La educación es una de las cosas más importantes, pues educar consiste en explicar la Realidad (materia/energía y Lógica)[1] y cómo a partir de ella se infiere lógicamente la Ética[2], la cual dice que a priori tenemos el deber de respetar a los demás seres sintientes (sensocentrismo). Desgraciadamente, ésta no es la educación que la mayoría de los niños humanos están recibiendo, sino que les están educando en la irracionalidad y en la violencia. Este sábado 29 de septiembre de 2017 nos ha llenado de tristeza el suicidio de Louie Tom Fenton, un niño de 12 años al que acosaban en el colegio por ser vegano, es decir, por vegafobia. Este mismo año también fue noticia otro niño acosado por ser vegetariano, es decir, por vegefobia. También otras personas son discriminadas arbitrariamente y agredidas por ser homosexuales (homofobia), por ser mujeres (machismo), por ser de otra especie (especismo)[3], por ser albinas, y un infinito etcétera de irracionalidad y violencia.
Microdocumental sobre vegefobia/vegafobia (Link)
He encontrado un interesante artículo titulado «Vegafobia: analisis del discurso antivegano en periódicos de Reino Unido» que explica las conclusiones del estudio «Vegaphobia: derogatory discourses of veganism and the reproduction of speciesism in UK national newspapers» («Vegaphobia: discursos despectivos del veganismo y la reproducción del especismo en los periódicos nacionales del Reino Unido») en el que se analizó cómo la prensa de Reino Unido se refirió despectivamente hacia los veganos en el año 2007. No encuentro el artículo en otro lugar, así que considero necesario publicar una copia del mismo. A continuación lo transcribo:
Recuerdo que hace varios, mi abuelo llegó con una edición de El Mercurio que dedicaba un informe de dos planas a asociar la anorexia con el vegetarianismo. El artículo se llamaba «Anorexia adolescente: bajo el disfraz vegetariano», publicado el 29 de enero de 2002. No le hice mucho caso, más que cuestionarme una vez más como era posible que el periódico tuviera un postulado tan distorsionado, y sinceramente ofensivo. Lo queramos o no, los medios de comunicación masivos, principalmente la prensa escrita (como El Mercurio) y la televisión, tienen una gran influencia en cómo la gente piensa, cómo entiende las cosas, cómo se aproxima a temas nuevos, en definitiva, configura en gran medida su visión de mundo. Es con esta idea en mente que Matthew Cole y Karen Morgan se dedicaron a investigar cómo la prensa escrita de Reino Unido representa a los veganos.
Comida vegana:
La investigación revisó trabajos del año 2007. En su documento «Vegaphobia: derogatory discourses of veganism and the reproduction of speciesism in UK national newspapers» señalan que los «los discursos antiveganos perpetúan y legitiman las relaciones sociales especistas». En su trabajo, utilizan la conceptualización de discuros adoptada por Michel Foucault: «formas estructuradas de conocimiento que se convierten en institucionalizadas como prácticas». Ya que los medios de comunicación masivos apoyan el discurso dominante, y presentan discursos distintos de manera que sean comprendidos, en términos del discurso dominante, los contra-discursos están en desventaja, pues compiten contra términos o conceptos preexistentes de discurso.
Vegafobia: analisis del discurso antivegano
En su investigación, analizaron 397 artículos publicados en 19 diarios de circulación nacional, separándolos en artículos con una connotación positiva, neutra, o negativa. Posteriormente, los negativos fueron subdivididos en varias categorías, y analizados de manera independiente. Cuando más de un discurso se encontraba presente, se analizaba cuál era el que predominaba.
De estos 397 artículos, el 5,5% (22 artículos) fueron considerados positivos, 20,2% (80) neutros, y 74.3% (295) negativos. En los artículos con connotación negativa, descubrieron uno o más discursos despectivos, acompañados de estereotipos antiveganos. Estos son: ridiculizar el veganismo, caracterizar el veganismo como ascetismo, describir el veganismo como difícil o imposible de mantener, describir el veganismo como una moda, caracterizar a los veganos como demasiado sensibles, caracterizar a los veganos como hostiles. Todos estos discursos se apoyan entre sí, por lo que se analizan por separado sólo con ese propósito.
