El canal de investigaciones VegeLeaks vuelve a llamar nuestra atención con una nueva investigación titulada «La falacia de la dieta mediterrénea». Al parecer las guías alimentarias españolas no solo ignoran descaradamente la opción vegana, sino también la actualidad social y científica, así como las urgencias sanitarias y medioambientales que nos acucian. Para negar esta Realidad apelan irracionalmente a la tradición[1]: a la «tradicional» dieta mediterránea. A continuación, y con el permiso de VegeLeaks, compartimos dicha investigación.
Cuando uno revisa la literatura española referida a la alimentación y la nutrición, tanto académica como civil, se encuentra con una apelación recurrente: la tradición, la tradicional dieta mediterránea. Incluso a la industria alimentaria le sirve para intentar dignificar productos procesados como una pizza industrial, para poner en alza el consumo de bebidas alcohólicas, para promocionar esnacks y aperitivos hasta las trancas de grasas poco saludables, sal o azúcar, y quedarse tan anchos. (El despiporre mercantilista-mediterráneo alcanza su paroxismo con elementos como comida para perros basada en la «dieta mediterránea»[0].)
Y es que pocas expresiones suenan tan convincentes en el terreno dietético como «dieta mediterránea». Solo mencionarla puede trasladar al consumidor un buen rollo nutricional sin parangón. Y esto, ¿por qué sucede? ¿cuál es el origen del concepto dieta mediterránea, y de su aparentemente incuestionable consideración como sumún de la alimentación saludable, que pudiera justificar aquella defensa a ultranza?
El origen de la dieta mediterránea
Entre los años 1958 y 1970 se desarolló la investigación dirigida por Ancel Keys, en la que se analizaron los estilos de vida (principalmente la salud cardiovascular y la dieta) en 22 países[1]. Los resultados y conclusiones del proyecto fueron publicados en 1980 en la obra «Siete países: análisis multivariable de fallecimiento y enfermedad coronaria», considerada alma máter y columna vertebral del asunto mediterráneo[2]. Sin embargo, hay que destacar un hecho verdaderamente paradójico: en realidad en dicha obra, no hay una sola referencia a algo llamado «dieta mediterránea». Nótese por cierto la población que mostró tener un menor ratio de enfermedades cardíacas degenerativas fue la japonesa, y no es que su mar sea muy mediterráneo... En realidad el término «dieta mediterránea» fue acuñado en 1975, cuando el propio Ancel publicó junto con su esposa el libro «Cómo comer y estar bien: El estilo mediterráneo». Y fue entonces cuando la mercadotecnia se puso en marcha a lo bestia, y el término «dieta mediterránea» y sus supuestas virtudes empezaron a grabarse a fuego en el inconsciente colectivo, y a extenderse por medio mundo como supuesto paradigma de la alimentación saludable. Respondiendo al porqué se considera a Ancel Keys padre de la dieta mediterránea, Henry Blackburn, mano derecha de Keys, declaraba: «han sido los expertos en alimentos, los cocineros y la industria alimentaria los que han cogido esas aportaciones de Keys, y se han apresurado para ofrecernos esa expresión tan elegante y chic como es la "dieta mediterránea"»[3]. A pesar de que la dieta de los españoles jamás fue revisada en aquella investigación, y de que el matrimonio Keys apenas se refiriera a España en aquel libro y casi como un país más entre tantos otros del Mediterráneo, nuestro país tomó aquella dieta mediterránea como propia, y se convirtió en motivo de orgullo nacional.
La oscura (mal)interpretación de los estudios por los «profesionales» de la alimentación
Si bien el trabajo de Ancel Keys fue encumbrado hasta los altares por parte de algunos sectores, y sus hallazgos tuvieron una gran repercusión mediática, lo cierto es que desde el principio y hasta hoy, ha sido objeto de numerosas críticas dentro del mundo científico[4]. Con todo, en nuestros días es frecuente oir a todo tipo de «expertos» hablando sobre la importancia de seguir la dieta mediterránea, «ya que está demostrado que es la mejor». Esto lo dicen con una mezcla de dogma ciego y aire científico, sin ser conscientes de las limitaciones de los estudios y suposiciones que la sustentan. Esta actitud combina lo peor del dogma religioso y de la vanidad científica.
(La Plaza del Olivo en Soria alberga un monolito que simboliza el respaldo institucional a la dieta mediterránea en el que se recogen sus «10 mandamientos». Tal y como reza dicho monolito y siguiendo la tradición bíblica más ortodoxa esos 10 mandamientos se resumen en dos: amarás la dieta mediterránea como a ti mismo; y al prójimo transmitirás sus beneficios[5].)
