Las palabras importan. El lenguaje importa. Tú lo sabes, yo lo sé. Adelante, googlea “las palabras crean cultura” o “el lenguaje crea realidad”, y ve lo que obtienes, y obtendrás bastante.
“Mientras los nombres, las palabras, y el lenguaje pueden ser, y son, usados para inspirarnos, para motivarnos para actos humanos, para liberarnos, también pueden ser usados para deshumanizar seres humanos y para justificar su supresión e incluso su exterminación”, asierta Haig Bosmajian, profesor de lenguaje comunicacional de la universidad de Washington en Seattle.
“La investigación de Bosmajian acerca del lenguaje de la opresión comenzó en los 60's cuando examinaba la retórica de Adolf Hitler y los nazis, en especial, el lenguaje utilizado para demonizar y deshumanizar a los judíos y otros ´enemigos del estado´” de acuerdo a un texto expuesto en la página de la universidad de Washington.
Y justamente, ¿cómo deshumaniza uno a seres humanos? ¡Pues igualándolos con animales, por supuesto! Los animales son tan… tan… inferiores.
Charles Patterson discute este fenómeno en los primeros dos capítulos de Eterna Treblinka: Nuestro tratamiento de los animales y el Holocausto. El lo dispone claramente: humanos por encima, “animales menores” por debajo. Esta jerarquía del nosotros sobre ellos llevó a la domesticación, la cual llevó a la explotación y esclavización de los animales, lo cual llevó a la esclavización de humanos “inferiores” y lo cuál fue permitido mediante “ … el uso de imágenes animales, tales como bestias, brutos, monos, y cerdos, como una fuente de deshumanización y un preludio a la explotación y destrucción de otros”.
De acuerdo al resumen de Patterson, mientras los Americanos Nativos fueron forzadamente removidos de sus tierras y su modo de vida diezmada, “…los agentes de gobierno y la prensa los caracterizaba como feas, sucias e inhumanas ´bestias´, ´chanchos´, ´perros´, ´lobos´, ´serpientes´, ´cerdos´, ´babuinos´, ´gorilas´, y ´orangutanes´.”
A los animales no les fue mejor en la propaganda americana durante la 2da Guerra Mundial, cuando los japoneses eran comparados con serpientes, ratas, y monos. “La imagen de un primate subhumano fue elemental para socavar la humanidad del enemigo. El enemigo era menos humano, y por lo tanto era mucho más fácil matarlo.”(A. V. Navarro)
Con tal desprecio por las especies “inferiores”, no asombra que los seres humanos no tengan que trabajar muy duro para justificar la explotación animal. Es decir, ¿a quién le importa lo que un recurso renovable piense o sienta?! (Si, es que en realidad piensa y siente…) Y cuando segamos un recurso renovable, nada de importancia se pierde, ¿no? ¡No es muy diferente a recoger una mazorca de maíz!
Los lectores de este blog han hecho sin dudas su propia intervención en el vocabulario y han sacado los términos especistas. Me descubrí a mi misma casi diciendo el otro día que algo era una “idea de liebre” y luego me pregunté por qué: nunca escuché que los conejos sean notablemente poco inteligentes; de hecho, ellos son astutísimos e inteligentes burladores en muchas tradiciones míticas y folklóricas.
Nuestro legado lingüístico acerca de los animales está de vuelta en boga con la aparición de una nueva y revisada publicación académica, el Boletín de Etica Animal, publicado por la prensa dela Universidadde Illinois y coeditado por el profesor Andrew Linzey, director del Centro de Etica Animal de Oxford (revisar la página para ver su lista de libros), y la doctora Priscilla N. Cohn de Penn State.
En “Términos del discurso”, la sección introductoria a la primera edición, los autores dicen que ellos “…intentan proveer un foro regular para investigar, intercambiar y debatir acerca de los animales y nuestras obligaciones morales hacia ellos”. Pero primero, advierten “no seremos capaces de pensar con claridad a menos que nos disciplinemos para usar sustantivos y adjetivos más imparciales en la exploración de los animales y de nuestras relaciones morales con ellos”. Debemos “dirigir el poder de la mala descripción” y expulsar palabras del pensamiento pasado: brutos, bestias, subhumanos, etc.