Ridiculizar el veganismo:
En el artículo se habla de distintas formas en las que se ridiculiza el veganismo. Una de esta es presentar a un vegano como ridículo, por lo que todos los demás deben serlo también. El ejemplo acá es: «La mochilera vegana Tammy Andres (…) va a llevar el bolso de cocodrilo de su abuela muerta de vuelta a Australia… donde podrá enterrarlo de donde vino».
Otra manera es definir el veganismo como una excentricidad inofensiva, en otras partes, se le asocia a lenguaje relativo a la opresión humana (en el ejemplo del artículo, hay un ejemplo de ridiculización de veganos y homosexuales).
Además, es en esta sección que se señala una de las más grandes faltas de la presentación del veganismo en la prensa escrita. Se separa al veganismo de su contenido antiespecista, no se menciona la liberación animal o los derechos animales como un motivo adoptado para hacerse vegano. Ya que ésta es la principal motivación de la mayoría de los veganos para adoptar el veganismo, esta representación del veganismo presenta una distorsión mayor en cuanto a la experiencia real de los veganos.
Caracterizar el veganismo como ascetismo:
El ascetismo es menos explícito, y las formas más explícitas vienen de asociar a los veganos adjetivos que dan la idea de privaciones que los veganos supuestamente viven. Algunos de estos adjetivos son estricto, firme, ferviente, vehemente. Esto refuerza la idea de que los veganos necesitan una gran cantidad de voluntad para vivir en un mundo omnívoro. A pesar de esto, como señalan los autores, las investigaciones que se han hecho sobre la experiencia de los veganos señalan que encuentran su alimentación estéticamente preferible y de poca dificultad. Además, esta presentación asceta separa al veganismo de cualquier experiencia culinaria agradable, a pesar de la gran variedad de productos de origen vegetal disponibles.
Se podría pensar que por un lado, esta forma de presentar el veganismo demuestra respeto por ellos, sin embargo, los autores consideran que, ya que los lectores pocas veces son veganos, lo más probable es que esto sirva para asegurarle al lector omnívoro la normalidad de sus hábitos de consumo y de sus éticas alimenticias, en contraste con lo extraño de los veganos. De esta manera, se puede mantener el veganismo lejano, sin analizar más allá de la superficie, sin analizar el sustrato ético y por lo tanto, sin tener que entrar en debates sobre el especismo y la explotación.
Describir el veganismo como difícil o imposible de mantener:
En general, tiende a describir la comida vegana como carente de sabor, insatisfactoria, o difícil de obtener. Esto inclusive a pesar de evidencia que demuestra lo contrario (ejemplo: «Apto para veganos – aunque nunca te darías cuenta por el sabor»). Por otro lado, lo delicioso de productos de origen animal es presentado como un hecho incuestionable. Se presenta tácitamente que la alimentación omnívora es más fácil de mantener (y que, de alguna manera, esta «vida fácil es la buena vida» [«the easy lifea as the good life»]), y esto se refuerza con ejemplos de celebridades que fueron veganas un tiempo y lo dejaron, presentando al veganismo como algo que está condenado al fracaso, por lo que no deben sentirse mal si ni siquiera lo intentan.
Describir al veganismo como una moda:
Los veganos conocidos o famosos veganos atraen otro tipo de discursos despectivos. La más común es señalar su veganismo como una moda, y por asociación a todos los veganos como moda. En el año de investigación (2007), destacaron dos veganas como famosas veganas de moda: Gwyneth Paltrow y Heather Mills.
Paltrow es presentada como el ejemplo perfecto de vegana por moda, a pesar de que el estatus de Paltrow como vegana es cuestionable (citan como ejemplo que ella señala que en un viaje vivirá de «arroz y pescado»). Qué tan genuino o sincero es el interés de Paltrow por el veganismo pasa a segundo plano, porque es un ejemplo excelente para caracterizar al veganismo como una moda. Esto además sirve para alimentar otro estereotipo: el vegano hipócrita que sucumbe a la tentación de consumir alimentos de origen animal.
