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ARGUMENTO: “Los animales no tienen intereses”

RESUMEN: ¿Qué es un interés? ¿cómo sabemos si un individuo tiene o no tiene intereses? ¿en qué se diferencia un interés de un deseo y de una fantasía?

Un interés es lo que alguien quiere que ocurra. Los seres sintientes tenemos numerosos intereses que pueden ser simples o más complejos, pero todos ellos son intereses.

Palabras clave: deseos, fantasías, intereses

1. Algunas personas no saben qué es un interés. Según la Real Academia Española (RAE), un interés (Del lat. interesse, importar) es la «4. m. Inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración, etc.». Esta definición no está mal del todo, pero la definición de «interés» que yo uso es más simplificada: «lo que alguien quiere que ocurra». Por ejemplo, si alguien quiere que no le agredan entonces tiene interés en que no le agredan, teniendo en cuenta que con «alguien» nos referimos a cualquier ser sintiente, a cualquier sujeto.

2. Algunas personas confunden los intereses con los deseos y con las fantasías. Un interés es lo que alguien quiere que ocurra, por ejemplo tener una cita con un determinado humano y por tanto le pide una cita en la Realidad. En cambio, un deseo es lo que alguien imagina que ocurre; por ejemplo imaginar pedir una cita a un determinado humano, pero no hacer nada para que eso ocurra porque realmente no quiere que ocurra (no tiene interés en que ocurra). Y una fantasía es ir más allá del deseo e imaginar los acontecimientos que se desencadenan más allá del deseo; por ejemplo imaginar pedir una cita a un determinado humano y que dice que sí y que estáis en la playa bebiendo un zumo, etc.

3. Algunas personas dicen que «los animales no tienen libre albedrío, por tanto no pueden elegir una cosa u otra, es decir, no tienen intereses». Por ejemplo, Fernando Savater, en su libro «Tauroética», dice que «los animales no humanos tienen necesidades e instintos acuñados evolutivamente, pero no tienen intereses». Es decir, según Savater, si un sujeto tiene una necesidad entonces eso no implica necesariamente que tenga un interés. Para Savater, «Nuestros intereses son nuestras elecciones o no son nada sensato», y «sin posibilidad de renunciar no hay interés que valga». Dicho de otra manera, como un interés es necesariamente algo que se elige, y como Savater asume que los animales no humanos no pueden elegir entre una cosa y otra porque dice que no tienen libre albedrío entonces llega a la conclusión de que no tienen intereses. Savater creé que solo los animales de la especie Homo sapiens tienen libre albedrío, pero esto que dice Savater lo rebatí en el artículo sobre libre albedrío[1]. Si asumimos que los humanos tienen libre albedrío entonces no existe ninguna razón para negarles esa supuesta característica a quienes no son humanos.

4. Algunas personas dicen que «los animales no humanos no tienen intereses porque no pueden expresarse con un lenguaje». Por ejemplo, Raymond G. Frey, en sus primeros trabajos, sobretodo en el libro «Interests and Rights: The Case Against Animals» (1980), defendía que los animales no humanos no pueden tener intereses. Fue la respuesta de Frey al libro «Animal Liberation» (1975) de Peter Singer, donde Singer afirmaba que los humanos debíamos incluir los intereses de los animales no humanos a la hora de valorar las consecuencias de un acto. Tanto Frey como Peter Singer defendían un utilitarismo preferencialista, es decir, desde un planteamiento ético utilitarista tienen en cuenta los intereses. Frey argumentó que los intereses dependen de la voluntad, y que uno no puede tener un interés sin una creencia correspondiente. Sostuvo, además, que los animales no humanos no tienen creencias, porque son incapaces de comprender el concepto de «creencia» (es decir, son incapaces de sostener una creencia de segundo orden: una creencia sobre una creencia) que, según Frey, requiere del lenguaje:

«Si alguien dijera, por ejemplo, "el gato cree que la puerta está cerrada", entonces esa persona está defendiendo, como yo lo veo, que el gato defiende la frase declarativa "la puerta está cerrada" es verdad; y yo no veo ninguna razón para creer que el gato o cualquier otra criatura que carece de lenguaje, incluyendo los bebés humanos, hagan divertidas frases declarativas y defiendan la verdad de dichas sentencias.» -Raymond G. Frey

Sin embargo, los intereses son independientes de la existencia de creencias y del lenguaje. Tom Regan contestó a Raymond G. Frey que un perro puede muy bien pensar «este hueso es sabroso» aunque sea incapaz de formular tal frase, y que un bebé nunca aprendería a hablar si no pudiese adquirir conceptos preverbales. Las creencias de primer orden pueden existir en ausencia de creencias de segundo orden, es decir, un animal no humano o un bebé humano pueden tener una creencia sin necesidad de entender el concepto de creencia. Los humanos no podrían haber desarrollado el lenguaje sin unas creencias pre-verbales[1]. Desde entonces, Frey ha rechazado algunas de sus primeras conclusiones. También podemos responder a Frey que los animales no humanos piensan con imágenes estableciendo relaciones entre ellas, sin necesidad de pensar con un lenguaje, tal y como explica Temple Grandin en su artículo «Hay que pensar como los animales». Los seres sintientes tenemos numerosos intereses que pueden ser simples o más complejos, pero todos ellos son intereses.