ARGUMENTO: “Tener una conciencia no hace que un ser deba ser respetado”
RESUMEN: ¿Qué diferencia éticamente a las cosas de las personas? ¿qué es el sensocentrismo? ¿qué argumentos usan algunas personas contra el sensocentrismo? Éstas son las principales preguntas a las que aquí voy a responder.
Un rasgo esencial de la Ética es que utiliza UN CRITERIO para diferenciar a los seres que a priori deben ser respetados (personas) del resto de seres (cosas) que es éticamente correcto que las personas posean y consuman. Si no se utiliza dicha diferenciación ética entre personas y cosas entonces se llega a la contradicción de afirmar que «todos los seres son cosas», por lo que uno mismo sería una cosa cuyos intereses no deberían ser considerados, o se llega a la idea de que «todos los seres son personas». Sin embargo, la Ética es la ciencia que utiliza la Lógica para inferir normas sobre lo que a priori no se debe hacer, y dicho deber ético se origina en los intereses de los seres sintientes; por eso la Ética es sensocentrista: los seres sintientes son personas, y el resto de seres son cosas. Para ser coherente con el sensocentrismo se debe defender y practicar el veganismo. Quien exige a los seres sintientes una característica o capacidad extra para considerarles éticamente como personas está violando el Principio de Igual Consideración de Intereses, al discriminar arbitrariamente a seres sintientes. El deber ético no se puede inferir lógicamente de características que no sean los intereses; el deber ético se infiere de los intereses en sí mismos.
1. Algunas personas no saben qué es una cosmovisión ética. No se debe confundir «cosmovisión ética» con cosmovisiones de otros tipos. Un rasgo esencial de la Ética es que utiliza UN CRITERIO para diferenciar a los seres que a priori deben ser respetados (personas) del resto de seres (cosas) que es éticamente correcto que las personas posean y consuman. El uso de cada diferente criterio da lugar a una diferente cosmovisión ética. Por ejemplo, el uso del criterio «ser dios» da lugar al teocentrismo; el criterio «ser yo» da lugar al egocentrismo; el criterio «ser humano» da lugar al antropocentrismo; el criterio «ser vivo» da lugar al biocentrismo; el criterio «ecosistemas y especies» da lugar al ecocentrismo; el criterio «ser animal» da lugar al animalcentrismo; el criterio «ser sintiente» da lugar al sensocentrismo, etc. Las cosmovisiones éticas son la base en la que se asientan ideologías políticas y otros tipos de ideologías.
Cosmovisiones, ¿qué son? (Link)
(Nota: le faltó hablar de la cosmovisión ética egocentrista, la cual prioriza el beneficio propio y cosifica a los demás.)
A grandes rasgos y desde un punto de vista occidental, la civilización humana ha pasado por tres cosmovisiones. En la Edad Antigua la civilización era cosmocentrista, pues se creía que el cosmos, universo o naturaleza debía decidir el destino de todos los seres, en un ir y venir cíclico. A partir del siglo V comenzó la Edad Media con su teocentrismo, según el cual se creía que un dios debía decidir el destino de los seres que «él creó», según su plan divino lineal; se entró en una época oscura. Y después, a partir del siglo XIV con el Renacimiento, llegó la Edad Moderna con la Ilustración y los humanos se revelaron contra la tiranía religiosa y tomaron el control: el ser humano comienza a ser dueño de su propio destino mediante el antropocentrismo, poniéndolo en práctica mediante el humanismo. En Las palabras y las cosas (1966) Michel Foucault (1926-1984) afirma que «antes del fin del siglo XVIII el hombre no existía», pues es la Revolución francesa (1789) la que da lugar ese mismo año en Francia a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de carácter universal, pero que no incluía a las mujeres ni a los esclavos. En 1791 Olympe de Gouges (1749-1793) proclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, aunque era un documento no oficial. La esclavitud se abolió en Francia mediante la Convención Nacional el 4 de febrero de 1794, pero fue restaurada por Napoleón Bonaparte (1769-1821) en 1810, y abolida otra vez en 1848. No fue hasta el 10 de diciembre de 1948, después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando se escribió la Declaración Universal de los Derechos Humanos, texto cumbre del antropocentrismo.
