En este artículo se exponen las posturas de algunos filósofos sobre la cuestión de los derechos animales.
Desde la publicación de su libro Liberación Animal (1975), el filósofo de la Universidad de Princeton, Peter Singer, ha tenido quizás la mayor influencia dentro del movimiento por los Derechos Animales en Estados Unidos, el Reino Unido y en todo el mundo.
James Rachels ha abordado el trato moral hacia otros animales a la luz de las implicancias de la evolución. Él ha analizado en plenitud la problemática sobre las supuestas y categóricas diferencias entre los humanos y los no humanos.
Tom Regan es quien mejor ha establecido las bases morales y racionales de los Derechos Animales en su tratado: La Causa por los Derechos Animales. Una publicación filosófica de lectura obligatoria. Este libro ha sido leído por mucha gente dentro y fuera del mundo académico.
Steve Sapontzis ha tratado la moral y los Derechos Animales desde un punto de vista de la moral tradicional. Él argumenta que la liberación animal es necesaria para que nuestros principios y argumentos morales sean consistentes.
Carol J. Adams es la autora de La Política Sexual de la Carne, que determinó que tan patriarcal es el pensamiento y la estructura que ocasiona el consumo de carne. Ella revela la interconexión entre la represión de los animales y los humanos no dominantes.
Peter Singer: Consideraciones Iguales para Todos
La propuesta de Peter Singer acerca de la liberación animal no busca que los animales tengan derechos inherentes. Sino más bien que los intereses de los animales sean tomados en cuenta. Aunque hay similitudes entre los humanos y otros animales, hay también diferencias en habilidades e intereses. No se espera que los humanos y los no humanos sean tratados de la misma manera. La naturaleza de los seres vivos debe ser tomada en cuenta.
Singer argumenta que entre los humanos, el concepto de igualdad se trata realmente de una igualdad de atributos. De hecho, el intelecto, la fuerza física, la capacidad moral y una gran cantidad de otros atributos varía enormemente dentro de la especie. La igualdad debe referirse a las consideraciones iguales de intereses humanos más que a una igualdad absoluta, que claramente no existe. Los intereses de dos seres humanos pueden ser muy parecidos o muy distintos, pero ambos deben ser tomados en cuenta con igualdad. No está bien decir que un interés no se puede evaluar razonablemente de manera más importante que el otro o que otros sean injustamente pasados a llevar. No hay moral o una razón objetiva para no extender esa consideración de intereses a los no humanos. Este hecho es el fundamento para los argumentos de Singer por la liberación animal.
La filosofía de Singer es en esencia preferentemente utilitarista. Este utilitarismo combina las mismas consideraciones de intereses con la idea que la acción correcta es la que produce la más grande satisfacción de intereses por sobre la frustración de los intereses que involucra. Aunque esta medida podría ser difícil en algunas situaciones, el utilitarismo tiene generalmente el efecto positivo de prevenir que una situación sea desequilibrada mientras los intereses de las partes involucradas sean considerados. En estos momentos, la explotación de los humanos hacia los animales es una situación muy desproporcionada, incluso con los intereses triviales, como el deseo de vivir o el evitar sufrir o sentir dolor.
Muchos humanos no ven nada malo en la explotación de otros animales, ya que los humanos poseen claramente un intelecto superior. Pero Singer elabora la pregunta: “¿Si poseer un mayor grado de inteligencia no le da derecho a un humano a usar a otro para sus propios fines, como puede tener el hombre tener derecho de explotar a los no humanos?” (Derechos de los animales y Obligaciones humanas, 1989). Desde un punto de vista moral, no se deduce que el tener ciertas habilidades debiera permitir a uno pasar por alto los intereses de otro. Entonces, la creencia en la superioridad del hombre no es la base para no tomar en cuenta los intereses de los no humanos, estén o no en conflicto con los intereses de los hombres.
Singer usa el racismo y el sexismo como ejemplos de por qué está mal promover los intereses de un grupo por sobre los de otro, simplemente porque el perpetrador es un miembro del grupo favorecido. El racismo y el sexismo no sólo están equivocados porque todas las razas y sexos tengan las mismas habilidades y logros. De hecho, una pequeña investigación muestra que hay algunas diferencias significativas. Si todas esas diferencias puedan ser atribuidas al medio ambiente es confuso, pero no realmente relevante al problema de racismo o sexismo. Si una raza o sexo fuera superior en alguna forma u otra, esto no le da derecho a la raza o sexo superior a no tomar en cuenta los intereses de la raza o sexo inferior. En realidad, algunas veces “El poder tiene la razón”, pero no hay moral ni razón que justifiquen esto. Como una analogía al racismo y al sexismo, el especismo está ampliamente difundido entre los humanos, quienes pasan por alto los intereses fundamentales de los no humanos para satisfacer sus intereses ocasionalmente triviales. Singer apunta al consumo de productos de origen animal como un ejemplo claro. Bajo el moderno sistema de la agricultura, billones de animales viven bajo horribles condiciones la mayor parte de sus vidas, sólo para ser degollados y así los humanos puedan probar la carne, ya que los humanos tienen necesidades nutricionales. Como argumento, este maltrato y asesinato de animales para el placer de los humanos es el especismo en su peor grado.