A menudo estos «expertos», y claro, también la parte de la industria alimentaria interesada, citan estudios cuyas supuestas conclusiones demuestran la magnificencia de la dieta mediterránea. El más recurrente es el PREDIMED[6]. Al final del vídeo dejaremos un análisis de tal estudio de mano del Doctor Neal Barnard, que forma parte de su ponencia en la Sexta Conferencia Internacional de Nutrición en Medicina en Washington de Agosto de 2018, en la que comparaba la dieta mediterránea con la vegana[7]. Actualmente se está desarrollando su primo hermano, el estudio PREDIMED-PLUS[8](*). Muy resumidamente consiste en: se hacen dos grupos de personas mayores con obesidad, a uno simplemente se le cuenta las bondades de la dieta mediterránea (grupo control) y al otro (grupo de intervención intensiva) se le prescribe una dieta mediterránea tradicional hipocalórica, para lo cual se reduce el consumo de carnes y embutidos, y otros alimentos azucarados como pastelería y bollería. Concretamente: «la restricción de la ingesta de grasas debe ser a partir de alimentos de origen animal, el aceite de oliva y los frutos secos deben ser las fuentes preferidas de grasa, y las proteínas deben ser derivadas preferentemente de fuentes vegetales». También junto con la dieta se les prescribe un aumento de la actividad física y soporte conductual. Como curiosidad, para que no abandonen el estudio se le regala a cada abuelito 1 litro de aceite de oliva virgen extra y 125 gramos (inicialmente 500 gramos) de frutos secos cada mes, y así de paso se da por hecho que su dieta será alta en grasas y pueden concluir también del estudio, a saber qué, del alto consumo de grasas (como se hizo en el PREDIMED) y también se les permite beber un poquito de vino y así de paso se podrá concluir el consumo de vino es saludable, de paso se justificará su incorporación en las guías alimentarias, y de paso le servirá a la industria del vino para vender su producto. Es decir, básicamente se les prescribe una dieta basada en plantas, saludable e hipocalórica, junto con ejercicio físico[9]. Al parecer y como era de esperar, están mejorando algunos marcadores de salud del grupo intervenido[10]. ¿Y cuál es la causa de esta mejora de la salud? ¿La reducción de alimentos de origen animal? ¿La dieta prácticamente vegetariana? ¿La restricción calórica? ¿El ejercicio físico? ¿Las sesiones de soporte conductual? ¿Una combinación de todas ellas y quizá de otras tantas variables? No. Es la extraordinaria y cuasi-milagrosa «dieta mediterránea».
Pues es esto mismo lo que pasó con el PREDIMED, y también con las investigaciones de Ancel Keys. Hubo quienes interpretaron los resultados de aquel estudio a su antojo y conveniencia, para así seguir glorificando ¡cómo no! la dieta mediterránea. Por supuesto son los mismos que jamás mencionarán el PROVEGETARIAN[11]. Un subestudio del PREDIMED que lo revisó y reinterpretó, y que en resumidas cuentas concluyó que: «cuanto más se coma como un vegetariano, menor será el riesgo de morir por cualquier causa». Incluso se hacen tendenciosos estudios[12] que quieren comparar directamente una dieta vegetariana con una dieta mediterránea, la cual es, al igual que en el proyecto PREDIMED, convenientemente diseñada para que los resultados de los beneficios en la salud de sendas dietas sean similares. De nuevo hacen prácticamente vegetariana una dieta omnívora mediterránea, para concluir que la una es tan saludable como la otra. De nuevo, ¿cuál fue la causa? ¿la reducción de alimentos de origen animal? ¿la dieta prácticamente vegetariana? etc. No, de nuevo fue la extraordinaria y cuasi-milagrosa «dieta mediterránea». Bueno, pues con los «cientos de estudios que demuestran no se qué» de la dieta mediterránea hacen la misma trampa mezquina.
La manipulación del concepto por los medios de comunicación y por la industria alimentaria
Y lo peor es que cada vez que se publica uno de estos tendenciosos estudios, por supuesto la prensa se hace eco de los mismos con titulares amarillistas y sensacionalistas, que a menudo tergiversan todavía más los resultados y las conclusiones de dichos estudios, reforzando aún más el sesgo de la población[13][14]. Incluso sociedades españolas de nutrición supuestamente científicas y rigurosas, y también supuestamente imparciales, recogen y divulgan esos infames estudios[15]. Claro que son las mismas sociedades que acompañan a las cárnicas en sus deleznables campañas de desinformación en las que quieren engañar a la población[16]. Por su parte, la industria utliliza los sintagmas «dieta meditarránea» o «mediterráneo» casi como alegaciones de salud en sí mismas. Pero con una gran e importante matización a tener en cuenta: al poner «dieta mediterránea» en un envase o al mencionarla en un anuncio, no se necesita rendir cuentas a nadie ni pedir permiso por ejemplo, a las autoridades sanitarias, como sí han de hacer las verdaderas alegaciones. Y eso que en 2011 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó un documento de posicionamiento, en el que se defendía que no es posible realizar ninguna alegación de salud relativa al uso o seguimiento de la dieta mediterránea, sentenciando que «NO se puede atribuir a la dieta mediterránea ninguna alegación positiva en materia de salud»[17]. Por otro lado, seguramente todos hayan oído alguna vez que la susodicha dieta forma parte de la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde 2010[18]. Es cierto, pero no está ahí principalmente por considerarse beneficiosa para la salud. Las cuestiones relativas a la salud figuran someramente en un tercer o cuarto plano en el documento que le acredita dicho estatus. Fueron los conceptos relativos a los conocimientos, cocina, formas de cultivo, etcétera, los que le valieron aquella mención. Y por cierto, tampoco cuando algunos organismos sugieren entre otras la dieta mediterránea, lo hacen porque típicamente incluya, por ejemplo, el consumo de vino. El consenso científico respecto al consumo de alcohol es muy claro: el alcohol no es saludable[19], pero aún así las industrias del vino y otras interesadas no tienen ningún tipo de reparo en tergiversar el mensaje para engañar a la población con razonamientos inconsecuentes[20].
La dieta mediterránea ya no es mediterránea
En realidad, debatir si aquella dieta de hace 50 años era saludable o no, es bastante absurdo hoy porque la actual dieta de los españoles, y en general los hábitos de vida, dista muchísimo de parecerse a aquella de hace medio siglo. Ya lo dijo en su día el mencionado Henry Blackburn, alma máter de Keys: «En realidad, y a día de hoy, la población de la cuenca mediterránea es la que principalmente ha abandonado este estilo de vida, al tiempo que se ha alejado de la pobreza implícita que tenía asociada en otro tiempo»[3]. Así es, cada vez nos alejamos más de aquel perfil mediterráneo[21][22]. Lo han puesto de relieve varios estudios recientes, como por ejemplo éste de 2009[23], éste de 2012[24], o éste otro de 2018[25].
