunas personas dicen que «practicar el veganismo no es una buena estrategia para influenciar a otras personas para que no perjudiquen a los demás animales». Estas personas solo suelen referirse a la alimentación vegana. En lugar de defender el veganismo, estas personas dicen que «se deben facilitar los medios para que respetar a los demás animales suponga menos esfuerzo»: carne in vitro, bajar los precios de alternativas veganas, etc. El primer error de estas personas es negar la experiencia y evidencia de que muchos veganos influyeron a otros para hacerse veganos, demostrándoles que es una práctica totalmente viable y sencilla. El segundo error que cometen estas personas es afirmar que practicar el veganismo impide que se le puedan facilitar a otros los medios que les supondrían un menor esfuerzo. Por lo tanto, practicar el veganismo es una estrategia necesaria, que se puede complementar con otras, para promover el respeto a los demás animales, pero estas personas usan la escusa «practicar el veganismo es difícil» para seguir consumiendo productos de origen animal, siendo parte del problema que supuestamente les preocupa.