Aún así, en un intento por justificar la explotación de los animales, quizás algunos humanos continúan pensando que los animales no poseen capacidad mental para vivir como los humanos. Hay una gran cantidad de literatura que indica que se debería eliminar tal idea. Uno de los argumentos de Singer es sorprendente: si quisiéramos justificar la explotación animal, en términos científicos, debido a una falta de capacidad mental, entonces no existe un argumento no específico para no explotar a los humanos con discapacidad mental o daño cerebral. ¿Es moralmente aceptable someter a humanos menos afortunados a experimentación médica o al testeo de productos? Si no es así, la explotación de los animales no humanos con una capacidad mental similar, es también inmoral y de verdad elitista.
Aunque Singer no apoya estrictamente los derechos de los animales, sus argumentos convincentes y el llamado a sus lectores han tenido un gran resultado entre los defensores de los Derechos Animales. Hasta ahora, su obra más famosa es Liberación Animal (1975, 1990). Algunos de sus libros incluyen Ética Práctica (1993), ¿Cómo debemos Vivir? (1995) y Ética en Acción (1998).
James Rachels: Las implicancias Morales de la Evolución
En Creados desde los Animales, James Rachels validamente argumenta que el conocimiento científico, en particular la evolución de las especies, disuelve muchas de las afirmaciones las cuales conforman el fundamento de la moralidad tradicional. La idea de que, por virtud de ser humano, uno posee un trato moral especial, ya no es racionalmente defendible en consideración de nuestro entendimiento científico del mundo que nos rodea.
Antes del renacimiento científico, se pensaba que la Tierra era el centro del Universo. Los humanos era supuestamente creados por Dios a su semejanza. Los animales, creados por Dios como seres fundamentalmente inferiores, estaban bajo dominio humano. Dada esta visión del mundo, los humanos fueron separados de los animales y poseían una posición especial entregada por Dios. En general, el marco moral de la época era consecuente con nuestro conocimiento (o falta de conocimiento) del mundo.
Nuestro conocimiento de la evolución de las especies y, mucho antes, de la astronomía básica, han eliminado muchas de las afirmaciones desde las cuales la moralidad tradicional podía continuar. La ciencia ha revelado que la Tierra no tiene ningún lugar especial en el Universo, y los humanos y otros animales son productos evolucionados de la misma naturaleza. En El Origen de las Especies, el mismo Darwin establece que los limites que establecemos entre especies son totalmente arbitrarios y por conveniencia. Dada esta continuidad de las especies, no puede lógicamente mantenerse que solo los humanos tienen valor moral categórico. Sin embargo, las visiones morales profundamente establecidas, incluso ya no consecuentes con nuestro conocimiento del mundo, no se debería esperar que colapsaran inmediatamente. En general, los filósofos han sido lentos en asimilar el conocimiento científico y explorar sus consecuencias, y dejan que las personas con frecuencia mantengan las visiones morales confortables que han conocido desde la niñez, y la cual ha sido pasada de generación en generación. Solo relativamente recién las implicancias morales de humano-a-no humano del trabajo de Darwin han sido seriamente consideradas.
Los críticos de extender la moralidad a otros seres sintientes con frecuencia establecen que la cualidad que realmente establece a los humanos separados de otros animales es la habilidad de razonar. La idea de que solo los humanos pueden razonar contradice tanto las observaciones de Darwin (El Descendiente del Hombre) como nuestro actual conocimiento relacionado con muchas otras especies. Es verdad que solo los humanos participan de discusiones filosóficas y matemáticas, pero esta habilidad para razonar es una diferencia en grado, no en tipo. Además, Rachels realiza un fuerte aclaración de que la habilidad para razonar no es usualmente relevante para la consideración moral.
Dado que los humanos y otros animales son productos de la evolución, opuestos a creaciones inmutables con esencias únicas, Rachels apoya la idea de que la consideración moral debería ser un proceso sistemático, más que uno dogmático. Por qué los animales son similares a los humanos, deberían ser tratados de forma similar; por qué los animales son diferentes, podrían ser tratados de manera diferente. Por ejemplo, tanto los conejos como los humanos son sensibles al estrés físico, y ambas especies buscan evitar el sufrimiento. Por otra parte, los humanos tienen habilidades intelectuales mucho más grandes. Pero ambas, una sola o ninguna de estas cualidades podría ser relevante en una situación o trato dado. Consideremos el común test de Draize, en el cual la seguridad de los nuevos químicos es evaluada vertiéndolos en los ojos de conejos aprisionados. Tal trato en humanos no es moralmente aceptable, ni debería serlo en conejos por qué también son muy sensibles a tal estrés físico externo. La falta de las habilidades intelectuales de un conejo es moralmente irrelevante a la situación por que su dolor físico no es asociado con el intelecto. Por otra parte, la falta de intelecto de un conejo le hace imposible tener un interés –digamos – en el lenguaje. Negarle cualquier exposición al lenguaje no puede ser condenado como inmoral, aunque tal trato en el caso de un humano lo sería. La sensibilidad compartida de los humanos y los conejos a estrés físico externo es moralmente irrelevante a la exposición al lenguaje, al igual que el intelecto es irrelevante al [mal]trato físico. De hecho, tratamos a los animales en muchas formas en las cuales serian condenadas como inmorales para tratar a los humanos, pero tal trato no puede estar justificado en la ausencia de una diferencia relevante. El principio de tratar casos iguales de forma diferente es esencial para un código moral consistente; sin él, la justicia no es simplemente posible.