¿Cómo caracterizan esto los medios? (Apuesto a que no adivinas). Con titulares como “Zorrinos borrachos desaprobados”; comenzando por líneas como “aparentemente le debo a mi perro una disculpa”; y con sarcásticas y absurdas reducciones: “si algún tipo está tomando a un canino con temperamento, en vez de gritarle ´¡no mimes al perro!´ tendríamos que advertirle ´¡no acaricies manualmente al compañero animal!´(Bah, déjanos al menos distinguir entre el verbo y el sustantivo “pet”, ¿ok?) Aquí hay una más: “una vez más parecemos tener un augusto y prestigioso grupo de individuos diciéndonos que debiéramos ver a los animales como si fueran seres humanos en cuatro patas y en abrigos de piel. (Esta columna de hecho incitó a una respuesta por parte del Dr. Cohn.)
Un blog político local que leo de tiempo en tiempo presenta posteos de un bloguero particular que trata a los políticos de comadrejas, a los pagadores de sueldos de tiburones (completando con imágenes inspiradas en “Tiburón”) y así sucesivamente. Actualmente noté que la “Unión para las libertades civiles de los mustélidos” lo ha visitado vía online para pedirle amablemente que cese de malignizar a la familia comadreja. (¿Me pregunto quién habrá estado detrás de eso?)
Así que tiro esta demonización de las comadrejas como motivo de queja (Oh mi querido, ahora he insultado a las quejas –juega con la palabra “pet”: motivo de/ mascota- quise decir compañera queja jaja) y pregunto, ¿cuál es el término de explotación animal que te desagrada particularmente? Y los dejo con esto:
“Mientras los nombres, las palabras, y el lenguaje pueden ser, y son, usados para inspirarnos, para motivarnos para actos humanos, para liberarnos, también pueden ser usados para deshumanizar seres humanos y para justificar su supresión e incluso su exterminación”, asierta Haig Bosmajian, profesor de lenguaje comunicacional de la universidad de Washington en Seattle.
“La investigación de Bosmajian acerca del lenguaje de la opresión comenzó en los 60's cuando examinaba la retórica de Adolf Hitler y los nazis, en especial, el lenguaje utilizado para demonizar y deshumanizar a los judíos y otros ´enemigos del estado´” de acuerdo a un texto expuesto en la página de la universidad de Washington.
Y justamente, ¿cómo deshumaniza uno a seres humanos? ¡Pues igualándolos con animales, por supuesto! Los animales son tan… tan… inferiores.
Charles Patterson discute este fenómeno en los primeros dos capítulos de Eterna Treblinka: Nuestro tratamiento de los animales y el Holocausto. El lo dispone claramente: humanos por encima, “animales menores” por debajo. Esta jerarquía del nosotros sobre ellos llevó a la domesticación, la cual llevó a la explotación y esclavización de los animales, lo cual llevó a la esclavización de humanos “inferiores” y lo cuál fue permitido mediante “ … el uso de imágenes animales, tales como bestias, brutos, monos, y cerdos, como una fuente de deshumanización y un preludio a la explotación y destrucción de otros”.
De acuerdo al resumen de Patterson, mientras los Americanos Nativos fueron forzadamente removidos de sus tierras y su modo de vida diezmada, “…los agentes de gobierno y la prensa los caracterizaba como feas, sucias e inhumanas ´bestias´, ´chanchos´, ´perros´, ´lobos´, ´serpientes´, ´cerdos´, ´babuinos´, ´gorilas´, y ´orangutanes´.”
A los animales no les fue mejor en la propaganda americana durante la 2da Guerra Mundial, cuando los japoneses eran comparados con serpientes, ratas, y monos. “La imagen de un primate subhumano fue elemental para socavar la humanidad del enemigo. El enemigo era menos humano, y por lo tanto era mucho más fácil matarlo.”(A. V. Navarro)
Con tal desprecio por las especies “inferiores”, no asombra que los seres humanos no tengan que trabajar muy duro para justificar la explotación animal. Es decir, ¿a quién le importa lo que un recurso renovable piense o sienta?! (Si, es que en realidad piensa y siente…) Y cuando segamos un recurso renovable, nada de importancia se pierde, ¿no? ¡No es muy diferente a recoger una mazorca de maíz!