El trato que recibe Heather Mills es, no solo antivegano, sino que abiertamente sexista, además de ser mucho más hostil. Se señala que la razón de que se hiciera vegana era una reacción histérica de celos ante la relación de Linda McCartney y Paul McCartney. (Hills fue esposa de McCartney entre el 2002 y el 2008). Posteriormente, en otros artículos, se la tilda de hipócrita, al hablar de los beneficios ecológicos que trae el veganismo, ya que ella utilizaría un auto 4×4. Además, se tergiversaron dichos suyos:
«Heather dijo que la gente debería cambiar la leche de vaca y buscar alternativas – incluso leche de rata o de perra», a lo que ella contestó: «Dije que si consumes leche de vaca bien podrías tomar leche de rata, gata, o perra, no que deberías. Nunca dije: Toma leche de rata. Soy vegana, nunca tomaría algo así». Sólo un diario agregó esta rectificación, mientras que otros cinco mantuvieron la versión distorsionada de su discurso.
Es importante notar que la mayoría de los veganos vilipendiados por la prensa son mujeres. La moda es asociada frecuentemente como una característica de la subcultura femenina como una estrategia de trivialización. Además (asociado con el siguiente estereotipo vegano), se asocia a las mujeres como ser sobre sentimentales, por lo que vilipendiar a mujeres por su reacción a la explotación animal combina sexismo y una trivialización de respuestas éticas como «sentimentalismo».
Caracterizar a los veganos como sobre sensibles:
Esta imagen utiliza el estereotipo de los veganos como sensibles «amantes de los animales» incapaces de hacer frente a la dura realidad de la naturaleza. Generalmente se manifiesta como bromas débiles sobre los veganos (ejemplo: «lo escupirán como ternera en una cena vegana»). Cuando la víctima es mujer, discursos sexistas y antiveganos se combinan, pero incluso cuando se habla en abstracto, se tiende a feminizar tácitamente el veganismo, al utilizar estereotipos de género de mujeres «sobre sensitivas e irracionales». Al tratarlos como seres irracionales, se les excluye de los debates sobre los derechos de los animales no humanos. De esta manera, sólo humanos que comen animales demuestran ser «poco sensitivos» y por lo tanto racionales, siendo los únicos aptos para discutir el trato que reciben los animales no humanos.
Caracterizar a los veganos como hostiles:
Este discurso despectivo es el menos común de todos. Ejemplos de esto son utilizar los adjetivos franco (outspoken), militante, e incluso terroristas. Sin embargo, cuando se utilizaron estos adjetivos, se trataba de personajes de ficción. Otra forma en que encontraron se utilizaba este estereotipo fue haciendo alusión al vínculo entre veganismo y activismo: Es siempre: «Soy vegano/a. Deja de asesinar animales, *insulto*».
La forma más explícita de hostilidad vegana en el año 2007 fue el trágico caso de un niño que murió desnutrido, teniendo padres veganos, en Estados Unidos. Ejemplos de esto: «Veganos asesinos», «Dieta vegana mata bebé», «Veganos estrictos condenados por asesinato». El veganismo de los padres fue destacado, a pesar de que, desde el poder judicial, el fiscal del caso aseguró que el niño murió ya que no fue alimentado, «una dieta vegana está bien». El hecho de que el veganismo fuera acusado como el culpable de la muerte del niño (y no el hecho de que los padres lo alimentaron sólo con jugo de manzana, es decir, no le dieron comida), muestra un prejuicio claro contra el veganismo. Acá se dio un caso de asociación entre el veganismo como ascetismo y de veganismo hostil.
El hecho de que este discurso sea poco usado se entiende si se entienden los discursos antiveganos como un todo, interrelacionados. El efecto de esto es desestimar el efecto más incómodo del veganismo, la confrontación al omnivorismo como causante de sufrimiento y esclavitud animal.