Rachels establece que la humanidad esta todavía dentro del proceso de explorar las implicancias morales de ser parientes de los animales. Si somos creados para actuar razonable y éticamente, es inevitable que adoptemos un código moral que sea una vez más consecuente con nuestro conocimiento del mundo y nuestro lugar en él.
Tom Regan: La Causa por los Derechos Animales
Tom Regan establece los Derechos Animales en su monumental trabajo filosófico, La Causa por los Derechos Animales. Como individuos con vidas mentales complejas, Regan explica por qué los animales deben ser tratados justamente. Central a su filosofía está el criterio de sujeto-de-una-vida. Cualquier ser vivo, con una vida mental compleja, incluyendo percepción, deseo, creencia, memoria, intención y sentido de futuro -además de otros atributos y de los cuales Regan ha invertido muchísimo tiempo en explorar- es un sujeto de una vida. Una evidencia considerable conduce a un entendimiento que la mayoría de los animales, en realidad, son individuos con vida, lo que se opone a los seres biológicos sin tales mundos individuales. Regan utilizan este criterio para establecer la causa por los derechos básicos animales.
Por que cada sujeto-de-una-vida es un individuo a quién le preocupa su vida, esa vida tiene valor inherente. Este valor es igual entre todos los seres vivos, sea uno sujeto de una vida o no. El valor inherente no se mide en grados, y no depende de las experiencias individuales o la utilidad para otros. Regan no niega que la experiencia y la utilidad a otros no tengan valor, pero es cuidadoso en distinguir este tipo de valor del valor inherente del individuo: afirma que los individuos tienen derechos morales basados en su valor inherente (tal postulación de derechos distingue a Regan de muchos otros filósofos morales, incluyendo a Peter Singer. De hecho, la idea que los humanos o animales tienen derechos morales no es una visión común dentro de los filósofos moralistas).
De acuerdo con Regan, los derechos humanos y animales son validados con respecto a los principios morales. Más importante es la justicia, la que está dirigida a través de su principio de respeto, "Nosotros existimos para tratar a aquellos individuos que tienen un valor inherente en formas que respeten su valor inherente". Aquí, la visión de los derechos de Regan tiene una ventaja sobre la visión utilitaria, por la cual un acto injusto contra un inocente, es justificado si trae las más grandes consecuencias de satisfacción de intereses.
Es también preferible a la llamada visión perfeccionista, por la cual el status moral de un individuo está basado por sobre el nivel por el cual posea ciertos atributos (inteligencia, habilidad artística, etc), una visión que puede conducir (y tiene que hacerlo) a una explotación injusta de aquellos con menores niveles de estos atributos seleccionados. Regan afirma que la justicia es nuestro deber principal, "el deber a no tratar a los individuos en forma diferente en la ausencia de una diferencia relevante" Por su principio del respeto, todos los sujetos-de-una-vida, como un asunto de justicia, tienen un derecho moral básico a un tratamiento respetuoso el cual reconoce su valor inherente.
Claramente, no todos los seres vivos tienen la habilidad para aplicar principios morales imparciales. Aquellos que los aplican son agentes morales; aquellos que no, son pacientes morales. Los agentes morales tienen deberes no adquiridos (en oposición a contraer o adquirir deberes) hacia todos los sujetos-de-una-vida, no sólo hacia otros agentes morales. El trato moral justo de pacientes por agentes morales no requiere que los pacientes morales sean capaces de ser recíprocos o incluso reconocer acciones morales. Este concepto es relevante para las acciones de seres humanos adultos hacia niños pequeños y los deficientes mentales, y también hacia los animales. Incluir a los animales es necesario. Excluir a algunos pacientes morales mientras se incluyen otros es pura arbitrariedad y, aquel trato parcial no puede ser considerado justo. Así que tratar a los animales respetuosamente no es simplemente un asunto de amabilidad o interés sentimental, sino de justicia.
Si actuamos moralmente, entonces los animales no están a nuestra disposición para ser usados a nuestro antojo. Nuestro reconocimiento de los derechos básicos de los animales como seres individuales con mundos subjetivos complejos demanda cambios fundamentales en nuestras Instituciones, incluyendo la eliminación de la agricultura animal (como la conocemos, al menos), la experimentación en animales, la cacería y el uso de animales en la mayoría de las formas de entretenimiento (rodeo, circos, etc.). Regan advierte que la oposición probablemente definirá a los Derechos Animales como "antihumanos". Pero nos recuerda que exigir un trato justo para los animales no es pedir nada más en el caso de cualquier humano que merece justicia. Los Derechos Humanos y los Derechos Animales están estrechamente relacionados, porque ellos están basados esencialmente en los mismos principios morales.
