RESUMEN: ¿Qué es el «equilibrio de la naturaleza»? ¿existe el «equilibrio de la naturaleza» o es un mito? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.
La palabra «naturaleza» es innecesaria, pues disponemos de las palabras «Universo» y «seres vivos», pero el hecho es que todo es naturaleza y 100% natural. La idea de «equilibrio de la naturaleza» o «equilibrio ecológico» es parte de los dogmas de creencias religiosas y místicas que pretenden «ordenar» el comportamiento humano según intereses particulares mediante la apelación a la naturaleza. La ciencia dice que la «naturaleza», con o sin intervención de los humanos, siempre está cambiando, desapareciendo unas especies y apareciendo otras especies nuevas, resultado de la evolución a través de la adaptación a los cambios ambientales. No existe un equilibrio de la naturaleza, sino una evolución en la naturaleza. Aunque el «equilibrio de la naturaleza» no existe, ello no es una razón que justifique dañar a otros seres sintientes mediante contaminación, violencia, etc.
Palabras clave: armonía, desequilibrio, equilibrio ecológico, equilibrio natural, natural, naturaleza, orden
La palabra «naturaleza» es innecesaria, pues disponemos de las palabras «Universo» y «seres vivos», pero el hecho es que todo es naturaleza y 100% natural. La idea de «equilibrio de la naturaleza» o «equilibrio ecológico» es parte de los dogmas de creencias religiosas y místicas que pretenden «ordenar» el comportamiento humano según intereses particulares mediante la apelación a la naturaleza. La ciencia dice que la «naturaleza», con o sin intervención de los humanos, siempre está cambiando, desapareciendo unas especies y apareciendo otras especies nuevas, resultado de la evolución a través de la adaptación a los cambios ambientales. No existe un equilibrio de la naturaleza, sino una evolución en la naturaleza. Aunque el «equilibrio de la naturaleza» no existe, ello no es una razón que justifique dañar a otros seres sintientes mediante contaminación, violencia, etc.
Palabras clave: armonía, desequilibrio, equilibrio ecológico, equilibrio natural, natural, naturaleza, orden
En un artículo anterior demostramos a los «ecologistas» que no consumir productos de origen animal es mucho más ecológico que consumirlos[1]. También explicamos en otro artículo que todo es naturaleza y 100% natural, pues lo «no natural» no existe[2].
Algunas personas afirman que en la «naturaleza» hay un «equilibrio» y que si se rompe entonces se producen «malas consecuencias». Según estas personas, la realidad está compuesta de cosas «naturales» (producidas por la «naturaleza») y de cosas «no naturales» o artificiales (producidas por los «seres humanos»), en base a esto afirman que existe un «equilibrio de la naturaleza», también llamado «equilibrio natural» o «equilibrio ecológico». Definen el «equilibrio de la naturaleza» como la «condición de estabilidad en un ecosistema cuando los organismos y los elementos físicos están interactuando en forma adecuada», o como: «estado de balance natural establecido en un ecosistema por las relaciones interactuantes entre los miembros de la comunidad y su hábitat, plenamente desarrollado y en el cual va ocurriendo lentamente la evolución, produciéndose una interacción entre estos factores». En su primer sentido, el término «equilibrio» es puramente descriptivo y designa un estado de inmovilidad o de permanencia: las relaciones que mantienen los elementos de un ecosistema son tales que este conserva su estructura. A este primer sentido se le suele añadir un segundo sentido de «estado ideal», el cual ya no es meramente descriptivo, sino normativo, que añade el deber de mantener dicho «equilibrio», entendido como «orden de la naturaleza» o «armonía de la naturaleza». La noción de «orden» evoca un sistema donde cada ser o categoría de seres ocupa su justo lugar, esta idea está en la línea del conservadurismo político[3]. La noción de «armonía» hace pensar en un estado de unión o de convenio, donde cada ser vivo está en «armonía» o lo mejor posible con los demás para contribuir a la «belleza del conjunto». Estas dos palabras sugieren que la «naturaleza» «ordena» el mundo por el bien de «sus criaturas», al mismo tiempo que se transmite el peligro que implica desordenar su «perfección».