Se ignoran las urgencias sanitarias
Además hay otro hecho flagrante que bien podría evidenciar: ó bien que la dieta mediterránea no es en absoluto esa panacea que se nos ha vendido siempre para poder tener una salud óptima, y para prevenir enfermedades como la obesidad o las cardiovasculares, ó bien que efectivamente la de hoy en España nada tiene que ver con aquella dieta mediterránea supuestamente saludable de hace medio siglo (ó bien una concurrencia de ambas y de otras tantas circunstancias como el consumo de procesados, el sedentarismo, etc). Y es justamente por un lado la creciente epidemia de sobrepeso y obesidad en España, con una prevalencia del 21'6% de obesidad y 39'3% de sobrepeso en población adulta, según el estudio ENPE 2014-2015[26]. Se estima que en 2016 había en España unos 24 millones de mediterráneos con exceso de peso —24 millones— con un coste extra de 1.950 millones de euros para el sistema de salud, lo cual lo hace insostenible y asfixia cualquier posibilidad de crecimiento económico[27]. Pero es que por otro lado resulta que la principal causa de defunción en España son las enfermedades cardiovasculares, que en 2016 fueron la causa del 29'2% de los fallecimientos en nuestro país, según los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2018[28]. Según algunos, «la dieta mediterránea de los españoles es maravillosa para prevenir la obesidad y las enfermedades del corazón», pero más de media España es obesa y más de 120.000 españoles mueren por eventos cardíacos cada año.
Nuestro problema no es con la dieta mediterránea
No se nos malinterprete, no estamos insinuando que tal o cual tipo de dieta sea lo que provoca estas alarmantes cifras. No vamos a caer nosotros en la falacia causal que estamos denunciando precisamente en este vídeo. Pero, como dice la OMS: «uno de los indicadores más importantes para evaluar la eficacia de los sistemas de salud de los países es la cifra anual de muertes y su causa». De este modo, las autoridades sanitarias pueden orientar sus actividades en materia de salud pública poniendo en marcha programas para fomentar, por ejemplo, pautas alimentarias que ayuden a prevenir estas enfemedades y estas muertes[29]. Y nosotros pensamos que difícilmente van a conseguir que la gente cambie sus hábitos alimenticios, si publicación tras publicación insisten en la idea de defender la tradición. El peligro de ensalzar en un estudio, en un titular de prensa, o en una guía alimentaria, las virtudes de una hipotética dieta mediterránea ideal, es el recurrente y falaz razonamiento que le sigue por parte del ciudadano que lo lee:
P1) Yo vivo en España.
P2) España está bañada por el mar Mediterráneo.
C1) Mi dieta es mediterránea.
P3) Aquí pone que mi dieta mediterránea es la mejor.
C2) Voy a seguir con mi dieta mediterránea: VOY A SEGUIR COMIENDO LO QUE VENGO COMIENDO.
Y es que aunque no lo parezca, nuestra pretensión con este vídeo no es tanto el cuestionar la dieta mediterránea. Muchos de sus postulados generales —aunque más o menos ambiguos y en ocasiones manipulados torticeramente— pueden ser recomendables. Por ejemplo, seguir un patrón de alimentación con presencia abundante de alimentos vegetales y de temporada, frente a los alimentos procesados. Pero es que hay otros tipos de alimentación que pueden partir de esta premisa, y no se llaman «dieta mediterránea». Como la alimentación vegana, sin ir más lejos. Es más, como dice el propio Barnard en su ponencia: «Puedes ser mediterráneo y vegano, o mediterráneo y omnívoro(**). En definitiva la conclusión que yo extraigo de esto es que el patrón mediterráneo es bueno, pero nos interesa adoptarlo lo más vegano posible».
Nuestro problema no es la dieta mediterránea. Nuestro problema es que HAY A QUIENES LES INTERESA ENORMEMENTE QUE LOS ESPAÑOLES SIGAN COMIENDO LO QUE VIENEN COMIENDO. Tanto es así, que desde 1996 existe una Fundación de la Dieta Mediterránea en España, cuyo patronato goza de un amplio apoyo institucional[30]. De hecho el propio Gobierno de España lanza campañas con la dieta mediterránea por bandera para lobotomizar a la población, especialmente a los pequeños[31]. Dicha fundación divulga su propia pirámide de alimentación saludable[32] y sus nutricionistas contratados, es decir, pagados por las industrias de las bebidas alcohólicas, de la carne y los embutidos, de los lácteos o del pescado, se dedican a fomentar el consumo de alcohol, carne, embutidos, lácteos y pescado[33] ¡Qué sorpresa!
Nuestro problema es el uso deleznable, ruin y deshonesto que la industria alimentaria hace de este concepto, con la doblemente deleznable ruin y deshonesta complicidad de una parte importante del sector sanitario, pues al menos de estos se espera rigor científico y responsabilidad social.
Nuestro problema son las colaboraciones y convenios entre unos que venden lo que los otros nos dicen qué tenemos que comprar[34][35][36][37][38].
Nuestro problema es que a la hora de hacer recomendaciones de consumo no se atienda el avance científico[19][39][40].