Steve Sapontzis: Consistencia y Moralidad Tradicional
En lugar de establecer una teoría moral sistemática, en Moral, Razón y Animales, Steve Sapontzis usa la moralidad tradicional para abogar por la liberación animal. Argumenta que los principios básicos de la moral, tales como justicia (igualdad), protección del débil frente al fuerte y apuntar a reducir el sufrimiento, lógicamente no pueden estar limitados a los humanos, dado que el sufrimiento, la tensión, el gozo y la realización no son condiciones exclusivamente humanas. Los estándares básicos a los cuales una persona moral debiera atenerse, no se evaporan al momento de considerar humanos y “no humanos”.
Sapontzis se toma un tiempo bastante considerable desvirtuando la noción de que por el hecho de que los humanos son seres racionalmente superiores, están justificados para explotar a los no humanos. Los humanos usualmente argumentan que son fundamentalmente diferentes de otros animales, dado que el humano es un ser racional. De cualquier manera, tal como con otras diferencias, ésta que mencionamos, no es fundamental, pero es una cuestión que se da en grados. En efecto, dada la evidencia, sería irresponsable afirmar y excluir a los animales del uso de la razón. Sapontzis nos recuerda que los animales suelen reconocer algunas relaciones casuales y las pueden usar para resolver problemas prácticos. En el libro La Descendencia del Hombre, el mismo Darwin escribió, “es un hecho significativo, que mientras más los hábitos de cualquier animal en particular son estudiados por algún naturalista, más se adscribe al uso de la razón y menos al uso de instintos no aprendidos”. La cuestión del pensamiento abstracto puede tener una historia diferente, pero no puede, y tampoco puede ningún otro aspecto de la razón, apoyar la explotación de los animales.
Sapontzis escribe: “dado que no posee lenguaje, puede ser asesinado para convertirse en un delicioso plato. Dado que no posee la capacidad de abstraerse para concebir el futuro, puede ser perseguida y cazada por diversión. Como no tienen la capacidad de establecer metas y considerar alternativas, pueden ser utilizados para experimentos letales. Ya que carece de una relación epistémica hacia su interés en la vida, puede ser asesinado para que su cuerpo sea usado para hacer jabón y perfumes. Como no posee vida cultural, puede ser atrapada y descuerada para hacer un abrigo de piel. Este razonamiento, ¿tiene sentido para usted?.”
Similar a Peter Singer, Sapontzis demuestra que la existencia de intereses, humanos o no humanos, es lo que justifica la consideración moral. Como seres sensoriales, los animales no humanos tienen un interés en vivir, ser felices y sociales (en la mayoría de los casos), etc.
Carol J. Adams: Una Teoría Crítica Vegetariana y Feminista.
Carol J. Adams es la autora del controversial libro La Política Sexual de la Carne: Una Teoría Crítica Vegetariana y Feminista (Continuum, 1991), que explora la relación entre los valores patriarcales y el consumo de carne. Para explicar esta relación, Adams presenta el concepto de la estructura del “Referente Ausente”: detrás de cada plato de carne hay una ausencia de la muerte del animal que toma el lugar de la carne. El referente ausente es el que separa al consumidor de la carne del animal y al animal del producto final. La función del referente ausente es mantener nuestra “carne” separada de la idea de que ésta fue alguna vez un animal, evitar que ese ser sea visto como un ser vivo.
La estructura del referente ausente no sólo mantiene al animal reprimido, sino también a la mujer y los humanos no dominantes. Paralelamente el consumo de carne , la deshumanización de la mujer en casos más severos como en una violación o el trato superfluo a las chicas pin-ups (modelos de calendarios), evita verlas como personas y Adams ofrece una evidencia poderosa de que las mujeres y los animales están unidos por un referente ausente en los textos de la sociedad patriarcal : los términos para referirse a las partes del cuerpo y los cortes de carne son usualmente usados en forma intercambiables y Adams apunta a admitir que se hace de una manera abierta. El vínculo se ve en el lenguaje cotidiano: los animales son los referentes ausentes en la frase: “carnicería de mujeres”, entonces las mueres son el referente ausente en la frase: “la violación de los animales”.
La Política Sexual de la Carne significa que quien consume carne está determinado por la política patriarcal de nuestra cultura y que el significado ligado al consumo de carne incluye los significados agrupados en torno a la virilidad. Vivimos en un mundo patriarcal en el cual los hombres aún tienen un poder considerable sobre la mujer en una esfera pública (en los trabajos y en la política) y privada (en los hogares donde la violencia intrafamiliar termina con vida de mujeres a diario). Lo que La Política Sexual de la Carne argumenta es que la manera en que la política del género está estructurada en nuestro mundo está relacionada en como vemos a los animales, especialmente en los de consumo humano. El patriarcado es un sistema de género que está implícito en la relación humano/animal. Además la construcción del género incluye instrucciones sobre la comida apropiada. Ser un hombre en nuestra cultura está ligado a lo que ellos consideran o no reconocen como propio. Lo que un hombre de “verdad” hace o no hace. Un hombre “de verdad” no come vegetales. No es sólo un asunto de privilegios, es un asunto de simbolismo. La humanidad está construida en nuestra cultura, en parte por el acceso a la carne y el control de otros cuerpos.