Algunos antropocentristas dicen si no hubiera granjas ni mataderos se rompería el «equilibrio de la naturaleza» y eso tendría unas «malas consecuencias». Según estas personas, «debemos matar a quienes reproducimos en granjas para que mantener el equilibrio de la naturaleza». El argumento es bastante absurdo, pues ellos mismos reconocen defender las granjas que son la causa del problema que dicen que se debe solucionar. Algunos antropocentristas que ven lo absurdo de este argumento dicen que «debemos cazar para mantener el equilibrio de la naturaleza», pero ya les demostramos que las poblaciones pueden gestionarse por métodos no violentos[4]; además a continuación les respondemos que no existe ningún equilibrio que mantener.
A pesar del éxito que ha cosechado la idea de «equilibrio de la naturaleza» entre el gran público, esta idea no se corresponde con la realidad:
- En abril de 1992, se publicó el libro Discordant Harmonies: A New Ecology for the 21st Century (Armonías discordantes: una nueva ecología para el siglo 21), donde Daniel B. Botkin explica que las actuales ideas sobre la naturaleza tienen 4.000 años de antigüedad, y están dominadas por el antiguo mito del «equilibrio de la naturaleza». La antigua idea del «equilibrio de la naturaleza» defiende la idea de una naturaleza fija donde cada cosa y cada individuo se encuentra en su justo lugar, un estado al que se regresa cuando los humanos dejan de alterarla y que es el mejor estado para ella y para nosotros. La consecuencia de estas ideas es que los humanos son malos para la «naturaleza», pues ésta está mejor sin la intervención humana. Los humanos y la naturaleza están separados. Pero la ciencia moderna demuestra que la naturaleza siempre está cambiando, y que muchas especies se han adaptado a estos cambios y los exigen. Desaparecen unas especies y aparecen otras especies nuevas por medio de la evolución. Cuando evitamos los cambios naturales, muchas especies disminuyen y pueden extinguirse, por ello, la manera de «salvar» a la naturaleza y de resolver los problemas ambientales es la de aceptar los cambios naturales, dejar que ocurran. Los humanos están integrados en la naturaleza; los lugares que consideramos como naturaleza «primitiva» son, de hecho, muy afectados por los humanos y lo han sido durante mucho tiempo[1]. En resumen, el mito del equilibrio natural contiene tres elementos importantes:
Este mito se va haciendo visible entre los filósofos. En consonancia con el filósofo norteamericano Botkin, Martha Nussbaum también critica lo que llama «el mito del equilibrio natural».
Venus, Marte y la Luna son lugares en los que se podrían cultivar vegetales. Marte parece tener unos entornos más apropiados para mantener vida de lo que se esperaba, ya que contiene trazas de magnesio, sodio, potasio y cloro. En estos planetas no se ha encontrado vida, por ello, podemos decir que no existe un «equilibrio natural» en ellos. Si en el futuro los humanos establecieran una base permanente en la Luna y construyeran invernaderos (Moon greenhouse) regados con agua lunar, ¿podríamos decir que los seres humanos habrían creado un «equilibrio natural o ecológico» en la Luna?
En todo lugar con vida hay «equilibrio de la naturaleza». Si se encontrase vida en el planeta Marte, por ejemplo bacterias, entonces podríamos afirmar que existe un ecosistema marciano con su propio «equilibrio». Por lo tanto, si un desastre convirtiera al planeta Tierra en un planeta similar a un Marte con vida bacteriana entonces podríamos seguir diciendo que existiría un «equilibro de la naturaleza» en la Tierra, aunque sólo existieran bacterias. Por lo tanto, pase lo que pase, si hay vida entonces hay «equilibrio en la naturaleza».