Nuestro problema que tampoco se atienda la urgencia de tomar parte en la preservación medioambiental con nuestra toma de decisiones a la hora de alimentarnos. Hace apenas unos días la comisión científica internacional EAT-Lancet, publicó un informe donde urge a un cambio en la alimentación y la agricultura para salvar el planeta y la salud de los humanos[41]. Sus directrices apuntan a una alimentación basada en plantas. Es exactamente lo que vienen demandando otros tantos estudios[42][43][44].
Las guías alimentarias de los países más avanzados ya están implementando estas advertencias (USA[45], UK[46], CA[47]). Aquí seguimos con el vino y el chorizo, igual que hace 15 años[48]. Por supuesto nuestro problema es que tampoco se atienda el avance empático y ético de la sociedad española y de la humanidad[49]. Pero sobre todo, nuestro problema es que para seguir ignorando todo lo anterior se apele vilmente a la tradición, a la tradicional «dieta mediterránea».
Conclusión:
Como hemos visto la «dieta mediterránea», tal y como se la conoce popularmente, tiene mucho más de ejercicio de mercadotecnia —con resultados espectaculares— que beneficio para la salud. Por eso desde la industria alimentaria, e inexplicablemente también desde el ámbito científico, hay quienes se empeñan en defender la dieta mediterránea a capa y espada por sobre cualquier otra, y así poder seguir justificando ciertas recomendaciones de consumo que satisfacen sus propios intereses económicos. Hay maneras de alimentarnos que son tanto o más saludables que la tradicional dieta mediterránea, y definitivamente más éticas y respetuosas con los demás. Las guías alimentarias no pueden ignorar las urgencias sanitarias de un país, ni las urgencias medioambientales del planeta. Y siempre deben considerarlas y tratar de enfrentarlas con el máximo rigor científico y responsabilidad social. La nutrición es la ciencia de la alimentación. ¿Cómo puede ser que una buena parte de su comunidad científica anteponga la tradición a la realidad social y al avance científico? ¿Acaso una de las máximas de la ciencia no es la necesidad de constante revisión y actualización de su contenido? ¿Acaso se podría concebir esto en cualquier otra disciplina científica? ¿Alguien imagina hoy a un neurólogo reivindicando con nostalgia la práctica de lobotomías cerebrales para curar la ansiedad crónica? En definitiva, nos preguntamos: ¿cómo puede ser que se anteponga la tradición... a la razón?
Seguiremos informando.
NOTAS:
(*) El estudio PREDIMED-PLUS lo lleva a cabo la Universidad de Jaén, provincia productora del 50% del aceite de toda España, con la financiación de la Diputación de Jaén, de la Fundación Caja Rural de Jaén a través de su programa ‘Olivarum’, y del Centro de Estudios Avanzados en Olivar y Aceite de Oliva, entre otros: https://www.predimedplus.com/ensayo-predimed-plus-ha-financiado/
(**) Evidentemente el doctor no está sugiriendo que uno «deje de ser omnívoro» al alimentarse éticamente acorde al veganismo; lo que critica sutilmente es el absurdo del concepto «dieta mediterránea» pues primero, en la cuenca mediterránea existen infinitas maneras de alimentarse, que son muy diferentes entre sí, pero todas a la vez son «dieta mediterránea»; y segundo, al final es irrelevante en qué región del planeta viva uno, puede seguir el patrón realmente saludable que típicamente se le atribuyen a la «dieta mediterránea»: prevalencia de alimentos vegetales y saludables por sobre los alimentos animales y procesados.
REFERENCIAS:Cuando uno revisa la literatura española referida a la alimentación y la nutrición, tanto académica como civil, se encuentra con una apelación recurrente: la tradición, la tradicional dieta mediterránea. Incluso a la industria alimentaria le sirve para intentar dignificar productos procesados como una pizza industrial, para poner en alza el consumo de bebidas alcohólicas, para promocionar esnacks y aperitivos hasta las trancas de grasas poco saludables, sal o azúcar, y quedarse tan anchos. (El despiporre mercantilista-mediterráneo alcanza su paroxismo con elementos como comida para perros basada en la «dieta mediterránea»[0].)
Y es que pocas expresiones suenan tan convincentes en el terreno dietético como «dieta mediterránea». Solo mencionarla puede trasladar al consumidor un buen rollo nutricional sin parangón. Y esto, ¿por qué sucede? ¿cuál es el origen del concepto dieta mediterránea, y de su aparentemente incuestionable consideración como sumún de la alimentación saludable, que pudiera justificar aquella defensa a ultranza?
El origen de la dieta mediterránea
Entre los años 1958 y 1970 se desarolló la investigación dirigida por Ancel Keys, en la que se analizaron los estilos de vida (principalmente la salud cardiovascular y la dieta) en 22 países[1]. Los resultados y conclusiones del proyecto fueron publicados en 1980 en la obra «Siete países: análisis multivariable de fallecimiento y enfermedad coronaria», considerada alma máter y columna vertebral del asunto mediterráneo[2]. Sin embargo, hay que destacar un hecho verdaderamente paradójico: en realidad en dicha obra, no hay una sola referencia a algo llamado «dieta mediterránea». Nótese por cierto la población que mostró tener un menor ratio de enfermedades cardíacas degenerativas fue la japonesa, y no es que su mar sea muy mediterráneo... En realidad el término «dieta mediterránea» fue acuñado en 1975, cuando el propio Ancel publicó junto con su esposa el libro «Cómo comer y estar bien: El estilo mediterráneo». Y fue entonces cuando la mercadotecnia se puso en marcha a lo bestia, y el término «dieta mediterránea» y sus supuestas virtudes empezaron a grabarse a fuego en el inconsciente colectivo, y a extenderse por medio mundo como supuesto paradigma de la alimentación saludable. Respondiendo al porqué se considera a Ancel Keys padre de la dieta mediterránea, Henry Blackburn, mano derecha de Keys, declaraba: «han sido los expertos en alimentos, los cocineros y la industria alimentaria los que han cogido esas aportaciones de Keys, y se han apresurado para ofrecernos esa expresión tan elegante y chic como es la "dieta mediterránea"»[3]. A pesar de que la dieta de los españoles jamás fue revisada en aquella investigación, y de que el matrimonio Keys apenas se refiriera a España en aquel libro y casi como un país más entre tantos otros del Mediterráneo, nuestro país tomó aquella dieta mediterránea como propia, y se convirtió en motivo de orgullo nacional.