A través de la Política Sexual de la Carne, el consumo de imágenes de mujeres da una manera a nuestra cultura de hablar abiertamente y bromear sobre la deshumanización de la mujer sin tener que saber que se está hablando de ello. Es una forma en la que el hombre puede hablar con confianza sobre la misoginia conozcan o no el tema.
En Ni hombre ni Animal: una Defensa Animal Feminista, Adams extiende su análisis feminista a la experimentación animal, el derecho al aborto y los derechos de los animales, proponiendo que los congresos feministas deberían ser vegetarianos también y promoviendo una estructura solidaria para la defensa animal. Ella ofrece una discusión filosófica feminista de las formas interconectadas de abuso de las mujeres, los animales y los niños. Por último ofrece una estructura filosófica feminista para la discusión teológica y explica la dialéctica entre lo que creemos que sabemos (epistemología) y como vemos a los animales y a nosotros (ontología). Ella explica que el problema en la liberación animal es que nuestra cultura a menudo mantiene el debate a un nivel ontológico, cuando en realidad está a un nivel epistemológico.
Desde la publicación de su libro Liberación Animal (1975), el filósofo de la Universidad de Princeton, Peter Singer, ha tenido quizás la mayor influencia dentro del movimiento por los Derechos Animales en Estados Unidos, el Reino Unido y en todo el mundo.
James Rachels ha abordado el trato moral hacia otros animales a la luz de las implicancias de la evolución. Él ha analizado en plenitud la problemática sobre las supuestas y categóricas diferencias entre los humanos y los no humanos.
Tom Regan es quien mejor ha establecido las bases morales y racionales de los Derechos Animales en su tratado: La Causa por los Derechos Animales. Una publicación filosófica de lectura obligatoria. Este libro ha sido leído por mucha gente dentro y fuera del mundo académico.
Steve Sapontzis ha tratado la moral y los Derechos Animales desde un punto de vista de la moral tradicional. Él argumenta que la liberación animal es necesaria para que nuestros principios y argumentos morales sean consistentes.
Carol J. Adams es la autora de La Política Sexual de la Carne, que determinó que tan patriarcal es el pensamiento y la estructura que ocasiona el consumo de carne. Ella revela la interconexión entre la represión de los animales y los humanos no dominantes.
Peter Singer: Consideraciones Iguales para Todos
La propuesta de Peter Singer acerca de la liberación animal no busca que los animales tengan derechos inherentes. Sino más bien que los intereses de los animales sean tomados en cuenta. Aunque hay similitudes entre los humanos y otros animales, hay también diferencias en habilidades e intereses. No se espera que los humanos y los no humanos sean tratados de la misma manera. La naturaleza de los seres vivos debe ser tomada en cuenta.
Singer argumenta que entre los humanos, el concepto de igualdad se trata realmente de una igualdad de atributos. De hecho, el intelecto, la fuerza física, la capacidad moral y una gran cantidad de otros atributos varía enormemente dentro de la especie. La igualdad debe referirse a las consideraciones iguales de intereses humanos más que a una igualdad absoluta, que claramente no existe. Los intereses de dos seres humanos pueden ser muy parecidos o muy distintos, pero ambos deben ser tomados en cuenta con igualdad. No está bien decir que un interés no se puede evaluar razonablemente de manera más importante que el otro o que otros sean injustamente pasados a llevar. No hay moral o una razón objetiva para no extender esa consideración de intereses a los no humanos. Este hecho es el fundamento para los argumentos de Singer por la liberación animal.
La filosofía de Singer es en esencia preferentemente utilitarista. Este utilitarismo combina las mismas consideraciones de intereses con la idea que la acción correcta es la que produce la más grande satisfacción de intereses por sobre la frustración de los intereses que involucra. Aunque esta medida podría ser difícil en algunas situaciones, el utilitarismo tiene generalmente el efecto positivo de prevenir que una situación sea desequilibrada mientras los intereses de las partes involucradas sean considerados. En estos momentos, la explotación de los humanos hacia los animales es una situación muy desproporcionada, incluso con los intereses triviales, como el deseo de vivir o el evitar sufrir o sentir dolor.
Muchos humanos no ven nada malo en la explotación de otros animales, ya que los humanos poseen claramente un intelecto superior. Pero Singer elabora la pregunta: “¿Si poseer un mayor grado de inteligencia no le da derecho a un humano a usar a otro para sus propios fines, como puede tener el hombre tener derecho de explotar a los no humanos?” (Derechos de los animales y Obligaciones humanas, 1989). Desde un punto de vista moral, no se deduce que el tener ciertas habilidades debiera permitir a uno pasar por alto los intereses de otro. Entonces, la creencia en la superioridad del hombre no es la base para no tomar en cuenta los intereses de los no humanos, estén o no en conflicto con los intereses de los hombres.
