Joan Dunayer es autora de Animal Equality: Language and Liberation (2001) y Speciesism (2004). Artículo publicado en la revista Satya Magazine. Traducido por Igualdad Animal. Se permite la reproducción de esta traducción siempre que se indique la autoría.
En Febrero de 2006 la Sociedad Humanitaria de Estados Unidos pidió públicamente a la Casa Blanca que "utilizasen huevos camperos en vez de los abusivos huevos de jaulas de batería" para su panecillo de Semana Santa anual. La mayoría de lectores encontrarán, espero, que la petición es tan tonta como moralmente sesgada. Los huevos camperos también son productos del abuso. Los huevos artificales podrían emplearse fácilmente. De forma menos obvia quizás, pedir a los consumidores que compren huevos camperos en vez de huevos de batería va también desencaminado. Emplear huevos como comida es tan innecesario como utilizarlos para jugar, hay alternativas ya disponibles que no provienen de animales. Los activistas que promueven huevos camperos buscan mitigar el intenso sufrimiento de las gallinas de la industria del huevo causando un cambio en el número de huevos de jaulas ante el de gallinas no enjauladas. Sin embargo, apoyar cualquier forma de explotación especista es contraproducente y moralmente erróneo.
Las campañas a favor de los huevos que no provienen de jaulas, la "carne compasiva", u otros alimentos derivados de animales requieren tiempo, energía y fondos que estarían mejor empleados en la promoción del veganismo. Incrementar el porcentaje de veganos reduce el número de gallinas que sufren en la industria del huevo; también debilita a todas las industrias basadas en la explotación especista. Pedir a la gente cambiar de huevos de batería a huevos camperos no hace nada de lo anterior. Marginaliza en cambio al veganismo al implicar que evitar los huevos es difícil o imposible, demasiado como para esperarlo. Algunos activistas promueven el veganismo y los alimentos derivados de animales. Con una mano dan y con la otra quitan. Deberíamos promocionar sólo el veganismo, siempre.
Además de estar fuera de lugar, centrarse en los métodos de confinamiento es demasiado estrecho. La sociedad se ve animada a pensar que el problema son las jaulas, los cajones o alguna otra práctica de "ganadería". La explotación en sí misma sigue sin ser cuestionada. Los "bienestaristas" afirman que una gallina preferiría no estar en una jaula que estar enjaulada. Por supuesto. Pero una gallina no puede comprender toda la escena. Nosotros podemos. Una gallina quiere lo que es mejor para sí misma. Queremos lo que es mejor para todos los animales en el tiempo. Si nos centramos en un abuso particularmente grave tras otro, estamos caminando sobre una rueda de molino. No nos acercamos a la emancipación de los no-humanos. Para conseguir un progreso real, necesitamos afrontar la causa de todos los abusos: especismo. Promover huevos que no sean de jaula, o cualquier otro alimento no-vegano, perpetúa el especismo en vez de combatirlo porque legitima la explotación especista. Toda esa explotación es abuso.
El apoyo a productos tales como los huevos camperos, pavos camperos y ternera alimentada con pastos sugiere falsamente que estos productos no son crueles. La mayoría de la producción de huevos camperos implica el asesinato masivo de pollos macho. A las gallinas camperas habitualmente se les amputa el pico, son intensamente hacinadas, rodeadas de suciedad, se les niega cuidado veterinario, les dan poco o ningún acceso a los exteriores (los "exteriores" a menudo no son más que un corral pequeño y embarrado) y son matadas cuando su puesta de huevos desciende. Incluso en su forma menos cruel, la esclavitud de la industria alimentaria y la matanza implica sufrimiento creado por humanos. Las incesantes manipulaciones genéticas afligen a pollos, pavos, cerdos y otros animales criados por comida con deformidades que les dejan tullidos y con otras discapacidades. En varios grados, todos los cautivos de la industria alimentaria experimentan privación, todos ellos se ven negados de sus entornos naturales, actividades y relaciones. La cría de animales para comida es inherentemente cruel.