Lo que realmente significa la idea del «equilibrio en la naturaleza» es «el estado de las cosas que beneficio a la especie humana», especialmente a quienes tienen el poder, pues es una idea antropocentrista. Por ejemplo, si por un momento imaginamos que desaparecieran los depredadores de los conejos entonces estos aumentarían su población y algunas personas dirían que el aumento de la población de conejos es una «plaga» que rompe el «equilibro natural»; pero la realidad es que verían a los conejos como una «plaga» porque estos perjudicarían intereses económicos al comerse las cosechas, no porque altas poblaciones de conejos vayan a producir el fin de la vida en la Tierra. Un aumento en la población de conejos no rompería ningún supuesto «equilibro» sino que los conejos, al no tener depredadores, se convertirían en una especie que expandiría su rama evolutiva, a partir de la cual aparecerían nuevas especies.
Llaman «plaga» a los seres vivos que perjudican los intereses humanos, especialmente los económicos. En cambio, no se ve como una «plaga» a los miles de millones de animales que actualmente están siendo explotados en las granjas, pues estos producen un beneficio económico. Un ejemplo muy popular en este sentido son las abejas. Según palabras de Albert Einstein si desaparecen las abejas «al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres», pero no sería así para el resto de animales que no dependen de las abejas, por ejemplo los animales marinos que existieron mucho antes de que existieran abejas. Tampoco dicen que los humanos son una «plaga» porque a mayor consumismo se produce un mayor beneficio económico para las élites y porque vivimos en sociedades antropocentristas. Aunque también puede escucharse a algunos humanos llamar «plaga» a otros grupos de humanos cuando hay intereses económicos y poder por medio, por ejemplo llamando "plaga" a inmigrantes, llamando "plaga" a refugiados, etc.
Se usa la idea de «equilibrio» con fines políticos. La idea del «equilibrio» de la naturaleza es parte de los dogmas de creencias místicas y religiosas que pretenden ordenar el comportamiento humano mediante la apelación a la naturaleza[5] y a un supuesto «orden natural». Es interesante constatar que la noción de «orden natural» es contemporánea de regímenes políticos y sociales explícitamente autoritarios, mientras que la de «equilibrios naturales» es más contemporánea de las democracias parlamentarias. La idea de naturaleza ha sido muy frecuentemente una proyección de nuestro propio modo de vida en sociedad; es entonces inquietante notar que conservamos una visión de la naturaleza propiamente totalitaria, donde los individuos existen solamente como mecanismos y funciones en el seno de un orden totalizante[2]. El «equilibrio en la naturaleza» es violencia en la naturaleza, es guerra en la naturaleza.
No podemos llegar a la conclusión de que debemos matar a quienes no son humanos para respetar el «equilibrio en la naturaleza» porque no existe tal equilibrio, sino la evolución biológica y por encima de ella la Ética.
Impresionante rescate de una cría de bufalo por parte de su manada (Link)
Algunas personas afirman que en la «naturaleza» hay un «equilibrio» y que si se rompe entonces se producen «malas consecuencias». Según estas personas, la realidad está compuesta de cosas «naturales» (producidas por la «naturaleza») y de cosas «no naturales» o artificiales (producidas por los «seres humanos»), en base a esto afirman que existe un «equilibrio de la naturaleza», también llamado «equilibrio natural» o «equilibrio ecológico». Definen el «equilibrio de la naturaleza» como la «condición de estabilidad en un ecosistema cuando los organismos y los elementos físicos están interactuando en forma adecuada», o como: «estado de balance natural establecido en un ecosistema por las relaciones interactuantes entre los miembros de la comunidad y su hábitat, plenamente desarrollado y en el cual va ocurriendo lentamente la evolución, produciéndose una interacción entre estos factores». En su primer sentido, el término «equilibrio» es puramente descriptivo y designa un estado de inmovilidad o de permanencia: las relaciones que mantienen los elementos de un ecosistema son tales que este conserva su estructura. A este primer sentido se le suele añadir un segundo sentido de «estado ideal», el cual ya no es meramente descriptivo, sino normativo, que añade el deber de mantener dicho «equilibrio», entendido como «orden de la naturaleza» o «armonía de la naturaleza». La noción de «orden» evoca un sistema donde cada ser o categoría de seres ocupa su justo lugar, esta idea está en la línea del conservadurismo político[3]. La noción de «armonía» hace pensar en un estado de unión o de convenio, donde cada ser vivo está en «armonía» o lo mejor posible con los demás para contribuir a la «belleza del conjunto». Estas dos palabras sugieren que la «naturaleza» «ordena» el mundo por el bien de «sus criaturas», al mismo tiempo que se transmite el peligro que implica desordenar su «perfección».