Singer usa el racismo y el sexismo como ejemplos de por qué está mal promover los intereses de un grupo por sobre los de otro, simplemente porque el perpetrador es un miembro del grupo favorecido. El racismo y el sexismo no sólo están equivocados porque todas las razas y sexos tengan las mismas habilidades y logros. De hecho, una pequeña investigación muestra que hay algunas diferencias significativas. Si todas esas diferencias puedan ser atribuidas al medio ambiente es confuso, pero no realmente relevante al problema de racismo o sexismo. Si una raza o sexo fuera superior en alguna forma u otra, esto no le da derecho a la raza o sexo superior a no tomar en cuenta los intereses de la raza o sexo inferior. En realidad, algunas veces “El poder tiene la razón”, pero no hay moral ni razón que justifiquen esto. Como una analogía al racismo y al sexismo, el especismo está ampliamente difundido entre los humanos, quienes pasan por alto los intereses fundamentales de los no humanos para satisfacer sus intereses ocasionalmente triviales. Singer apunta al consumo de productos de origen animal como un ejemplo claro. Bajo el moderno sistema de la agricultura, billones de animales viven bajo horribles condiciones la mayor parte de sus vidas, sólo para ser degollados y así los humanos puedan probar la carne, ya que los humanos tienen necesidades nutricionales. Como argumento, este maltrato y asesinato de animales para el placer de los humanos es el especismo en su peor grado.
Aún así, en un intento por justificar la explotación de los animales, quizás algunos humanos continúan pensando que los animales no poseen capacidad mental para vivir como los humanos. Hay una gran cantidad de literatura que indica que se debería eliminar tal idea. Uno de los argumentos de Singer es sorprendente: si quisiéramos justificar la explotación animal, en términos científicos, debido a una falta de capacidad mental, entonces no existe un argumento no específico para no explotar a los humanos con discapacidad mental o daño cerebral. ¿Es moralmente aceptable someter a humanos menos afortunados a experimentación médica o al testeo de productos? Si no es así, la explotación de los animales no humanos con una capacidad mental similar, es también inmoral y de verdad elitista.
Aunque Singer no apoya estrictamente los derechos de los animales, sus argumentos convincentes y el llamado a sus lectores han tenido un gran resultado entre los defensores de los Derechos Animales. Hasta ahora, su obra más famosa es Liberación Animal (1975, 1990). Algunos de sus libros incluyen Ética Práctica (1993), ¿Cómo debemos Vivir? (1995) y Ética en Acción (1998).
James Rachels: Las implicancias Morales de la Evolución
En Creados desde los Animales, James Rachels validamente argumenta que el conocimiento científico, en particular la evolución de las especies, disuelve muchas de las afirmaciones las cuales conforman el fundamento de la moralidad tradicional. La idea de que, por virtud de ser humano, uno posee un trato moral especial, ya no es racionalmente defendible en consideración de nuestro entendimiento científico del mundo que nos rodea.
Antes del renacimiento científico, se pensaba que la Tierra era el centro del Universo. Los humanos era supuestamente creados por Dios a su semejanza. Los animales, creados por Dios como seres fundamentalmente inferiores, estaban bajo dominio humano. Dada esta visión del mundo, los humanos fueron separados de los animales y poseían una posición especial entregada por Dios. En general, el marco moral de la época era consecuente con nuestro conocimiento (o falta de conocimiento) del mundo.
Nuestro conocimiento de la evolución de las especies y, mucho antes, de la astronomía básica, han eliminado muchas de las afirmaciones desde las cuales la moralidad tradicional podía continuar. La ciencia ha revelado que la Tierra no tiene ningún lugar especial en el Universo, y los humanos y otros animales son productos evolucionados de la misma naturaleza. En El Origen de las Especies, el mismo Darwin establece que los limites que establecemos entre especies son totalmente arbitrarios y por conveniencia. Dada esta continuidad de las especies, no puede lógicamente mantenerse que solo los humanos tienen valor moral categórico. Sin embargo, las visiones morales profundamente establecidas, incluso ya no consecuentes con nuestro conocimiento del mundo, no se debería esperar que colapsaran inmediatamente. En general, los filósofos han sido lentos en asimilar el conocimiento científico y explorar sus consecuencias, y dejan que las personas con frecuencia mantengan las visiones morales confortables que han conocido desde la niñez, y la cual ha sido pasada de generación en generación. Solo relativamente recién las implicancias morales de humano-a-no humano del trabajo de Darwin han sido seriamente consideradas.
Los críticos de extender la moralidad a otros seres sintientes con frecuencia establecen que la cualidad que realmente establece a los humanos separados de otros animales es la habilidad de razonar. La idea de que solo los humanos pueden razonar contradice tanto las observaciones de Darwin (El Descendiente del Hombre) como nuestro actual conocimiento relacionado con muchas otras especies. Es verdad que solo los humanos participan de discusiones filosóficas y matemáticas, pero esta habilidad para razonar es una diferencia en grado, no en tipo. Además, Rachels realiza un fuerte aclaración de que la habilidad para razonar no es usualmente relevante para la consideración moral.