Discursos positivos y neutrales:
La mayoría de los artículos neutrales hacían referencia a productos o servicios aptos para veganos. Esto pareciera querer ayudar a lectores veganos, o a personas que atienden o quieren servir a veganos. Sin embargo, también se pueden entender como otra forma de señalar al veganismo como difícil, como algo para lo cual se deben hacer preparaciones especiales. Además, en general sólo se presenta al veganismo como un «estilo de vida» o una elección de consumidor. Los intereses y las experiencias de los veganos casi nunca son mencionados, y menos de manera directa, excepto cartas al director de veganos.
Entre los artículos positivos, prácticamente no se hace mención a razones de ética, no violencia, compasión, o antiespecismo. El único caso en el cual se habló largamente de manera positiva acerca del veganismo fue un caso en el cual un periodista (Edward Batha), asume el desafío de hacerse vegano por un mes, en el que concluye que no era tan malo como esperaba.
Como señala el texto en su conclusión, hay tres grandes efectos interrelacionados de los discursos despectivos del veganismo. El primero es marginalizar a los veganos, evidente en la preeminencia de discursos de omnívoros sobre veganismo, y la escasez de artículos que hablan de las experiencias reales de los veganos. En segundo lugar, la humillación del veganismo evita que los no veganos tengan que enfrentarse al aspecto ético de su trato a los no humanos. En tercer lugar, los discursos vegafóbicos facilitan la normalización de la violencia contra los no humanos.
Nos guste o no, los medios de comunicación masivos dan una imagen de veganismo que ellos consideran será entendida por su audiencia (o como ellos quieren que entienda la audiencia). Esto puede jugarnos en contra como movimiento por la liberación animal, en cuanto persistan estos estereotipos en el imaginario colectivo de la población no vegana. Es por esto que debemos hacer lo posible por destruir estos estereotipos y evitar fomentarlos. Por un lado, debemos ser muy claros a la hora de manifestarnos en medios masivos, por ejemplo al ser entrevistados, al escribir cartas a editoriales, o al comentar en alguna noticia en internet. Al ser claros, evitamos la posibilidad de permitir la tergiversación de nuestras palabras, y los malentendidos sinceros. Mucha gente no entiende a qué nos referimos cuando hablamos de liberación animal, de especismo, o de veganismo, así que partir dando pequeñas definiciones de poca dificultad puede ayudar a evitar problemas en la comunicación o en el debate. Por otro lado, necesitamos más reporteros, periodistas, y editores veganos, personas metidas en el mundo de la comunicación que sean veganas o que por lo menos tiendan a dar una perspectiva lo menos desvirtuada posible.
Fuente: taringa.net - Vegafobia: analisis del discurso antivegano
Microdocumental sobre vegefobia/vegafobia (Link)
He encontrado un interesante artículo titulado «Vegafobia: analisis del discurso antivegano en periódicos de Reino Unido» que explica las conclusiones del estudio «Vegaphobia: derogatory discourses of veganism and the reproduction of speciesism in UK national newspapers» («Vegaphobia: discursos despectivos del veganismo y la reproducción del especismo en los periódicos nacionales del Reino Unido») en el que se analizó cómo la prensa de Reino Unido se refirió despectivamente hacia los veganos en el año 2007. No encuentro el artículo en otro lugar, así que considero necesario publicar una copia del mismo. A continuación lo transcribo:
Recuerdo que hace varios, mi abuelo llegó con una edición de El Mercurio que dedicaba un informe de dos planas a asociar la anorexia con el vegetarianismo. El artículo se llamaba «Anorexia adolescente: bajo el disfraz vegetariano», publicado el 29 de enero de 2002. No le hice mucho caso, más que cuestionarme una vez más como era posible que el periódico tuviera un postulado tan distorsionado, y sinceramente ofensivo. Lo queramos o no, los medios de comunicación masivos, principalmente la prensa escrita (como El Mercurio) y la televisión, tienen una gran influencia en cómo la gente piensa, cómo entiende las cosas, cómo se aproxima a temas nuevos, en definitiva, configura en gran medida su visión de mundo. Es con esta idea en mente que Matthew Cole y Karen Morgan se dedicaron a investigar cómo la prensa escrita de Reino Unido representa a los veganos.