La oscura (mal)interpretación de los estudios por los «profesionales» de la alimentación
Si bien el trabajo de Ancel Keys fue encumbrado hasta los altares por parte de algunos sectores, y sus hallazgos tuvieron una gran repercusión mediática, lo cierto es que desde el principio y hasta hoy, ha sido objeto de numerosas críticas dentro del mundo científico[4]. Con todo, en nuestros días es frecuente oir a todo tipo de «expertos» hablando sobre la importancia de seguir la dieta mediterránea, «ya que está demostrado que es la mejor». Esto lo dicen con una mezcla de dogma ciego y aire científico, sin ser conscientes de las limitaciones de los estudios y suposiciones que la sustentan. Esta actitud combina lo peor del dogma religioso y de la vanidad científica.
(La Plaza del Olivo en Soria alberga un monolito que simboliza el respaldo institucional a la dieta mediterránea en el que se recogen sus «10 mandamientos». Tal y como reza dicho monolito y siguiendo la tradición bíblica más ortodoxa esos 10 mandamientos se resumen en dos: amarás la dieta mediterránea como a ti mismo; y al prójimo transmitirás sus beneficios[5].)
A menudo estos «expertos», y claro, también la parte de la industria alimentaria interesada, citan estudios cuyas supuestas conclusiones demuestran la magnificencia de la dieta mediterránea. El más recurrente es el PREDIMED[6]. Al final del vídeo dejaremos un análisis de tal estudio de mano del Doctor Neal Barnard, que forma parte de su ponencia en la Sexta Conferencia Internacional de Nutrición en Medicina en Washington de Agosto de 2018, en la que comparaba la dieta mediterránea con la vegana[7]. Actualmente se está desarrollando su primo hermano, el estudio PREDIMED-PLUS[8](*). Muy resumidamente consiste en: se hacen dos grupos de personas mayores con obesidad, a uno simplemente se le cuenta las bondades de la dieta mediterránea (grupo control) y al otro (grupo de intervención intensiva) se le prescribe una dieta mediterránea tradicional hipocalórica, para lo cual se reduce el consumo de carnes y embutidos, y otros alimentos azucarados como pastelería y bollería. Concretamente: «la restricción de la ingesta de grasas debe ser a partir de alimentos de origen animal, el aceite de oliva y los frutos secos deben ser las fuentes preferidas de grasa, y las proteínas deben ser derivadas preferentemente de fuentes vegetales». También junto con la dieta se les prescribe un aumento de la actividad física y soporte conductual. Como curiosidad, para que no abandonen el estudio se le regala a cada abuelito 1 litro de aceite de oliva virgen extra y 125 gramos (inicialmente 500 gramos) de frutos secos cada mes, y así de paso se da por hecho que su dieta será alta en grasas y pueden concluir también del estudio, a saber qué, del alto consumo de grasas (como se hizo en el PREDIMED) y también se les permite beber un poquito de vino y así de paso se podrá concluir el consumo de vino es saludable, de paso se justificará su incorporación en las guías alimentarias, y de paso le servirá a la industria del vino para vender su producto. Es decir, básicamente se les prescribe una dieta basada en plantas, saludable e hipocalórica, junto con ejercicio físico[9]. Al parecer y como era de esperar, están mejorando algunos marcadores de salud del grupo intervenido[10]. ¿Y cuál es la causa de esta mejora de la salud? ¿La reducción de alimentos de origen animal? ¿La dieta prácticamente vegetariana? ¿La restricción calórica? ¿El ejercicio físico? ¿Las sesiones de soporte conductual? ¿Una combinación de todas ellas y quizá de otras tantas variables? No. Es la extraordinaria y cuasi-milagrosa «dieta mediterránea».
Pues es esto mismo lo que pasó con el PREDIMED, y también con las investigaciones de Ancel Keys. Hubo quienes interpretaron los resultados de aquel estudio a su antojo y conveniencia, para así seguir glorificando ¡cómo no! la dieta mediterránea. Por supuesto son los mismos que jamás mencionarán el PROVEGETARIAN[11]. Un subestudio del PREDIMED que lo revisó y reinterpretó, y que en resumidas cuentas concluyó que: «cuanto más se coma como un vegetariano, menor será el riesgo de morir por cualquier causa». Incluso se hacen tendenciosos estudios[12] que quieren comparar directamente una dieta vegetariana con una dieta mediterránea, la cual es, al igual que en el proyecto PREDIMED, convenientemente diseñada para que los resultados de los beneficios en la salud de sendas dietas sean similares. De nuevo hacen prácticamente vegetariana una dieta omnívora mediterránea, para concluir que la una es tan saludable como la otra. De nuevo, ¿cuál fue la causa? ¿la reducción de alimentos de origen animal? ¿la dieta prácticamente vegetariana? etc. No, de nuevo fue la extraordinaria y cuasi-milagrosa «dieta mediterránea». Bueno, pues con los «cientos de estudios que demuestran no se qué» de la dieta mediterránea hacen la misma trampa mezquina.