Dado que los humanos y otros animales son productos de la evolución, opuestos a creaciones inmutables con esencias únicas, Rachels apoya la idea de que la consideración moral debería ser un proceso sistemático, más que uno dogmático. Por qué los animales son similares a los humanos, deberían ser tratados de forma similar; por qué los animales son diferentes, podrían ser tratados de manera diferente. Por ejemplo, tanto los conejos como los humanos son sensibles al estrés físico, y ambas especies buscan evitar el sufrimiento. Por otra parte, los humanos tienen habilidades intelectuales mucho más grandes. Pero ambas, una sola o ninguna de estas cualidades podría ser relevante en una situación o trato dado. Consideremos el común test de Draize, en el cual la seguridad de los nuevos químicos es evaluada vertiéndolos en los ojos de conejos aprisionados. Tal trato en humanos no es moralmente aceptable, ni debería serlo en conejos por qué también son muy sensibles a tal estrés físico externo. La falta de las habilidades intelectuales de un conejo es moralmente irrelevante a la situación por que su dolor físico no es asociado con el intelecto. Por otra parte, la falta de intelecto de un conejo le hace imposible tener un interés –digamos – en el lenguaje. Negarle cualquier exposición al lenguaje no puede ser condenado como inmoral, aunque tal trato en el caso de un humano lo sería. La sensibilidad compartida de los humanos y los conejos a estrés físico externo es moralmente irrelevante a la exposición al lenguaje, al igual que el intelecto es irrelevante al [mal]trato físico. De hecho, tratamos a los animales en muchas formas en las cuales serian condenadas como inmorales para tratar a los humanos, pero tal trato no puede estar justificado en la ausencia de una diferencia relevante. El principio de tratar casos iguales de forma diferente es esencial para un código moral consistente; sin él, la justicia no es simplemente posible.
Rachels establece que la humanidad esta todavía dentro del proceso de explorar las implicancias morales de ser parientes de los animales. Si somos creados para actuar razonable y éticamente, es inevitable que adoptemos un código moral que sea una vez más consecuente con nuestro conocimiento del mundo y nuestro lugar en él.
Tom Regan: La Causa por los Derechos Animales
Tom Regan establece los Derechos Animales en su monumental trabajo filosófico, La Causa por los Derechos Animales. Como individuos con vidas mentales complejas, Regan explica por qué los animales deben ser tratados justamente. Central a su filosofía está el criterio de sujeto-de-una-vida. Cualquier ser vivo, con una vida mental compleja, incluyendo percepción, deseo, creencia, memoria, intención y sentido de futuro -además de otros atributos y de los cuales Regan ha invertido muchísimo tiempo en explorar- es un sujeto de una vida. Una evidencia considerable conduce a un entendimiento que la mayoría de los animales, en realidad, son individuos con vida, lo que se opone a los seres biológicos sin tales mundos individuales. Regan utilizan este criterio para establecer la causa por los derechos básicos animales.
Por que cada sujeto-de-una-vida es un individuo a quién le preocupa su vida, esa vida tiene valor inherente. Este valor es igual entre todos los seres vivos, sea uno sujeto de una vida o no. El valor inherente no se mide en grados, y no depende de las experiencias individuales o la utilidad para otros. Regan no niega que la experiencia y la utilidad a otros no tengan valor, pero es cuidadoso en distinguir este tipo de valor del valor inherente del individuo: afirma que los individuos tienen derechos morales basados en su valor inherente (tal postulación de derechos distingue a Regan de muchos otros filósofos morales, incluyendo a Peter Singer. De hecho, la idea que los humanos o animales tienen derechos morales no es una visión común dentro de los filósofos moralistas).
De acuerdo con Regan, los derechos humanos y animales son validados con respecto a los principios morales. Más importante es la justicia, la que está dirigida a través de su principio de respeto, "Nosotros existimos para tratar a aquellos individuos que tienen un valor inherente en formas que respeten su valor inherente". Aquí, la visión de los derechos de Regan tiene una ventaja sobre la visión utilitaria, por la cual un acto injusto contra un inocente, es justificado si trae las más grandes consecuencias de satisfacción de intereses.
Es también preferible a la llamada visión perfeccionista, por la cual el status moral de un individuo está basado por sobre el nivel por el cual posea ciertos atributos (inteligencia, habilidad artística, etc), una visión que puede conducir (y tiene que hacerlo) a una explotación injusta de aquellos con menores niveles de estos atributos seleccionados. Regan afirma que la justicia es nuestro deber principal, "el deber a no tratar a los individuos en forma diferente en la ausencia de una diferencia relevante" Por su principio del respeto, todos los sujetos-de-una-vida, como un asunto de justicia, tienen un derecho moral básico a un tratamiento respetuoso el cual reconoce su valor inherente.
Claramente, no todos los seres vivos tienen la habilidad para aplicar principios morales imparciales. Aquellos que los aplican son agentes morales; aquellos que no, son pacientes morales. Los agentes morales tienen deberes no adquiridos (en oposición a contraer o adquirir deberes) hacia todos los sujetos-de-una-vida, no sólo hacia otros agentes morales. El trato moral justo de pacientes por agentes morales no requiere que los pacientes morales sean capaces de ser recíprocos o incluso reconocer acciones morales. Este concepto es relevante para las acciones de seres humanos adultos hacia niños pequeños y los deficientes mentales, y también hacia los animales. Incluir a los animales es necesario. Excluir a algunos pacientes morales mientras se incluyen otros es pura arbitrariedad y, aquel trato parcial no puede ser considerado justo. Así que tratar a los animales respetuosamente no es simplemente un asunto de amabilidad o interés sentimental, sino de justicia.