Muchos no veganos están dispuestos a creer que los alimentos derivados de animales pueden ser compasivos. En una encuesta de Zogby America de 1.204 adultos norteamericanos, el 81% de los participantes indicaron que estarían dispuestos a pagar más por huevos de gallinas mantenidas bajo mejores condiciones. Cuando los individuos que se llaman a sí mismos defensores animales promueven un producto -ya lo etiqueten como "compasivo" o "humano" o no- gran parte del público concluye que el producto está prácticamente libre de crueldad. La gente comprensiblemente (pero de forma errónea) asume "Los defensores de los animales no apoyarían algo cruel". En un artículo de Julio de 2006 sobre las elecciones alimentarias, la periodista del Washington Post Candy Sagon escribió "Nota para PETA: No te preocupes. No podía vivir con la culpa. Terminé comprando los huevos marrones de gallinas camperas felices." ¿Qué ha pasado cuando la gente asocia PETA con gallinas explotadas "felices"? Un artículo titulado "Consumidores de carne sin la culpa" por el escritor Tamar Haspel, apareció en el Washington Post de Agosto de 2006. "El Ganado" no necesita sufrir, sostiene Haspel. La gente "con una preocupación por los animales" puede, con la conciencia limpia, comer los restos de animales que fueron "bien tratados". Gracias al "porcino campero" la gente "puede tener una alta moral y el corte de porcino". En realidad, sólo el veganismo es compasivo. Ése es el mensaje que necesitamos comunicar.
Apoyar cualquier alimento no vegano niega el principio básico de los derechos animales: los demás animales no son nuestros para explotarles. La "ganadería" viola los derechos no-humanos más básicos, sus derechos a la vida y libertad. "Por supuesto, todavía tienes que matarlos" dice Haspel de los cerdos criados para matanza. Nada por qué preocuparse. "Incluso el defensor de los derechos animales de la línea dura, Peter Singer" no lo desaprueba. Como Haspen indica, Singer aprueba la cría y matanza de animales para comida si han tenido vidas apacibles y han sido matados rápidamente y sin dolor. En otras palabras, dar al esclavo una vida feliz, y cuando quieras, terminar esa vida feliz. Singer cree que la esclavitud y matanza pueden ser apropiadas para los animales no-humanos. ¿Cuán poco respeto indica eso? De acuerdo con Singer, la mayoría de animales -muchos mamíferos y todos los que no son mamíferos- son, como expresa en su libro Ética Práctica "reemplazables". Ellos "no cumplen los requisitos para tener derecho a la vida". Esa postura desde luego no pertenece a los derechos animales. Pero no es extraño que Haspel y mucha otra gente confunda el "bienestarismo" de Singer con los derechos animales. Muchos grupos e individuos se llaman a sí mismos de "derechos animales" incluso cuando recomiendan diferentes métodos de "alojamiento" y matanza. La antítesis de los derechos animales, la "ganadería" es profundamente especista y totalmente injusta. Aceptar (ya sea explícitamente o implícitamente) cualquier explotación especista impide el movimiento hacia la emancipación de los no-humanos; socava los esfuerzos para convencer a la gente de que la esclavitud de los no-humanos es inmoral.
Los "bienestaristas" a menudo acusan a los defensores de los derechos animales de ser insensibles al sufrimiento de los no-humanos. Nada podría estar más alejado de la verdad. Los defensores de los derechos animales comprenden que todos los cautivos de la industria alimentaria carecen de un bienestar genuino. Los animales son considerados como dispensadores de huevos, leche o carne y son tratados acordemente -como cosas, no como personas. Con el "bienestarismo" el sufrimiento sigue y sigue y continúa incrementando. Necesitamos hablar y actuar en modos que demuestren y exijan total respeto por los animales no-humanos. Sólo tal respeto puede reducir de forma máxima, y terminar finalmente, el sufrimiento masivo.