La manipulación del concepto por los medios de comunicación y por la industria alimentaria
Y lo peor es que cada vez que se publica uno de estos tendenciosos estudios, por supuesto la prensa se hace eco de los mismos con titulares amarillistas y sensacionalistas, que a menudo tergiversan todavía más los resultados y las conclusiones de dichos estudios, reforzando aún más el sesgo de la población[13][14]. Incluso sociedades españolas de nutrición supuestamente científicas y rigurosas, y también supuestamente imparciales, recogen y divulgan esos infames estudios[15]. Claro que son las mismas sociedades que acompañan a las cárnicas en sus deleznables campañas de desinformación en las que quieren engañar a la población[16]. Por su parte, la industria utliliza los sintagmas «dieta meditarránea» o «mediterráneo» casi como alegaciones de salud en sí mismas. Pero con una gran e importante matización a tener en cuenta: al poner «dieta mediterránea» en un envase o al mencionarla en un anuncio, no se necesita rendir cuentas a nadie ni pedir permiso por ejemplo, a las autoridades sanitarias, como sí han de hacer las verdaderas alegaciones. Y eso que en 2011 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó un documento de posicionamiento, en el que se defendía que no es posible realizar ninguna alegación de salud relativa al uso o seguimiento de la dieta mediterránea, sentenciando que «NO se puede atribuir a la dieta mediterránea ninguna alegación positiva en materia de salud»[17]. Por otro lado, seguramente todos hayan oído alguna vez que la susodicha dieta forma parte de la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde 2010[18]. Es cierto, pero no está ahí principalmente por considerarse beneficiosa para la salud. Las cuestiones relativas a la salud figuran someramente en un tercer o cuarto plano en el documento que le acredita dicho estatus. Fueron los conceptos relativos a los conocimientos, cocina, formas de cultivo, etcétera, los que le valieron aquella mención. Y por cierto, tampoco cuando algunos organismos sugieren entre otras la dieta mediterránea, lo hacen porque típicamente incluya, por ejemplo, el consumo de vino. El consenso científico respecto al consumo de alcohol es muy claro: el alcohol no es saludable[19], pero aún así las industrias del vino y otras interesadas no tienen ningún tipo de reparo en tergiversar el mensaje para engañar a la población con razonamientos inconsecuentes[20].
La dieta mediterránea ya no es mediterránea
En realidad, debatir si aquella dieta de hace 50 años era saludable o no, es bastante absurdo hoy porque la actual dieta de los españoles, y en general los hábitos de vida, dista muchísimo de parecerse a aquella de hace medio siglo. Ya lo dijo en su día el mencionado Henry Blackburn, alma máter de Keys: «En realidad, y a día de hoy, la población de la cuenca mediterránea es la que principalmente ha abandonado este estilo de vida, al tiempo que se ha alejado de la pobreza implícita que tenía asociada en otro tiempo»[3]. Así es, cada vez nos alejamos más de aquel perfil mediterráneo[21][22]. Lo han puesto de relieve varios estudios recientes, como por ejemplo éste de 2009[23], éste de 2012[24], o éste otro de 2018[25].
Se ignoran las urgencias sanitarias
Además hay otro hecho flagrante que bien podría evidenciar: ó bien que la dieta mediterránea no es en absoluto esa panacea que se nos ha vendido siempre para poder tener una salud óptima, y para prevenir enfermedades como la obesidad o las cardiovasculares, ó bien que efectivamente la de hoy en España nada tiene que ver con aquella dieta mediterránea supuestamente saludable de hace medio siglo (ó bien una concurrencia de ambas y de otras tantas circunstancias como el consumo de procesados, el sedentarismo, etc). Y es justamente por un lado la creciente epidemia de sobrepeso y obesidad en España, con una prevalencia del 21'6% de obesidad y 39'3% de sobrepeso en población adulta, según el estudio ENPE 2014-2015[26]. Se estima que en 2016 había en España unos 24 millones de mediterráneos con exceso de peso —24 millones— con un coste extra de 1.950 millones de euros para el sistema de salud, lo cual lo hace insostenible y asfixia cualquier posibilidad de crecimiento económico[27]. Pero es que por otro lado resulta que la principal causa de defunción en España son las enfermedades cardiovasculares, que en 2016 fueron la causa del 29'2% de los fallecimientos en nuestro país, según los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2018[28]. Según algunos, «la dieta mediterránea de los españoles es maravillosa para prevenir la obesidad y las enfermedades del corazón», pero más de media España es obesa y más de 120.000 españoles mueren por eventos cardíacos cada año.
Nuestro problema no es con la dieta mediterránea
No se nos malinterprete, no estamos insinuando que tal o cual tipo de dieta sea lo que provoca estas alarmantes cifras. No vamos a caer nosotros en la falacia causal que estamos denunciando precisamente en este vídeo. Pero, como dice la OMS: «uno de los indicadores más importantes para evaluar la eficacia de los sistemas de salud de los países es la cifra anual de muertes y su causa». De este modo, las autoridades sanitarias pueden orientar sus actividades en materia de salud pública poniendo en marcha programas para fomentar, por ejemplo, pautas alimentarias que ayuden a prevenir estas enfemedades y estas muertes[29]. Y nosotros pensamos que difícilmente van a conseguir que la gente cambie sus hábitos alimenticios, si publicación tras publicación insisten en la idea de defender la tradición. El peligro de ensalzar en un estudio, en un titular de prensa, o en una guía alimentaria, las virtudes de una hipotética dieta mediterránea ideal, es el recurrente y falaz razonamiento que le sigue por parte del ciudadano que lo lee:
P1) Yo vivo en España.