La cosmovisión antropocentrista considera que el criterio que diferencia a las personas de las cosas es pertenecer a la especie humana: los humanos son personas y el resto de seres son cosas que pueden ser poseídas y usadas, y así lo recogen las sociedades antropocentristas en sus diccionarios y en sus legislaciones. Por esta
razón desde el antropocentrismo se insiste en la errónea idea según la cual «quienes no son humanos no son personas». Al respecto de esto, Peter Singer señala lo siguiente: «el uso del término "persona" es, en sí mismo, susceptible de despistar, ya
que es una palabra que se usa con frecuencia como si quisiera decir lo mismo que "ser humano". Sin embargo, los términos no son equivalentes; podría existir una persona que no fuera miembro de nuestra especie. También podrían existir miembros de nuestra especie que no fuesen personas». Ésta es la razón por la que en el debate sobre el aborto inducido de embriones humanos vemos a antropocentristas discutiendo absurdamente sobre en qué momento del embarazo el embrión es un humano.[1] En la actualidad, la inmensa mayoría de comunidades humanas son antropocentristas, es decir, el criterio que se usa en ellas para diferenciar a las personas de las cosas es «pertenecer a la especie
humana», aunque el liberalismo empuja a las comunidades humanas hacia el egocentrismo[2],
convirtiendo también en mercancías a los humanos que no son ricos. La consecuencia de aceptar el antropocentrismo es el especismo antropocéntrico[3] que justifica el maltrato hacia quienes no son humanos: hacinamiento, agresiones, desatención, amatanza, etc., un trato que estos rechazan cuando las víctimas son seres humanos.
El sensocentrismo considera que los seres sintientes son personas, y que el resto de seres son cosas. En Oriente, una especie de sensocentrismo religioso lleva milenios siendo parte de la cultura jainista[3], mientras que en occidente no sería hasta 1789 cuando el filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832) planteó la importancia de tener en cuenta el interés de no sufrir de todos los seres en nuestras decisiones éticas:
«¿Hay alguna razón para que se permita que atormentemos a los animales? Yo no veo ninguna... Ha habido épocas en que la mayor parte de la especie humana, bajo la denominación de esclavos, ha sido tratada del mismo modo....como ahora se trata todavía a las razas inferiores de animales. Quizá llegue el día en que el resto de los animales adquieran los derechos de los que nunca pudieron ser privados excepto por la mano de la tiranía. Los franceses ya han descubierto que la negrura de la piel no es razón para abandonar a un ser humano al capricho de su torturador. Quizá llegue el día en que se reconozca que el número de patas, la pilosidad de la piel o la terminación del hueso sacro son razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensitivo al mismo destino... Un caballo adulto o un perro pueden razonar y comunicarse mejor que un infante de un día o de una semana o incluso de un mes. Pero la cuestión no es ¿pueden razonar?, o ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?» [...] «Si un ser sufre, no puede existir justificación moral para rehusar tomar ese sufrimiento en consideración. No importa la naturaleza del ser, el principio de igualdad requiere que su sufrimiento se considere igual al sufrimiento semejante de cualquier otro ser» [...] «Llegará el día en que el resto de la creación animal podrá adquirir esos derechos que nunca pudieron ser alejados de ellos más que por la mano de la tiranía.» Jeremy Bentham, en Los principios de la moral y la legislación, cap.XVII, 1789.
