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RESPUESTA AL ARTÍCULO: “Un animal hoy sufre menos en una granja que en libertad”

El 8 de abril de 2019 apareció publicado en el panfleto «La Vanguardia» una cosa, por llamarla de alguna manera, titulada: «Un animal hoy sufre menos en una granja que en libertad», en donde Lluís Amiguet Molina entrevista a un tal Carlos Piñeiro, que dice vivir en Segovia (España). Piñeiro dice que se lucra asesorando a granjas de todo el mundo para que apliquen «inteligencia artificial» a la hora de explotar a los animales no humanos.


En dicha entrevista, que se parece más una conversación de bar antes del cierre, Carlos Piñeiro demuestra su rechazo frontal a la Ética, por eso continuamente defiende los campos de concentración (granjas) y los campos de exterminio (mataderos) en los que son explotados y asesinados quienes no son humanos.

Como todo defensor de la Ética sabe, el deber ético se origina en los intereses de nosotros los seres sintientes[1], por eso decimos que la Ética es sensocentrista y que sus defensores son sensocentristas[2]. Ponemos en práctica la Ética mediante el veganismo: respetando a los demás seres sintientes.

Respetar a los demás, además de no maltratarles, también implica reconocer que no son cosas y que por lo tanto no deben ser propiedad de nadie: no deben ser esclavos.

Como puede comprobarse en la entrevista, Carlos Piñeiro no es sensocentrista, sino antropocentrista[3], egocentrista[4] o teocentrista[5], que son las tres cosmovisiones éticas más habituales en la actualidad, todas ellas son especistas[6], y por tanto irracionales. Esto quiere decir que Carlos Piñeiro está rebatido nada más empezar, pero voy a analizar la entrevista porque seguro que los lectores aprenden algo.

Dice Piñeiro que los animales no sufren en las «granjas buenas», sino sólo en las granjas malas. Por desgracia, todas las granjas son malas, por desgracia existen granjas. La Realidad es que en toda granja donde los investigadores entran inesperadamente, encuentran animales maltratados y enfermos. De hecho, el maltrato es legal. Por poner un ejemplo, los cerdos son castrados sin anestesia, y sus rabos y colmillos también son cortados sin anestesia. Todos los pollitos macho son asesinados porque no ponen huevos y porque no engordan tan rápido como las hembras. Todos estos maltratos, y muchos otros, son estándares de la Unión Europea, como bien dice Piñeiro. Toda la entrevista es una lamida de huevos a la industria cárnica.

Cuando Piñeiro habla de «la bondad innata del granjero» me pregunto a mí mismo ¿cuánto le pagarán por decir tantas gilipolleces?...


  Según Carlos Piñeiro, esto no es maltrato, sino bondad y bienestar (Link)

Recordemos que las granjas son la antesala de los mataderos. Dice Piñeiro que los cerdos son enviados al matadero «después de una vida agradable». Sin embargo, quienes son enviados a los mataderos no viven una vida agradable por dos razones: porque en las granjas y en los mataderos son maltratados, y porque apenas viven.

Los mataderos son maltrato por definición.

Los mataderos son maltrato por definición, pues la finalidad de los mataderos es matar a alguien en contra de su voluntad para perjudicarle: asesinarle. Asesinar a los demás es un acto éticamente incorrecto y de muchísima gravedad, aunque se asesine «sin causar sufrimiento»[7], como dice Piñeiro. No parece que esto tan obvio le entre en la cabeza.

Carlos Piñeiro habla como un cura cuando dice que los humanos no son animales: «nos proyectamos en los animales y creemos que quieren lo mismo que nosotros. Y en realidad, son animales». ¿Tanto estudiar para decir cosas absurdas como ésta?... Excepto para fanáticos religiosos, la Realidad es que los humanos son animales de la especie Homo sapiens.[8]

Dice Piñeiro que «en el medio natural, los animales también comen o son comidos. Tanto en la llanura del Serengueti como en el carrascal ibérico». Aquí Piñeiro usa la falacia de la naturaleza, pues la Realidad es que todo es naturaleza y natural, lo «no natural» no existe[9]. Y seguidamente usa el argumento de la imitación[10], pues dice que imitemos a los animales no humanos. Sin embargo, la Ética no es imitación, sino hacer lo éticamente correcto.

Piñeiro dice que defiende el «bienestar de los animales», pero la Realidad es que defiende que los animales no humanos sean esclavos, explotados, mutilados y asesinados. La Realidad es que Piñeiro se presenta como un altavoz de los intereses de la industria cárnica. Incluso su «entrevistador», Lluís Amiguet, «hace la ola» a la industria cárnica cuando, en un momento publicitario, dice: «¡Qué bueno está un buen jamón!»; a lo que Piñeiro le sigue: «la carne de cerdo es uno de los alimentos más sanos que existen», contradiciendo a la ciencia de la nutrición y a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que afirman que la carne es cancerígena.

El asesinato de los demás también produce cáncer.

En la mayor parte de la entrevista, Piñeiro usa la falacia del falso dilema. El falso dilema es una falacia lógica porque nos presenta una situación con dos únicas opciones posibles, cuando la Realidad es que existen más opciones.

Los cerdos, o sea quien sea, prefieren que respeten su derecho ético a la salud y a la vida. Sin embargo, Piñeiro dice que las únicas opciones posibles son:

- Reproducir cerdos en granjas.
- Reproducir cerdos para soltarles en el campo a su suerte.

La Realidad es que existen más opciones, entre las que se encuentran las opciones éticamente correctas (podemos hacer las tres):

- Dejar de reproducir animales no humanos, cerdos incluidos.
- Cuidar a los animales no humanos, no explotarles ni mutilarles en granjas.
- No asesinar a los animales no humanos.

En resumen, la mejor opción es defender la Ética y practicar el veganismo: defender el derecho ético a la salud y a la vida que tenemos de nosotros los seres sintientes; de palabra y acto.