P2) España está bañada por el mar Mediterráneo.
C1) Mi dieta es mediterránea.
P3) Aquí pone que mi dieta mediterránea es la mejor.
C2) Voy a seguir con mi dieta mediterránea: VOY A SEGUIR COMIENDO LO QUE VENGO COMIENDO.
Y es que aunque no lo parezca, nuestra pretensión con este vídeo no es tanto el cuestionar la dieta mediterránea. Muchos de sus postulados generales —aunque más o menos ambiguos y en ocasiones manipulados torticeramente— pueden ser recomendables. Por ejemplo, seguir un patrón de alimentación con presencia abundante de alimentos vegetales y de temporada, frente a los alimentos procesados. Pero es que hay otros tipos de alimentación que pueden partir de esta premisa, y no se llaman «dieta mediterránea». Como la alimentación vegana, sin ir más lejos. Es más, como dice el propio Barnard en su ponencia: «Puedes ser mediterráneo y vegano, o mediterráneo y omnívoro(**). En definitiva la conclusión que yo extraigo de esto es que el patrón mediterráneo es bueno, pero nos interesa adoptarlo lo más vegano posible».
Nuestro problema no es la dieta mediterránea. Nuestro problema es que HAY A QUIENES LES INTERESA ENORMEMENTE QUE LOS ESPAÑOLES SIGAN COMIENDO LO QUE VIENEN COMIENDO. Tanto es así, que desde 1996 existe una Fundación de la Dieta Mediterránea en España, cuyo patronato goza de un amplio apoyo institucional[30]. De hecho el propio Gobierno de España lanza campañas con la dieta mediterránea por bandera para lobotomizar a la población, especialmente a los pequeños[31]. Dicha fundación divulga su propia pirámide de alimentación saludable[32] y sus nutricionistas contratados, es decir, pagados por las industrias de las bebidas alcohólicas, de la carne y los embutidos, de los lácteos o del pescado, se dedican a fomentar el consumo de alcohol, carne, embutidos, lácteos y pescado[33] ¡Qué sorpresa!
Nuestro problema es el uso deleznable, ruin y deshonesto que la industria alimentaria hace de este concepto, con la doblemente deleznable ruin y deshonesta complicidad de una parte importante del sector sanitario, pues al menos de estos se espera rigor científico y responsabilidad social.
Nuestro problema son las colaboraciones y convenios entre unos que venden lo que los otros nos dicen qué tenemos que comprar[34][35][36][37][38].
Nuestro problema es que a la hora de hacer recomendaciones de consumo no se atienda el avance científico[19][39][40].
Nuestro problema que tampoco se atienda la urgencia de tomar parte en la preservación medioambiental con nuestra toma de decisiones a la hora de alimentarnos. Hace apenas unos días la comisión científica internacional EAT-Lancet, publicó un informe donde urge a un cambio en la alimentación y la agricultura para salvar el planeta y la salud de los humanos[41]. Sus directrices apuntan a una alimentación basada en plantas. Es exactamente lo que vienen demandando otros tantos estudios[42][43][44].
Las guías alimentarias de los países más avanzados ya están implementando estas advertencias (USA[45], UK[46], CA[47]). Aquí seguimos con el vino y el chorizo, igual que hace 15 años[48]. Por supuesto nuestro problema es que tampoco se atienda el avance empático y ético de la sociedad española y de la humanidad[49]. Pero sobre todo, nuestro problema es que para seguir ignorando todo lo anterior se apele vilmente a la tradición, a la tradicional «dieta mediterránea».
Conclusión:
Como hemos visto la «dieta mediterránea», tal y como se la conoce popularmente, tiene mucho más de ejercicio de mercadotecnia —con resultados espectaculares— que beneficio para la salud. Por eso desde la industria alimentaria, e inexplicablemente también desde el ámbito científico, hay quienes se empeñan en defender la dieta mediterránea a capa y espada por sobre cualquier otra, y así poder seguir justificando ciertas recomendaciones de consumo que satisfacen sus propios intereses económicos. Hay maneras de alimentarnos que son tanto o más saludables que la tradicional dieta mediterránea, y definitivamente más éticas y respetuosas con los demás. Las guías alimentarias no pueden ignorar las urgencias sanitarias de un país, ni las urgencias medioambientales del planeta. Y siempre deben considerarlas y tratar de enfrentarlas con el máximo rigor científico y responsabilidad social. La nutrición es la ciencia de la alimentación. ¿Cómo puede ser que una buena parte de su comunidad científica anteponga la tradición a la realidad social y al avance científico? ¿Acaso una de las máximas de la ciencia no es la necesidad de constante revisión y actualización de su contenido? ¿Acaso se podría concebir esto en cualquier otra disciplina científica? ¿Alguien imagina hoy a un neurólogo reivindicando con nostalgia la práctica de lobotomías cerebrales para curar la ansiedad crónica? En definitiva, nos preguntamos: ¿cómo puede ser que se anteponga la tradición... a la razón?
Seguiremos informando.