Comida vegana:
La investigación revisó trabajos del año 2007. En su documento «Vegaphobia: derogatory discourses of veganism and the reproduction of speciesism in UK national newspapers» señalan que los «los discursos antiveganos perpetúan y legitiman las relaciones sociales especistas». En su trabajo, utilizan la conceptualización de discuros adoptada por Michel Foucault: «formas estructuradas de conocimiento que se convierten en institucionalizadas como prácticas». Ya que los medios de comunicación masivos apoyan el discurso dominante, y presentan discursos distintos de manera que sean comprendidos, en términos del discurso dominante, los contra-discursos están en desventaja, pues compiten contra términos o conceptos preexistentes de discurso.
Vegafobia: analisis del discurso antivegano
En su investigación, analizaron 397 artículos publicados en 19 diarios de circulación nacional, separándolos en artículos con una connotación positiva, neutra, o negativa. Posteriormente, los negativos fueron subdivididos en varias categorías, y analizados de manera independiente. Cuando más de un discurso se encontraba presente, se analizaba cuál era el que predominaba.
De estos 397 artículos, el 5,5% (22 artículos) fueron considerados positivos, 20,2% (80) neutros, y 74.3% (295) negativos. En los artículos con connotación negativa, descubrieron uno o más discursos despectivos, acompañados de estereotipos antiveganos. Estos son: ridiculizar el veganismo, caracterizar el veganismo como ascetismo, describir el veganismo como difícil o imposible de mantener, describir el veganismo como una moda, caracterizar a los veganos como demasiado sensibles, caracterizar a los veganos como hostiles. Todos estos discursos se apoyan entre sí, por lo que se analizan por separado sólo con ese propósito.
Ridiculizar el veganismo:
En el artículo se habla de distintas formas en las que se ridiculiza el veganismo. Una de esta es presentar a un vegano como ridículo, por lo que todos los demás deben serlo también. El ejemplo acá es: «La mochilera vegana Tammy Andres (…) va a llevar el bolso de cocodrilo de su abuela muerta de vuelta a Australia… donde podrá enterrarlo de donde vino».
Otra manera es definir el veganismo como una excentricidad inofensiva, en otras partes, se le asocia a lenguaje relativo a la opresión humana (en el ejemplo del artículo, hay un ejemplo de ridiculización de veganos y homosexuales).
Además, es en esta sección que se señala una de las más grandes faltas de la presentación del veganismo en la prensa escrita. Se separa al veganismo de su contenido antiespecista, no se menciona la liberación animal o los derechos animales como un motivo adoptado para hacerse vegano. Ya que ésta es la principal motivación de la mayoría de los veganos para adoptar el veganismo, esta representación del veganismo presenta una distorsión mayor en cuanto a la experiencia real de los veganos.
Caracterizar el veganismo como ascetismo:
El ascetismo es menos explícito, y las formas más explícitas vienen de asociar a los veganos adjetivos que dan la idea de privaciones que los veganos supuestamente viven. Algunos de estos adjetivos son estricto, firme, ferviente, vehemente. Esto refuerza la idea de que los veganos necesitan una gran cantidad de voluntad para vivir en un mundo omnívoro. A pesar de esto, como señalan los autores, las investigaciones que se han hecho sobre la experiencia de los veganos señalan que encuentran su alimentación estéticamente preferible y de poca dificultad. Además, esta presentación asceta separa al veganismo de cualquier experiencia culinaria agradable, a pesar de la gran variedad de productos de origen vegetal disponibles.
Se podría pensar que por un lado, esta forma de presentar el veganismo demuestra respeto por ellos, sin embargo, los autores consideran que, ya que los lectores pocas veces son veganos, lo más probable es que esto sirva para asegurarle al lector omnívoro la normalidad de sus hábitos de consumo y de sus éticas alimenticias, en contraste con lo extraño de los veganos. De esta manera, se puede mantener el veganismo lejano, sin analizar más allá de la superficie, sin analizar el sustrato ético y por lo tanto, sin tener que entrar en debates sobre el especismo y la explotación.