En la «Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare» («Enciclopedia de Derechos Animales y Bienestar Animal»), editada por Marc Bekoff y por Carron A. Meaney, se explica el sensocentrismo de la siguiente manera:
«El sensocentrismo (centrado en la sensibilidad; ver "SENTIENTISM") ético ambiental sostiene que las criaturas sensibles -aquellos que pueden sentir y percibir- son moralmente importantes por derecho propio. [...] Este tipo de ética protege los árboles y los ecosistemas, por ejemplo, no por su propio bien, sino porque proporcionan un hábitat para las criaturas sensibles. El sensocentrismo rompe los límites de la moral tradicional del club de seres humanos y puede tener implicaciones radicales para la ganadería, la experimentación con animales y la caza.* Sin embargo, desde una perspectiva de una ética ambiental más amplia, el sensocentrismo no es más que una pequeña modificación de la ética tradicional. Se extiende la preocupación moral más allá de los seres humanos, sólo a nuestros primos más cercanos, los animales sensibles, y niega la preocupación moral directa a 99% de los seres vivos en el planeta, así como a las especies y a los ecosistemas. Los sensocentristas responden que no tiene sentido una atención directa sobre los árboles o los ecosistemas y que la idea de obligaciones hacia las bacterias es una tontería.» —Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare. Edited by Marc Bekoff with Carron A. Meaney. Foreword by Jane Goodall. pag.159. Greenwood Press; 1 edition (June 30, 1998)
«A sentiocentric environmental ethic holds that sentient creatures —those who can feel and perceive— are morally important in their own right. Some of the best-known defenders of animals accept this environmental ethic, including Peter Singer. Because it is likely that only vertebrate animals —mammals, birds, fish, amphibians, and reptiles— consciously feel and perceive, a sentiocentric environmental ethic treats nonvertebrate nature as solely of instrumental value for sentient creatures. Such an ethic protects trees and ecosystems, for example, not for their own sake, but because they provide habitat and other benefits for sentient creatures. Sentiocentrism breaks down the boundaries of the traditional human-only moral club and is likely to have radical implications for animal agriculture, animal experimentation, hunting, and other human uses of animals. Nonetheless, from the perspective of a broader environmental ethic, sentiocentrism is but a small modification of the traditional, human-centered ethic. It extends moral concern beyond humans only to our closest cousins, the sentient animals, and it denies direct moral concern for 99 percent of living beings on the planet, as well as species and ecosystems. Sentiocentrists respond that it makes no sense to care directly about trees or ecosystems for their own sake because they don’t matter to themselves, and experiencing and pursuing one’s own good is what brings into the world the kind of value that we ought to directly morally consider.» —Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare. 2nd Edition, pags.221-222.
2. Algunas personas dicen que «no debemos usar un criterio para diferenciar a las personas de las cosas». Si rechazamos utilizar un criterio para diferenciar a las personas de las cosas entonces nos quedarían dos opciones: a) «todos los seres son cosas», y por lo tanto sería éticamente correcto poseer y consumir a cualquier ser; o b) «todos los seres son personas», y por lo tanto sería éticamente incorrecto poseer y consumir a cualquier ser. En ambos casos se iguala a todos los seres por medio de la característica que todos los seres comparten: son materia. Por ejemplo, según dicho argumento, las piedras, las lechugas, los perros y los humanos ocuparían la misma categoría ética: o todos ellos serían cosas, o todos ellos serían personas. Sin embargo, si todos los seres fueran considerados éticamente como cosas entonces no tendría sentido hablar de Ética, pues se estaría diciendo que «es éticamente correcto poseer y consumir a cualquier ser», incluido quien afirmara esa idea, lo cual contradeciría sus intereses, rebatiéndose a sí mismo.[4] No es casualidad que la Regla de Oro de la Ética se origine en los intereses de las conciencias[5], pues la materia por sí sola no siente, no tiene intereses, por tanto la materia no impone deberes éticos a los demás. Como el deber ético se origina en intereses y como todos los intereses pertenecen a seres sintientes entonces es lógico que el criterio que convierte a una cosa en persona es que sea un ser sintiente (una conciencia); a usar dicho criterio se le llama sensocentrismo, y sensocentristas a quienes defienden dicha idea. Tampoco es cierto que «todos los seres son personas», como si cada átomo y cada electrón fuese una persona a la que debemos respetar, pues la materia no sintiente, es decir, no tiene intereses que podamos frustrar, por tanto es éticamente correcto poseerla y consumirla. Por ello no tiene sentido afirmar que «el sensocentrismo discrimina arbitrariamente a los seres que no tienen una conciencia», pues los seres que no tienen conciencia no tienen intereses. El sensocentrismo es una idea que no discrimina arbitrariamente a nadie, y que además no considera éticamente a las cosas como si fueran personas, por eso podemos afirmar que la Ética Basada en la Realidad es sensocentrista. En relación a esto, Daniel C. Dennett (1942-) dice lo siguiente en su libro «Tipos de Mentes»:
“La pertenencia a la clase de cosas que tienen mente proporciona una garantía de primordial importancia: la de cierta categoría moral. Sólo a los que poseen mente les importa, sólo a los que tienen mente puede preocuparles lo que ocurre. Si yo le hago algo a usted que usted no quiere que yo le haga, eso tiene una importancia moral. Importa porque le importa a usted. Puede que no importe mucho, o que sus intereses se vean superados por todo tipo de razones o que el hecho de que a usted le importe pueda incluso hacer que se muestre a favor de lo que yo hago (si es que le estoy castigando a usted por una mala acción suya). En cualquier caso, esa preocupación suya automáticamente pesa algo en la ecuación moral. Si las flores tuvieran mente, lo que les hacemos podría importarles y no solamente importaría a los que se preocupan por las flores. Si no hay nadie a quien le importe, entonces no importa lo que le hagamos a las flores.
