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ARGUMENTO: “Los animales no tienen la capacidad ni el interés de disfrutar”

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RESUMEN: ¿Qué es disfrutar? ¿es éticamente correcto maltratar a quien no puede disfrutar? ¿puede existir alguien que no pueda disfrutar? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.

Decimos que alguien disfruta cuando consigue algo que quiere, es decir, cuando satisface un interés, independientemente de lo que ocurra después. Por lo tanto, todos los seres sintientes podemos disfrutar porque tenemos intereses, y querer satifacer intereses es querer disfrutar. Los cuerpos de los animales no humanos contienen las mismas estructuras y sustancias químicas que tienen la función de producir placer en humanos. No tiene sentido afirmar que ellos no pueden sentir placer y los humanos sí. Algunas sustancias químicas asociadas al placer en humanos son la dopamina, las endorfinas y la oxitocina. Tener conciencia implica sentir y tener intereses, y no hay ninguna razón por la que los animales no humanos no quieran sentir placer, todo lo contrario, lo que les mueve es el placer. El placer de los animales no humanos es objeto de estudio de una disciplina conocida como «etología hedonista» (hedonic ethology).

Palabras clave: disfrute, intereses, placer

Los seres que tienen una conciencia pueden sentir y por lo tanto tienen intereses respecto a lo que sienten. Cada ser que tiene una conciencia no es algo, sino alguien. En un artículo anterior expliqué que también existen conciencias no humanas[1], es decir, existen seres sintientes no humanos. Por otro lado, debe quedar claro que la existencia de seres con intereses no implica que estos intereses sean dirigidos mediante libre albedrío o de manera determinista, ese es otro tema[2].

Algunas personas no comprenden la relación existente entre intereses, disfrute y placer. Decimos que alguien disfruta cuando consigue algo que quiere, es decir, cuando satisface un interés, independientemente de lo que ocurra después. Por ejemplo, si alguien quiere morder una manzana y lo hace entonces satisface ese interés y por lo tanto disfruta. Dicho disfrute se ve aumentado si dicha satisfación tiene como consecuencia una sensación que también es de su interés y que habitualmente suele ser querer sentir placer corporal. Por ejemplo, si alguien tiene interés en que la manzana que acaba de morder tenga buen sabor y eso ocurre entonces nuevamente se produce satisfacción de intereses y por lo tanto más disfrute, y así consecutivamente. Esto lo explico en el artículo sobre el bien y el mal[3].

Algunas personas dicen que «quienes no son humanos no pueden disfrutar». Este argumento es ilógico en sí mismo, pues todo ser sintiente tiene intereses y por lo tanto disfrutará al satisfacerlos, independientemente de lo que ocurra después. Estas personas suelen utilizar este error lógico para concluir que «si alguien no puede disfrutar entonces es éticamente correcto maltratarle», lo cual también es contradictorio, pues tratar mal a alguien es éticamente incorrecto porque no es hacer el bien a alguien, sino hacer el mal a alguien[3]. Por lo tanto, todos los seres sintientes podemos disfrutar porque tenemos intereses, y querer satifacer intereses es querer disfrutar. Los seres sintientes podemos disfrutar de muchas maneras: paseando, jugando, dando cariño y recibiéndolo, comiendo, bebiendo agua, practicando sexo, durmiendo, o cómo estimemos oportuno en cada instante, siempre teniendo en igual consideración los intereses de los demás.

Algunas personas dicen que «quienes no son humanos no pueden sentir placer». Sin embargo, los cuerpos de los animales no humanos contienen las mismas estructuras y sustancias químicas que tienen la función de producir placer en humanos. No tiene sentido afirmar que ellos no pueden sentir placer y los humanos sí. Algunas sustancias químicas asociadas al placer en humanos son la dopamina, las endorfinas y la oxitocina. Estas sustancias químicas también son generadas por los cuerpos de los animales no humanos en situaciones típicas de placer (juego, comer, cariño, sexo, etc):