NOTAS:
(*) El estudio PREDIMED-PLUS lo lleva a cabo la Universidad de Jaén, provincia productora del 50% del aceite de toda España, con la financiación de la Diputación de Jaén, de la Fundación Caja Rural de Jaén a través de su programa ‘Olivarum’, y del Centro de Estudios Avanzados en Olivar y Aceite de Oliva, entre otros: https://www.predimedplus.com/ensayo-predimed-plus-ha-financiado/
(**) Evidentemente el doctor no está sugiriendo que uno «deje de ser omnívoro» al alimentarse éticamente acorde al veganismo; lo que critica sutilmente es el absurdo del concepto «dieta mediterránea» pues primero, en la cuenca mediterránea existen infinitas maneras de alimentarse, que son muy diferentes entre sí, pero todas a la vez son «dieta mediterránea»; y segundo, al final es irrelevante en qué región del planeta viva uno, puede seguir el patrón realmente saludable que típicamente se le atribuyen a la «dieta mediterránea»: prevalencia de alimentos vegetales y saludables por sobre los alimentos animales y procesados.
[0] https://picartpetcare.com/producto/select-light-comida-perros-sobrepeso/
[1] https://www.sevencountriesstudy.com/about-the-study/
[2] https://amzn.to/2TmBk5l https://www.amazon.es/How-eat-well-stay-Mediterranean/dp/0385009062/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1502285340&sr=8-1&keywords=How+to+eat+well+and+stay+well+the+Mediterranean+way&tag=epheme-21
[3] http://www.epi.umn.edu/cvdepi/essay/the-mediterranean-diet-in-2011/
[4] https://thescienceofnutrition.files.wordpress.com/2014/03/fat-in-the-diet-and-mortality-from-heart-disease1.pdf
[5] https://elmirondesoria.es/soria/capital/capital-de-la-dieta-mediterrnea
[6] http://www.predimed.es/
[7] https://www.youtube.com/watch?v=Xv_ykZr_8cc
[8] https://www.predimedplus.com/
[9] https://www.predimedplus.com/wp-content/uploads/2018/11/Protocolo-PREDIMED-Plus_Cast.pdf
[10] https://www.diariosur.es/malaga-capital/pacientes-obesos-malaga-20190122191534-nt.html
[11] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24871477
[12] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29483085
[13] https://www.abc.es/salud/habitos-vida-saludable/abci-dieta-mediterranea-eficaz-como-vegetariana-para-prevenir-infartos-ictus-201802261623_noticia.html
[14] https://www.lasexta.com/noticias/ciencia-tecnologia/dietas-mediterranea-vegetariana-son-igual-eficaces-prevenir-enfermedades-corazon-ictus_201802265a94580c0cf2586cf83db5ff.html
[15] http://www.sennutricion.org/es/2018/02/26/la-dieta-mediterrnea-tan-eficaz-como-la-vegetariana-para-prevenir-los-infartos-e-ictus
[16] http://www.sennutricion.org/es/2015/10/19/i-simposio-cientifico-de-la-carne-de-cerdo-de-capa-blanca
[17] https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.2903/j.efsa.2011.2245
[18] http://www.unesco.org/culture/ich/doc/download.php?versionID=07372
[19] https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0140673618313102
[20] http://bodegacanaria.es/informe-oms-la-dieta-mediterranea-considerada-muy-saludable
[21] https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/te_lo_aclaro/espanoles-seguimos-dieta-mediterranea/20170810135449086324.html
[22] https://elpais.com/elpais/2019/01/25/buenavida/1548432263_291328.html
[23] https://www.cambridge.org/core/journals/public-health-nutrition/article/worldwide-variation-of-adherence-to-the-mediterranean-diet-in-19611965-and-20002003/61B8F91A8BD47BD3B9AAAB269212792F
[24] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22875552
[25] http://www.injuve.es/sites/default/files/2018/17/publicaciones/evaluacion_de_habitos_nutricionales.pdf
[26] http://www.revespcardiol.org/es/prevalencia-obesidad-general-obesidad-abdominal/articulo/90453754/
[27] http://www.revespcardiol.org/es/exceso-peso-espana-situacion-actual/avance-resumen/S0300893218303877/
[28] http://www.ine.es/prodyser/espa_cifras/2018/20/
[29] https://www.abc.es/sociedad/abci-morimos-mapa-principales-causas-defuncion-cada-pais-201807160159_noticia.html
[30] https://dietamediterranea.com/fundacion/
[31] http://www.alimentacion.es/es/campanas/semana_de_la_dieta_mediterranea/
[32] https://dietamediterranea.com/fundacion/descarga-la-piramide/
[33] http://www.laespanolasalud.com/es/entrevistas/102-isabel-bertomeu-nutricionista-de-fdm
[34] http://www.fen.org.es/index.php/sobre-fen/promotores
[35] http://www.fen.org.es/index.php/sobre-fen/colaboradores/0
[36] http://www.habitosdevidasaludables.com/empresas.php
[37] http://www.nutricioncomunitaria.org/es/colaborador-documento/3
[38] https://www.lamarea.com/2015/03/21/el-lobby-de-la-mala-alimentacion-espanola/?utm_content=buffer61999&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer
[39] https://www.who.int/features/qa/cancer-red-meat/es/
[40] https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/what-should-you-eat/calcium-and-milk/
[41] https://www.thelancet.com/pdfs/journals/lancet/PIIS0140-6736(18)31788-4.pdf?utm_campaign=tleat19&utm_source=HubPage
[42] https://www.theguardian.com/environment/2018/oct/10/huge-reduction-in-meat-eating-essential-to-avoid-climate-breakdown
[43] https://www.ipcc.ch/sr15/chapter/summary-for-policy-makers/
[44] http://www.vegetarismus.ch/klimaschutz/index_en.htm
[45] https://www.choosemyplate.gov/multilanguage-spanish
[46] https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/healthy-eating-plate/translations/spanish/
[47] https://food-guide.canada.ca/en/
[48] https://twitter.com/Midietacojea/status/1086340192028577792
[49] https://unionvegetariana.org/el-veganismo-en-espana-en-cifras/