Podríamos equivocarnos. Podríamos adjudicar mente a cosas que no la tengan o podríamos pasar por alto una cosa con mente. Estas equivocaciones no serían equivalentes. Pasarse en atribuir mentes («hacerse amigo» de las plantas de nuestra casa o quedarnos en vela por las noches preocupándonos por el ordenador que duerme en nuestro escritorio) es, como mucho, un estúpido error de credulidad. Quedarse corto al atribuir mentes (no tener en cuenta o rebajar o negar la experiencia, el sufrimiento y la alegría, las ambiciones truncadas y los deseos frustrados de una persona o animal que tuviera mente) sería un pecado terrible. Porque, en definitiva: ¿Cómo se sentiría usted si se le tratara como a un objeto inanimado? (Dése cuenta de cómo esta pregunta retórica apela a nuestra categoría compartida como poseedores de mente).
Lo cierto es que ambos errores podrían tener graves consecuencias morales. Si nos pasamos en la atribución de mentes (si, por ejemplo, nos hacemos a la idea de que como las bacterias tienen mente no podemos justificar su eliminación) ello podría llevarnos a sacrificar el interés de muchos legítimos portadores de intereses (nuestros amigos, nuestros animales de compañía, nosotros mismos) por cosas que no tuvieran ninguna importancia moral genuina. El debate acerca del aborto gira alrededor de un dilema semejante; algunos creen que es evidente que un feto de diez semanas tiene mente, y otros piensan que es evidente que no. Si no tiene mente, entonces queda abierto el camino para argumentar que el feto no tiene mayores intereses que los que pueda tener, pongamos, una pierna gangrenada o un diente cariado: y entonces se podría destruir para salvar la vida (o sencillamente para servir a los intereses) de la persona que tiene intereses y de la cual forma parte.
Si el feto ya tiene mente, entonces, decidamos lo que decidamos, tenemos que considerar sus intereses conjuntamente con los de su portador temporal. En medio de estas dos posiciones extremas se encuentra el auténtico dilema: el feto desarrollará enseguida su propia mente si no se lo perturba, de modo que ¿cuándo empezamos a contar sus futuros intereses? La relevancia de poseer una mente en relación con la categoría moral resulta especialmente clara en estos casos, ya que si se sabe que el feto en cuestión es anacefálico (que carece de cerebro) cambia la consideración de forma drástica para la mayoría de las personas. No para todas. (No es que intente sentar aquí estos asuntos morales, sino solamente mostrar cómo una opinión moral común amplía nuestro interés sobre estas cuestiones mucho más allá de nuestra curiosidad normal).” Daniel Dennett, Tipos De Mentes, Págs 15, 16 y 17
3. Algunos veganos se inventan ideas erróneas sobre qué es el sensocentrismo. Como ya expliqué antes, el sensocentrismo es la cosmovisión ética que afirma éticamente que: «los seres sintientes son personas y el resto de seres son cosas». Para ser coherente con el sensocentrismo se debe defender y practicar el veganismo. Algunas personas atribuyen al sensocentrismo otras ideas que son independientes de esta cosmovisión ética con la intención de ensuciarlo y de promover su rechazo. Por ejemplo, en los artículos «No hay centro», «La perversión del veganismo: el sensocentrismo» y en otros artículos absurdos, se le atribuyen al sensocentrismo ideas ajenas a éste con las que se puede estar o no estar de acuerdo: ayudar a los demás seres sintientes, extinción de parásitos mediante esterilización, educación animal, etc. Otras veces estas personas afirman erróneamente que «el sensocentrismo defiende comer bivalvos», lo cual no es cierto, pues el sensocentrismo sólo dice que los seres sintientes son personas y que el resto de seres son cosas; será la ciencia la que determine si los bivalvos sienten o no sienten. Si los bivalvos son seres sintientes[6] entonces según el sensocentrismo los bivalvos son personas y por tanto a priori se les debe respetar.