Algunos antropocentristas dicen si no hubiera granjas ni mataderos se rompería el «equilibrio de la naturaleza» y eso tendría unas «malas consecuencias». Según estas personas, «debemos matar a quienes reproducimos en granjas para que mantener el equilibrio de la naturaleza». El argumento es bastante absurdo, pues ellos mismos reconocen defender las granjas que son la causa del problema que dicen que se debe solucionar. Algunos antropocentristas que ven lo absurdo de este argumento dicen que «debemos cazar para mantener el equilibrio de la naturaleza», pero ya les demostramos que las poblaciones pueden gestionarse por métodos no violentos[4]; además a continuación les respondemos que no existe ningún equilibrio que mantener.
A pesar del éxito que ha cosechado la idea de «equilibrio de la naturaleza» entre el gran público, esta idea no se corresponde con la realidad:
- En abril de 1992, se publicó el libro Discordant Harmonies: A New Ecology for the 21st Century (Armonías discordantes: una nueva ecología para el siglo 21), donde Daniel B. Botkin explica que las actuales ideas sobre la naturaleza tienen 4.000 años de antigüedad, y están dominadas por el antiguo mito del «equilibrio de la naturaleza». La antigua idea del «equilibrio de la naturaleza» defiende la idea de una naturaleza fija donde cada cosa y cada individuo se encuentra en su justo lugar, un estado al que se regresa cuando los humanos dejan de alterarla y que es el mejor estado para ella y para nosotros. La consecuencia de estas ideas es que los humanos son malos para la «naturaleza», pues ésta está mejor sin la intervención humana. Los humanos y la naturaleza están separados. Pero la ciencia moderna demuestra que la naturaleza siempre está cambiando, y que muchas especies se han adaptado a estos cambios y los exigen. Desaparecen unas especies y aparecen otras especies nuevas por medio de la evolución. Cuando evitamos los cambios naturales, muchas especies disminuyen y pueden extinguirse, por ello, la manera de «salvar» a la naturaleza y de resolver los problemas ambientales es la de aceptar los cambios naturales, dejar que ocurran. Los humanos están integrados en la naturaleza; los lugares que consideramos como naturaleza «primitiva» son, de hecho, muy afectados por los humanos y lo han sido durante mucho tiempo[1]. En resumen, el mito del equilibrio natural contiene tres elementos importantes:
1) La naturaleza, de no ser por la intervención humana, alcanzaría una permanencia de forma y estructura que se mantendría indefinidamente;
2) esa condición permanente es la mejor condición posible para la naturaleza: es la mejor para el medio ambiente, para los animales no-humanos y para los humanos;
3) si se perturba ese orden natural perfecto, la naturaleza es capaz de regresar a él.
Este mito se va haciendo visible entre los filósofos. En consonancia con el filósofo norteamericano Botkin, Martha Nussbaum también critica lo que llama «el mito del equilibrio natural».