Describir el veganismo como difícil o imposible de mantener:
En general, tiende a describir la comida vegana como carente de sabor, insatisfactoria, o difícil de obtener. Esto inclusive a pesar de evidencia que demuestra lo contrario (ejemplo: «Apto para veganos – aunque nunca te darías cuenta por el sabor»). Por otro lado, lo delicioso de productos de origen animal es presentado como un hecho incuestionable. Se presenta tácitamente que la alimentación omnívora es más fácil de mantener (y que, de alguna manera, esta «vida fácil es la buena vida» [«the easy lifea as the good life»]), y esto se refuerza con ejemplos de celebridades que fueron veganas un tiempo y lo dejaron, presentando al veganismo como algo que está condenado al fracaso, por lo que no deben sentirse mal si ni siquiera lo intentan.
Describir al veganismo como una moda:
Los veganos conocidos o famosos veganos atraen otro tipo de discursos despectivos. La más común es señalar su veganismo como una moda, y por asociación a todos los veganos como moda. En el año de investigación (2007), destacaron dos veganas como famosas veganas de moda: Gwyneth Paltrow y Heather Mills.
Paltrow es presentada como el ejemplo perfecto de vegana por moda, a pesar de que el estatus de Paltrow como vegana es cuestionable (citan como ejemplo que ella señala que en un viaje vivirá de «arroz y pescado»). Qué tan genuino o sincero es el interés de Paltrow por el veganismo pasa a segundo plano, porque es un ejemplo excelente para caracterizar al veganismo como una moda. Esto además sirve para alimentar otro estereotipo: el vegano hipócrita que sucumbe a la tentación de consumir alimentos de origen animal.
El trato que recibe Heather Mills es, no solo antivegano, sino que abiertamente sexista, además de ser mucho más hostil. Se señala que la razón de que se hiciera vegana era una reacción histérica de celos ante la relación de Linda McCartney y Paul McCartney. (Hills fue esposa de McCartney entre el 2002 y el 2008). Posteriormente, en otros artículos, se la tilda de hipócrita, al hablar de los beneficios ecológicos que trae el veganismo, ya que ella utilizaría un auto 4×4. Además, se tergiversaron dichos suyos:
«Heather dijo que la gente debería cambiar la leche de vaca y buscar alternativas – incluso leche de rata o de perra», a lo que ella contestó: «Dije que si consumes leche de vaca bien podrías tomar leche de rata, gata, o perra, no que deberías. Nunca dije: Toma leche de rata. Soy vegana, nunca tomaría algo así». Sólo un diario agregó esta rectificación, mientras que otros cinco mantuvieron la versión distorsionada de su discurso.
Es importante notar que la mayoría de los veganos vilipendiados por la prensa son mujeres. La moda es asociada frecuentemente como una característica de la subcultura femenina como una estrategia de trivialización. Además (asociado con el siguiente estereotipo vegano), se asocia a las mujeres como ser sobre sentimentales, por lo que vilipendiar a mujeres por su reacción a la explotación animal combina sexismo y una trivialización de respuestas éticas como «sentimentalismo».
Caracterizar a los veganos como sobre sensibles:
Esta imagen utiliza el estereotipo de los veganos como sensibles «amantes de los animales» incapaces de hacer frente a la dura realidad de la naturaleza. Generalmente se manifiesta como bromas débiles sobre los veganos (ejemplo: «lo escupirán como ternera en una cena vegana»). Cuando la víctima es mujer, discursos sexistas y antiveganos se combinan, pero incluso cuando se habla en abstracto, se tiende a feminizar tácitamente el veganismo, al utilizar estereotipos de género de mujeres «sobre sensitivas e irracionales». Al tratarlos como seres irracionales, se les excluye de los debates sobre los derechos de los animales no humanos. De esta manera, sólo humanos que comen animales demuestran ser «poco sensitivos» y por lo tanto racionales, siendo los únicos aptos para discutir el trato que reciben los animales no humanos.