4. Algunas personas confunden «cosmovisión ética» con teorías sobre el bien y el mal. Por ejemplo, a partir del minuto 9:15 de su vídeo «Diferencias entre sensocentrismo y veganismo» Luchi Bonfico dice: «Una diferencia entre sensocentrismo y veganismo es que, por ejemplo, un
vegano se opone a que haya una granja de animales en la cual no sufran, pero en la que terminen destinados a comida. Por ejemplo, una persona tiene 100 vacas en un campo libres toda su vida y cuando cumplen un año de edad les da un mazazo en la cabeza sin que se entere ninguna y las destina a carne. En cambio, el sensocentrista no ve ninguna objeción porque basándose justamente en lo que dice la palabra "sensocentrismo" que está centrado en la sintiencia, al no generar sufrimiento a esas cien vacas puedes hacer con ellas lo que quieras cuando quieras porque no estás
generando ningún sufrimiento», a lo cual Damo y Ale asienten sin objeción. Por lo tanto, estas personas confunden el sensocentrismo (los seres sintientes son personas, y el resto son cosas) con su teoría particular sobre el bien y el mal (estas personas dicen que «matar a alguien contra su voluntad sin causarle sufrimiento no es hacer un mal a dicha persona»). Además de dicha confusión, su concepción sobre los intereses y/o su teoría sobre el bien y el mal es errónea, pues los seres sintientes tenemos interés en seguir viviendo[7], por lo tanto sí que se hace un mal a quien es matado en contra de su interés[4]. Lo que dicen estas personas sobre el sensocentrismo es tan erróneo como decir que «según el antropocentrismo, es éticamente correcto asesinar a humanos si no se causa sufrimiento a ningún humano»; pues no, un antropocentrista tampoco tiene por qué estar de acuerdo con eso y por ello no deja de ser antropocentrista. La Realidad es que el sensocentrismo solo separa éticamente a los seres sintientes (personas) del resto de seres (cosas). La reacción de algunos veganos es patética cuando asumen dicha confusión y dicen «no soy sensocentrista porque me opongo a matar a seres sintientes en contra de su voluntad» y otro tipo de afirmaciones absurdas que benefician al antropocentrismo, al teocentrismo y a otras cosmovisiones hegemónicas...
5. Algunas personas confunden «cosmovisión ética» con un marco normativo. Como he explicado, las cosmovisiones éticas usan un criterio para diferenciar éticamente a unos seres como personas y al resto de seres como cosas. Después de que hemos elegido una determinada cosmovisión ética, debemos elegir un determinado marco normativo, es decir, debemos elegir cómo vamos a «GESTIONAR» a las personas de dicha cosmovisión ética. Existen varios marcos normativos: «deontologismo» (kantismo, etc), consecuencialismo (utilitarismo, EBR, etc), ética de la virtud (aristotelismo, neoaristotelismo, etc), etc. Algunas personas mezclan el significado de sensocentrismo con el significado de un marco normativo conocido o particular, y por tanto usan una falacia llamada error categorial. Mediante dicha falacia, estas personas están creando mucha confusión
dentro del movimiento vegano, haciendo que muchos veganos digan que «rechazo el sensocentrismo porque es utilitarista» o por otras razones, a pesar de que el sensocentrismo es una cosmovisión ética, no un marco normativo.