En Febrero de 2006 la Sociedad Humanitaria de Estados Unidos pidió públicamente a la Casa Blanca que "utilizasen huevos camperos en vez de los abusivos huevos de jaulas de batería" para su panecillo de Semana Santa anual. La mayoría de lectores encontrarán, espero, que la petición es tan tonta como moralmente sesgada. Los huevos camperos también son productos del abuso. Los huevos artificales podrían emplearse fácilmente. De forma menos obvia quizás, pedir a los consumidores que compren huevos camperos en vez de huevos de batería va también desencaminado. Emplear huevos como comida es tan innecesario como utilizarlos para jugar, hay alternativas ya disponibles que no provienen de animales. Los activistas que promueven huevos camperos buscan mitigar el intenso sufrimiento de las gallinas de la industria del huevo causando un cambio en el número de huevos de jaulas ante el de gallinas no enjauladas. Sin embargo, apoyar cualquier forma de explotación especista es contraproducente y moralmente erróneo.
Las campañas a favor de los huevos que no provienen de jaulas, la "carne compasiva", u otros alimentos derivados de animales requieren tiempo, energía y fondos que estarían mejor empleados en la promoción del veganismo. Incrementar el porcentaje de veganos reduce el número de gallinas que sufren en la industria del huevo; también debilita a todas las industrias basadas en la explotación especista. Pedir a la gente cambiar de huevos de batería a huevos camperos no hace nada de lo anterior. Marginaliza en cambio al veganismo al implicar que evitar los huevos es difícil o imposible, demasiado como para esperarlo. Algunos activistas promueven el veganismo y los alimentos derivados de animales. Con una mano dan y con la otra quitan. Deberíamos promocionar sólo el veganismo, siempre.
Además de estar fuera de lugar, centrarse en los métodos de confinamiento es demasiado estrecho. La sociedad se ve animada a pensar que el problema son las jaulas, los cajones o alguna otra práctica de "ganadería". La explotación en sí misma sigue sin ser cuestionada. Los "bienestaristas" afirman que una gallina preferiría no estar en una jaula que estar enjaulada. Por supuesto. Pero una gallina no puede comprender toda la escena. Nosotros podemos. Una gallina quiere lo que es mejor para sí misma. Queremos lo que es mejor para todos los animales en el tiempo. Si nos centramos en un abuso particularmente grave tras otro, estamos caminando sobre una rueda de molino. No nos acercamos a la emancipación de los no-humanos. Para conseguir un progreso real, necesitamos afrontar la causa de todos los abusos: especismo. Promover huevos que no sean de jaula, o cualquier otro alimento no-vegano, perpetúa el especismo en vez de combatirlo porque legitima la explotación especista. Toda esa explotación es abuso.
El apoyo a productos tales como los huevos camperos, pavos camperos y ternera alimentada con pastos sugiere falsamente que estos productos no son crueles. La mayoría de la producción de huevos camperos implica el asesinato masivo de pollos macho. A las gallinas camperas habitualmente se les amputa el pico, son intensamente hacinadas, rodeadas de suciedad, se les niega cuidado veterinario, les dan poco o ningún acceso a los exteriores (los "exteriores" a menudo no son más que un corral pequeño y embarrado) y son matadas cuando su puesta de huevos desciende. Incluso en su forma menos cruel, la esclavitud de la industria alimentaria y la matanza implica sufrimiento creado por humanos. Las incesantes manipulaciones genéticas afligen a pollos, pavos, cerdos y otros animales criados por comida con deformidades que les dejan tullidos y con otras discapacidades. En varios grados, todos los cautivos de la industria alimentaria experimentan privación, todos ellos se ven negados de sus entornos naturales, actividades y relaciones. La cría de animales para comida es inherentemente cruel.