Caracterizar a los veganos como hostiles:
Este discurso despectivo es el menos común de todos. Ejemplos de esto son utilizar los adjetivos franco (outspoken), militante, e incluso terroristas. Sin embargo, cuando se utilizaron estos adjetivos, se trataba de personajes de ficción. Otra forma en que encontraron se utilizaba este estereotipo fue haciendo alusión al vínculo entre veganismo y activismo: Es siempre: «Soy vegano/a. Deja de asesinar animales, *insulto*».
La forma más explícita de hostilidad vegana en el año 2007 fue el trágico caso de un niño que murió desnutrido, teniendo padres veganos, en Estados Unidos. Ejemplos de esto: «Veganos asesinos», «Dieta vegana mata bebé», «Veganos estrictos condenados por asesinato». El veganismo de los padres fue destacado, a pesar de que, desde el poder judicial, el fiscal del caso aseguró que el niño murió ya que no fue alimentado, «una dieta vegana está bien». El hecho de que el veganismo fuera acusado como el culpable de la muerte del niño (y no el hecho de que los padres lo alimentaron sólo con jugo de manzana, es decir, no le dieron comida), muestra un prejuicio claro contra el veganismo. Acá se dio un caso de asociación entre el veganismo como ascetismo y de veganismo hostil.
El hecho de que este discurso sea poco usado se entiende si se entienden los discursos antiveganos como un todo, interrelacionados. El efecto de esto es desestimar el efecto más incómodo del veganismo, la confrontación al omnivorismo como causante de sufrimiento y esclavitud animal.
Discursos positivos y neutrales:
La mayoría de los artículos neutrales hacían referencia a productos o servicios aptos para veganos. Esto pareciera querer ayudar a lectores veganos, o a personas que atienden o quieren servir a veganos. Sin embargo, también se pueden entender como otra forma de señalar al veganismo como difícil, como algo para lo cual se deben hacer preparaciones especiales. Además, en general sólo se presenta al veganismo como un «estilo de vida» o una elección de consumidor. Los intereses y las experiencias de los veganos casi nunca son mencionados, y menos de manera directa, excepto cartas al director de veganos.
Entre los artículos positivos, prácticamente no se hace mención a razones de ética, no violencia, compasión, o antiespecismo. El único caso en el cual se habló largamente de manera positiva acerca del veganismo fue un caso en el cual un periodista (Edward Batha), asume el desafío de hacerse vegano por un mes, en el que concluye que no era tan malo como esperaba.
Como señala el texto en su conclusión, hay tres grandes efectos interrelacionados de los discursos despectivos del veganismo. El primero es marginalizar a los veganos, evidente en la preeminencia de discursos de omnívoros sobre veganismo, y la escasez de artículos que hablan de las experiencias reales de los veganos. En segundo lugar, la humillación del veganismo evita que los no veganos tengan que enfrentarse al aspecto ético de su trato a los no humanos. En tercer lugar, los discursos vegafóbicos facilitan la normalización de la violencia contra los no humanos.
Nos guste o no, los medios de comunicación masivos dan una imagen de veganismo que ellos consideran será entendida por su audiencia (o como ellos quieren que entienda la audiencia). Esto puede jugarnos en contra como movimiento por la liberación animal, en cuanto persistan estos estereotipos en el imaginario colectivo de la población no vegana. Es por esto que debemos hacer lo posible por destruir estos estereotipos y evitar fomentarlos. Por un lado, debemos ser muy claros a la hora de manifestarnos en medios masivos, por ejemplo al ser entrevistados, al escribir cartas a editoriales, o al comentar en alguna noticia en internet. Al ser claros, evitamos la posibilidad de permitir la tergiversación de nuestras palabras, y los malentendidos sinceros. Mucha gente no entiende a qué nos referimos cuando hablamos de liberación animal, de especismo, o de veganismo, así que partir dando pequeñas definiciones de poca dificultad puede ayudar a evitar problemas en la comunicación o en el debate. Por otro lado, necesitamos más reporteros, periodistas, y editores veganos, personas metidas en el mundo de la comunicación que sean veganas o que por lo menos tiendan a dar una perspectiva lo menos desvirtuada posible.
Fuente: taringa.net - Vegafobia: analisis del discurso antivegano