6. Algunas personas dicen que «como según el sensocentrismo los seres sintientes (conciencias) son personas entonces alguien en estado inconsciente no es un ser sintiente y por tanto sería éticamente correcto matarle». Estas personas confunden la «conciencia» con el estado de la conciencia llamado «conSciencia», por eso creen erróneamente que «según el sensocentrismo, si alguien está en estado inconsciente no es un ser sintiente». Sin embargo, si alguien se encuentra en estado inconsciente sigue siendo alguien, es decir, sigue siendo un ser sintiente, sigue siendo una conciencia en estado inconSciente. Algunas personas que entienden esto se preguntan por qué razón le hacemos un mal a alguien que matamos cuando está inconsciente o que estando consciente es matado instantáneamente sin causarle sufrimiento, pero en otro artículo ya respondí que dicho acto frustra el interés en seguir viviendo (y todos los intereses) de esa persona.[4] En otras ocasiones algunos dicen que «el sensocentrismo no considera personas a quienes padecen una enfermedad que les impide sentir dolor físico», sin embargo esta idea sobre el sensocentrismo es errónea porque aunque dichas personas no sientan dolor físico siguen siendo seres sintientes con intereses. Otras personas dicen que los animales no humanos no tienen interés en seguir viviendo, pero esto también lo rebatí en otro artículo.[7]
7. Algunas personas dicen que «el criterio "ser sintiente" o "tener una conciencia" no es suficiente para que un ser sea catalogado como persona». Quienes dicen esto acusan al sensocentrismo de catalogar éticamente como personas a más seres de los que supuestamente se debería. Dicen que «sólo son personas los seres que tienen una conciencia y que ADEMÁS poseen una/s determinada/s característica/s que no poseen todos los humanos ni todos los animales no humanos». Por ejemplo, Hugo Tristam Engelhardt (1941-) en su libro «The Foundations of Bioethics» («La Fundación de la Bioética»), publicado en 1991, dice lo siguiente: «Lo que caracteriza a las personas es su capacidad de ser autoconscientes, racionales e interesadas por el mérito de reprobación y elogio. […] no todos lo seres humanos son personas. No todos los seres humanos son autoconscientes, racionales y capaces de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio. Los fetos, los recién nacidos, los impedidos mentales mentales muy profundos y quienes están en coma sin esperanza [y podríamos agregar los seniles] constituyen ejemplos de no-personas humanas. Son miembros de la especie humana, pero no tienen en sí y por sí mismos un lugar en la comunidad moral laica». En 2012, esta idea errónea llevó a la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), la sociedad científica más grande del mundo y propietaria de la revista Science, a defender que delfines y ballenas deben ser tratados como personas no humanas con derecho a la vida, pero no dijeron lo mismo para otros seres sintientes. El error de estas personas es que no infieren el deber ético de los intereses[5], sino de otras características innecesarias que exigen a los seres sintientes. Debido a ello violan el Principio de Igual Consideración de Intereses[8], pues discriminan arbitrariamente a quienes supuestamente no poseen dichas características éticamente irrelevantes. Por ejemplo, estas personas apelan a características éticamente irrelevantes como «ser autoconsciente», «ser racional», «ser capaz de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio», etc. A pesar de ser características éticamente irrelevantes, toda conciencia es autoconsciente de lo que siente y de sus intereses[9], pues lo sentido siempre lo siente alguien. Además, toda conciencia es necesariamente racional porque reconoce el Principio Lógico de Identidad: «lo que es, es» (A=A) para de esta manera poder relacionarse con la Realidad y así sobrevivir. En cuanto a «ser capaz de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio», de ello tampoco se infiere lógicamente ningún deber, sino que el deber ya venía dado antes por los intereses. A pesar del error que cometen estas personas, parece una buena estrategia apoyar de manera temporal campañas como la del Proyecto Gran Simio con el objetivo de conseguir que se reconozca legalmente la existencia de personas no humanas, rompiendo de esta manera «la barrera de especie» para asestar un golpe mortal al antropocentrismo. Además, el reconocimiento de personas no humanas no ocurrirá de golpe, sino que será progresivo.
Raymond G. Frey (1941-2012), fue profesor de Filosofía de la Universidad Bowling Green State, y argumentó que la coherencia nos obliga a elegir entre el anti-vivisecionismo y la vivisección que incluya a algunos seres humanos. Eligió de mala gana la segunda alternativa: «Estoy donde estoy, no porque sea un monstruo que termina eligiendo la monstruosidad, sino porque no se me ocurre nada convincente en absoluto que conceda que la vida humana de cualquier categoría tenga mayor valor que la vida animal de cualquier categoría».
LA ÉTICA DEL VEGANISMO[1]
Cuando nos preguntamos el porqué es incorrecto maltratar o matar a un ser humano, con frecuencia nos poyamos en la idea de que es, precisamente, porque el individuo pertenece a la especie humana. Sin embargo, esto es claramente insuficiente para justificar la inmoralidad de una acción. Sería equivalente a decir que es inmoral matar a un hombre, y no a una mujer, por el simple hecho de que el hombre es masculino. Esta designación de lo que es moral o inmoral se hace de manera arbitraria y constituye una discriminación conocida como sexismo. Lo mismo sucede el caso de los animales no humanos: determinar la moralidad o inmoralidad basados en la pertenencia a una especie es una discriminación arbitraria y constituye uno de los prejuicios más extendidos en el mundo y más enraizados en la médula de la sociedad: el especismo.