Los lectores de este blog han hecho sin dudas su propia intervención en el vocabulario y han sacado los términos especistas. Me descubrí a mi misma casi diciendo el otro día que algo era una “idea de liebre” y luego me pregunté por qué: nunca escuché que los conejos sean notablemente poco inteligentes; de hecho, ellos son astutísimos e inteligentes burladores en muchas tradiciones míticas y folklóricas.
Nuestro legado lingüístico acerca de los animales está de vuelta en boga con la aparición de una nueva y revisada publicación académica, el Boletín de Etica Animal, publicado por la prensa dela Universidadde Illinois y coeditado por el profesor Andrew Linzey, director del Centro de Etica Animal de Oxford (revisar la página para ver su lista de libros), y la doctora Priscilla N. Cohn de Penn State.
En “Términos del discurso”, la sección introductoria a la primera edición, los autores dicen que ellos “…intentan proveer un foro regular para investigar, intercambiar y debatir acerca de los animales y nuestras obligaciones morales hacia ellos”. Pero primero, advierten “no seremos capaces de pensar con claridad a menos que nos disciplinemos para usar sustantivos y adjetivos más imparciales en la exploración de los animales y de nuestras relaciones morales con ellos”. Debemos “dirigir el poder de la mala descripción” y expulsar palabras del pensamiento pasado: brutos, bestias, subhumanos, etc.
¿Cómo caracterizan esto los medios? (Apuesto a que no adivinas). Con titulares como “Zorrinos borrachos desaprobados”; comenzando por líneas como “aparentemente le debo a mi perro una disculpa”; y con sarcásticas y absurdas reducciones: “si algún tipo está tomando a un canino con temperamento, en vez de gritarle ´¡no mimes al perro!´ tendríamos que advertirle ´¡no acaricies manualmente al compañero animal!´(Bah, déjanos al menos distinguir entre el verbo y el sustantivo “pet”, ¿ok?) Aquí hay una más: “una vez más parecemos tener un augusto y prestigioso grupo de individuos diciéndonos que debiéramos ver a los animales como si fueran seres humanos en cuatro patas y en abrigos de piel. (Esta columna de hecho incitó a una respuesta por parte del Dr. Cohn.)
Un blog político local que leo de tiempo en tiempo presenta posteos de un bloguero particular que trata a los políticos de comadrejas, a los pagadores de sueldos de tiburones (completando con imágenes inspiradas en “Tiburón”) y así sucesivamente. Actualmente noté que la “Unión para las libertades civiles de los mustélidos” lo ha visitado vía online para pedirle amablemente que cese de malignizar a la familia comadreja. (¿Me pregunto quién habrá estado detrás de eso?)
Así que tiro esta demonización de las comadrejas como motivo de queja (Oh mi querido, ahora he insultado a las quejas –juega con la palabra “pet”: motivo de/ mascota- quise decir compañera queja jaja) y pregunto, ¿cuál es el término de explotación animal que te desagrada particularmente? Y los dejo con esto:
“Las palabras son políticas. Ellas pueden promover opresión o liberación, prejuicio o respeto. Así como el lenguaje sexista denigra o rebaja a las mujeres, el lenguaje especista denigra y rebaja a los animales no humanos; legitimiza su abuso” Joan Dunayer, Igualdad Animal: lenguaje y liberación, 2001
Fuente: defensavegana.com.ar - El lenguaje de la opresión y explotación animal / The language of oppression and animal exploitation by Kathleen Stachowski
Este artículo a sido traducido por el Área de Ensayos Internacionales / Essay de Defensa Vegana bajo expresa autorización de su autor: Kathleen Stachowski. El texto original se aloja en: animalblawg.wordpress.com - The language of oppression and animal exploitation–time for a new and just vocabulary
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NOTAS
RespuestasVeganas.Org: La publicación de esta conferencia en RespuestasVeganas.Org no implica necesariamente que compartamos todas y cada una de las cuestiones expresadas en la misma; sin embargo, consideramos interesante su publicación por la aportación que puede hacer a la causa del movimiento abolicionista por los Derechos de los Animales.
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