Algunas personas que reconocen que los animales no humanos pueden sentir placer dicen que «quienes no son humanos no tienen interés en sentir placer». Sin embargo, si alguien tiene la capacidad biológica de sentir placer es absurdo decir que las experiencias placenteras no son de su interés. A veces esto ocurre porque previamente se argumenta que los animales no humanos no tienen intereses, al considerarles seres conscientes que siempre actúan mecánicamente guiados por sus instintos. Por ejemplo, según este argumento, los animales no humanos sienten placer al practicar sexo, pero la razón por la que practican sexo es siempre por un instinto reproductivo, no porque elijan sentir placer practicando sexo. Otro ejemplo sería el juego. Según este argumento, los animales no humanos sienten placer la jugar, pero la razón por la que juegan es siempre por un instinto de desarrollarse físicamente, no porque elijan sentir placer jugando. Sin embargo, ya expliqué antes que tener conciencia implica sentir y tener intereses, y no hay ninguna razón por la que los animales no humanos no quieran sentir placer, todo lo contrario, lo que les mueve es el placer. Además, en otro artículo demostré que el libre albedrío (y el determinismo) no se puede demostrar, es un supuesto para el cual no hay ninguna razón para suponerlo en humanos y no suponerlo también en quienes son de otras especies[3].


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El placer de los animales no humanos es objeto de estudio de una disciplina conocida como «etología hedonista» (hedonic ethology). Aquí dejaré los estudios, o libros que hacen referencia a estudios, que vaya encontrando al respecto:

- En agosto de 2017 la revista ScienceDirect publicó un estudio titulado «Bestial boredom: a biological perspective on animal boredom and suggestions for its scientific investigation» realizado por Charlotte Burn, profesora del Royal Veterinary College, de Londres. El estudio comprobó que cuando quienes no son humanos se encuentran en espacios monótonos y sin actividades que les gusten, se aburren de manera similar a los humanos y que ello altera el comportamiento de perros, ratones y papagallos, sobre todo si estos están en zoológicos, laboratorios y ambientes artificiales. Estos animales aburridos pueden padecer hiperactividad y mayor sensibilidad a los estímulos externos. A un papagallo africano se le sometió a sesiones repetitivas para aprender palabras y después de varias repeticiones comenzó a dar muestras de aburrimiento haciendo cosas sin sentido y mirando al techo continuamente. Es decir los animales analizados revelaban comportamientos que los científicos asocian con el aburrimiento, como signos de somnolencia creciente. Según Burn, el aburrimiento humano está relacionado con la depresión e incluso con tendencias criminales.

- En mayo de 2011, Jonathan Balcombe, un experto en comportamiento animal, publicó su libro «The Exultant Ark: A Pictorial Tour of Animal Pleasure» (El arca exultante. Un viaje en imágenes por el placer animal), donde habla y muestra fotografías sobre el placer -y algunas veces vicio- de animales no humanos: «A los lémures de Madagascar, por ejemplo, les gusta estar con la panza al aire libre para gozar del sol, mientras los ratones son capaces de internarse en un laberinto de temperaturas polares para conseguir alimentos sabrosos como galletas elaboradas con manteca, paté o Coca-Cola. Si, en cambio, encuentran alimento balanceado para ratones... volverán rápidamente a sus nidos, para no dejarlos por el resto del experimento». Para el experto hay tres argumentos en apoyo de la teoría: en primer lugar la adaptación; en segundo, la existencia del placer en al menos una especie animal (el ser humano) y en tercer lugar porque están biológicamente «equipados» para sentirlo, del mismo modo que para sentir el dolor. El científico también asegura que en los animales el sexo no está solamente vinculado con la reproducción: lejos de ser un placer exclusivo de los humanos, también está presente entre las distintas especies del reino animal. A modo de confirmación, el especialista exhibe la foto de una pareja de manatíes con el pene de cada uno en la boca del otro.

Se pueden encontrar a animales no humanos que han abusado de sustancias que causan placer (llegando incluso al vicio), por ejemplo, pájaros o elefantes ebrios después de haber consumido cantidades superiores a lo normal de frutas fermentadas.