El especismo se puede definir como "el trato desfavorable hacia un individuo en base a la infravaloración de sus intereses o la negación de sus derechos por el hecho de no pertenecer a una determinada especie". Por supuesto esta definición hace referencia a un especismo antropocéntrico, es decir, referido exclusivamente desde animales humanos hacia animales no humanos (siendo los humanos los únicos agentes morales conocidos), entendiéndose además por animales aquellos que sean seres sintientes.
Un animal sintiente es aquel que es capaz de experimentar sufrimiento y sentir placer, generando intereses en base a esas dos características. En otras palabras, buscará evitar el sufrimiento y fomentar el placer. El ser humano es un animal sintiente, así como también lo son miles de otras especies, entre ellas las vacas, los pollos, los cerdos, los peces, todos ellos animales que el humano explota como si se tratara de objetos, simples bienes que podemos utilizar como se nos dé la gana. Esto niega de manera vehemente los intereses de esos seres, como claramente lo define el especismo, desestimando que éstos tengan valor sólo por haber tenido la mala suerte de no nacer homo sapiens.
Entonces, volviendo a la cuestión inicial, ¿por qué es incorrecto maltratar o matar a un ser humano? Resulta evidente después de lo expuesto que es porque el ser humano es capaz de sufrir a causa del maltrato y, en el caso de matarlo, porque lo estaríamos privando de experiencias futuras(2) (además de que probablemente sufriría durante los minutos previos a su muerte). En otras palabras, es incorrecto porque es sintiente. ¿Pero qué nos dice esto sobre maltratar y matar a otros animales, sobre desestimar sus intereses? Respuesta: nos dice que es incorrecto igualmente.
Esa es la ética que está detrás del veganismo, una ampliación de nuestro círculo moral para encerrar a todas aquellas especies que sienten igual que nosotros. Es difícil romper con el esquema que viene desde hace siglos, pero sólo basta un simple cambio, sólo es necesario abrir los ojos a la verdad y el resto se dará fácilmente. Transformar la conciencia requiere ponerse en el lugar del otro, aceptar al otro como legítimo otro en la convivencia con uno, entender que todos somos valiosos no a pesar de nuestras diferencias, sino debido a éstas.
Ése es el mejor camino para la integración de todos los animales sintientes, ya sean humanos o no humanos. Y la solución para materializar esto está al alcance de la mano: hacerse vegana/o.
CITAS
- "No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo". Mahatma Gandhi
- José Ortega y Gasset dijo: "La vida antigua fue cosmocéntrica; la medieval teocéntrica; la moderna antropocéntrica."; el veganismo abre las puertas hacia una era sensocéntrica.
[1] "La Ética del veganismo". Extracto de la Guía para la transformación al vegetarianismo y veganismo. Por Diego Salvador Andrade Yáñez, Consejero de Animalismo en Homo vegetus.
- HORTA, Óscar. The Idea of Moral Personhood under Fire. In Miguens, Sofia; Morando, Clara & Vieira da Cunha, Rui (eds.), From Minds to Persons, 2014. FLUP, Porto, 223-238.
- BEKOFF, Marc. Encyclopedia of animal rights and animal welfare. Edited by Marc Bekoff with Carron A. Meaney. Foreword by Jane Goodall. Greenwood Press; 1 edition, June 30, 1998. (Extracto)
- SINGER, Peter. "A utilitarian defense of animal liberation" (73-82)
- REGAN, Thomas. "The radical egalitarian case for animal rights" (82-90)
- WARREN. "A critique of regan’s animal rights theory" (90-97)
- ENGELHARDT, H. T., Manuale di bioetica, Il Saggiatore, Milano 1991. Orig. inglés: The Foundations of Bioethics, Oxford University Press, New York-Oxford, 1986. Hay versión en castellano: Los fundamentos de la bioética, Paidós Ibérica, Barcelona 1995.
- FOUCAULT, M., Las palabras y las cosas, Ed. Siglo XXI, Méxi~o, 1985, Primera edición 166.