Venus, Marte y la Luna son lugares en los que se podrían cultivar vegetales. Marte parece tener unos entornos más apropiados para mantener vida de lo que se esperaba, ya que contiene trazas de magnesio, sodio, potasio y cloro. En estos planetas no se ha encontrado vida, por ello, podemos decir que no existe un «equilibrio natural» en ellos. Si en el futuro los humanos establecieran una base permanente en la Luna y construyeran invernaderos (Moon greenhouse) regados con agua lunar, ¿podríamos decir que los seres humanos habrían creado un «equilibrio natural o ecológico» en la Luna?
En todo lugar con vida hay «equilibrio de la naturaleza». Si se encontrase vida en el planeta Marte, por ejemplo bacterias, entonces podríamos afirmar que existe un ecosistema marciano con su propio «equilibrio». Por lo tanto, si un desastre convirtiera al planeta Tierra en un planeta similar a un Marte con vida bacteriana entonces podríamos seguir diciendo que existiría un «equilibro de la naturaleza» en la Tierra, aunque sólo existieran bacterias. Por lo tanto, pase lo que pase, si hay vida entonces hay «equilibrio en la naturaleza».
Lo que realmente significa la idea del «equilibrio en la naturaleza» es «el estado de las cosas que beneficio a la especie humana», especialmente a quienes tienen el poder, pues es una idea antropocentrista. Por ejemplo, si por un momento imaginamos que desaparecieran los depredadores de los conejos entonces estos aumentarían su población y algunas personas dirían que el aumento de la población de conejos es una «plaga» que rompe el «equilibro natural»; pero la realidad es que verían a los conejos como una «plaga» porque estos perjudicarían intereses económicos al comerse las cosechas, no porque altas poblaciones de conejos vayan a producir el fin de la vida en la Tierra. Un aumento en la población de conejos no rompería ningún supuesto «equilibro» sino que los conejos, al no tener depredadores, se convertirían en una especie que expandiría su rama evolutiva, a partir de la cual aparecerían nuevas especies.
Llaman «plaga» a los seres vivos que perjudican los intereses humanos, especialmente los económicos. En cambio, no se ve como una «plaga» a los miles de millones de animales que actualmente están siendo explotados en las granjas, pues estos producen un beneficio económico. Un ejemplo muy popular en este sentido son las abejas. Según palabras de Albert Einstein si desaparecen las abejas «al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres», pero no sería así para el resto de animales que no dependen de las abejas, por ejemplo los animales marinos que existieron mucho antes de que existieran abejas. Tampoco dicen que los humanos son una «plaga» porque a mayor consumismo se produce un mayor beneficio económico para las élites y porque vivimos en sociedades antropocentristas. Aunque también puede escucharse a algunos humanos llamar «plaga» a otros grupos de humanos cuando hay intereses económicos y poder por medio, por ejemplo llamando "plaga" a inmigrantes, llamando "plaga" a refugiados, etc.
Se usa la idea de «equilibrio» con fines políticos. La idea del «equilibrio» de la naturaleza es parte de los dogmas de creencias místicas y religiosas que pretenden ordenar el comportamiento humano mediante la apelación a la naturaleza[5] y a un supuesto «orden natural». Es interesante constatar que la noción de «orden natural» es contemporánea de regímenes políticos y sociales explícitamente autoritarios, mientras que la de «equilibrios naturales» es más contemporánea de las democracias parlamentarias. La idea de naturaleza ha sido muy frecuentemente una proyección de nuestro propio modo de vida en sociedad; es entonces inquietante notar que conservamos una visión de la naturaleza propiamente totalitaria, donde los individuos existen solamente como mecanismos y funciones en el seno de un orden totalizante[2]. El «equilibrio en la naturaleza» es violencia en la naturaleza, es guerra en la naturaleza.
No podemos llegar a la conclusión de que debemos matar a quienes no son humanos para respetar el «equilibrio en la naturaleza» porque no existe tal equilibrio, sino la evolución biológica y por encima de ella la Ética.
Impresionante rescate de una cría de bufalo por parte de su manada (Link)