Muchos no veganos están dispuestos a creer que los alimentos derivados de animales pueden ser compasivos. En una encuesta de Zogby America de 1.204 adultos norteamericanos, el 81% de los participantes indicaron que estarían dispuestos a pagar más por huevos de gallinas mantenidas bajo mejores condiciones. Cuando los individuos que se llaman a sí mismos defensores animales promueven un producto -ya lo etiqueten como "compasivo" o "humano" o no- gran parte del público concluye que el producto está prácticamente libre de crueldad. La gente comprensiblemente (pero de forma errónea) asume "Los defensores de los animales no apoyarían algo cruel". En un artículo de Julio de 2006 sobre las elecciones alimentarias, la periodista del Washington Post Candy Sagon escribió "Nota para PETA: No te preocupes. No podía vivir con la culpa. Terminé comprando los huevos marrones de gallinas camperas felices." ¿Qué ha pasado cuando la gente asocia PETA con gallinas explotadas "felices"? Un artículo titulado "Consumidores de carne sin la culpa" por el escritor Tamar Haspel, apareció en el Washington Post de Agosto de 2006. "El Ganado" no necesita sufrir, sostiene Haspel. La gente "con una preocupación por los animales" puede, con la conciencia limpia, comer los restos de animales que fueron "bien tratados". Gracias al "porcino campero" la gente "puede tener una alta moral y el corte de porcino". En realidad, sólo el veganismo es compasivo. Ése es el mensaje que necesitamos comunicar.
Apoyar cualquier alimento no vegano niega el principio básico de los derechos animales: los demás animales no son nuestros para explotarles. La "ganadería" viola los derechos no-humanos más básicos, sus derechos a la vida y libertad. "Por supuesto, todavía tienes que matarlos" dice Haspel de los cerdos criados para matanza. Nada por qué preocuparse. "Incluso el defensor de los derechos animales de la línea dura, Peter Singer" no lo desaprueba. Como Haspen indica, Singer aprueba la cría y matanza de animales para comida si han tenido vidas apacibles y han sido matados rápidamente y sin dolor. En otras palabras, dar al esclavo una vida feliz, y cuando quieras, terminar esa vida feliz. Singer cree que la esclavitud y matanza pueden ser apropiadas para los animales no-humanos. ¿Cuán poco respeto indica eso? De acuerdo con Singer, la mayoría de animales -muchos mamíferos y todos los que no son mamíferos- son, como expresa en su libro Ética Práctica "reemplazables". Ellos "no cumplen los requisitos para tener derecho a la vida". Esa postura desde luego no pertenece a los derechos animales. Pero no es extraño que Haspel y mucha otra gente confunda el "bienestarismo" de Singer con los derechos animales. Muchos grupos e individuos se llaman a sí mismos de "derechos animales" incluso cuando recomiendan diferentes métodos de "alojamiento" y matanza. La antítesis de los derechos animales, la "ganadería" es profundamente especista y totalmente injusta. Aceptar (ya sea explícitamente o implícitamente) cualquier explotación especista impide el movimiento hacia la emancipación de los no-humanos; socava los esfuerzos para convencer a la gente de que la esclavitud de los no-humanos es inmoral.
Los "bienestaristas" a menudo acusan a los defensores de los derechos animales de ser insensibles al sufrimiento de los no-humanos. Nada podría estar más alejado de la verdad. Los defensores de los derechos animales comprenden que todos los cautivos de la industria alimentaria carecen de un bienestar genuino. Los animales son considerados como dispensadores de huevos, leche o carne y son tratados acordemente -como cosas, no como personas. Con el "bienestarismo" el sufrimiento sigue y sigue y continúa incrementando. Necesitamos hablar y actuar en modos que demuestren y exijan total respeto por los animales no-humanos. Sólo tal respeto puede reducir de forma máxima, y terminar finalmente, el sufrimiento masivo.
Fuente: IgualdadAnimal.org - Sirviendo el abuso: promocionado alimentos derivados de animales
Fuente original: satyamag.com - Serving Abuse: Promoting Animal-Derived Food
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NOTAS
RespuestasVeganas.Org: La publicación de este artículo en RespuestasVeganas.Org no implica necesariamente que compartamos todas y cada una de las cuestiones expresadas por el mismo; sin embargo, consideramos interesante su publicación por la aportación que puede hacer a la causa del movimiento abolicionista.
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