Si actuamos moralmente, entonces los animales no están a nuestra disposición para ser usados a nuestro antojo. Nuestro reconocimiento de los derechos básicos de los animales como seres individuales con mundos subjetivos complejos demanda cambios fundamentales en nuestras Instituciones, incluyendo la eliminación de la agricultura animal (como la conocemos, al menos), la experimentación en animales, la cacería y el uso de animales en la mayoría de las formas de entretenimiento (rodeo, circos, etc.). Regan advierte que la oposición probablemente definirá a los Derechos Animales como "antihumanos". Pero nos recuerda que exigir un trato justo para los animales no es pedir nada más en el caso de cualquier humano que merece justicia. Los Derechos Humanos y los Derechos Animales están estrechamente relacionados, porque ellos están basados esencialmente en los mismos principios morales.
Steve Sapontzis: Consistencia y Moralidad Tradicional
En lugar de establecer una teoría moral sistemática, en Moral, Razón y Animales, Steve Sapontzis usa la moralidad tradicional para abogar por la liberación animal. Argumenta que los principios básicos de la moral, tales como justicia (igualdad), protección del débil frente al fuerte y apuntar a reducir el sufrimiento, lógicamente no pueden estar limitados a los humanos, dado que el sufrimiento, la tensión, el gozo y la realización no son condiciones exclusivamente humanas. Los estándares básicos a los cuales una persona moral debiera atenerse, no se evaporan al momento de considerar humanos y “no humanos”.
Sapontzis se toma un tiempo bastante considerable desvirtuando la noción de que por el hecho de que los humanos son seres racionalmente superiores, están justificados para explotar a los no humanos. Los humanos usualmente argumentan que son fundamentalmente diferentes de otros animales, dado que el humano es un ser racional. De cualquier manera, tal como con otras diferencias, ésta que mencionamos, no es fundamental, pero es una cuestión que se da en grados. En efecto, dada la evidencia, sería irresponsable afirmar y excluir a los animales del uso de la razón. Sapontzis nos recuerda que los animales suelen reconocer algunas relaciones casuales y las pueden usar para resolver problemas prácticos. En el libro La Descendencia del Hombre, el mismo Darwin escribió, “es un hecho significativo, que mientras más los hábitos de cualquier animal en particular son estudiados por algún naturalista, más se adscribe al uso de la razón y menos al uso de instintos no aprendidos”. La cuestión del pensamiento abstracto puede tener una historia diferente, pero no puede, y tampoco puede ningún otro aspecto de la razón, apoyar la explotación de los animales.
Sapontzis escribe: “dado que no posee lenguaje, puede ser asesinado para convertirse en un delicioso plato. Dado que no posee la capacidad de abstraerse para concebir el futuro, puede ser perseguida y cazada por diversión. Como no tienen la capacidad de establecer metas y considerar alternativas, pueden ser utilizados para experimentos letales. Ya que carece de una relación epistémica hacia su interés en la vida, puede ser asesinado para que su cuerpo sea usado para hacer jabón y perfumes. Como no posee vida cultural, puede ser atrapada y descuerada para hacer un abrigo de piel. Este razonamiento, ¿tiene sentido para usted?.”
Similar a Peter Singer, Sapontzis demuestra que la existencia de intereses, humanos o no humanos, es lo que justifica la consideración moral. Como seres sensoriales, los animales no humanos tienen un interés en vivir, ser felices y sociales (en la mayoría de los casos), etc.
Carol J. Adams: Una Teoría Crítica Vegetariana y Feminista.
Carol J. Adams es la autora del controversial libro La Política Sexual de la Carne: Una Teoría Crítica Vegetariana y Feminista (Continuum, 1991), que explora la relación entre los valores patriarcales y el consumo de carne. Para explicar esta relación, Adams presenta el concepto de la estructura del “Referente Ausente”: detrás de cada plato de carne hay una ausencia de la muerte del animal que toma el lugar de la carne. El referente ausente es el que separa al consumidor de la carne del animal y al animal del producto final. La función del referente ausente es mantener nuestra “carne” separada de la idea de que ésta fue alguna vez un animal, evitar que ese ser sea visto como un ser vivo.
La estructura del referente ausente no sólo mantiene al animal reprimido, sino también a la mujer y los humanos no dominantes. Paralelamente el consumo de carne , la deshumanización de la mujer en casos más severos como en una violación o el trato superfluo a las chicas pin-ups (modelos de calendarios), evita verlas como personas y Adams ofrece una evidencia poderosa de que las mujeres y los animales están unidos por un referente ausente en los textos de la sociedad patriarcal : los términos para referirse a las partes del cuerpo y los cortes de carne son usualmente usados en forma intercambiables y Adams apunta a admitir que se hace de una manera abierta. El vínculo se ve en el lenguaje cotidiano: los animales son los referentes ausentes en la frase: “carnicería de mujeres”, entonces las mueres son el referente ausente en la frase: “la violación de los animales”.
La Política Sexual de la Carne significa que quien consume carne está determinado por la política patriarcal de nuestra cultura y que el significado ligado al consumo de carne incluye los significados agrupados en torno a la virilidad. Vivimos en un mundo patriarcal en el cual los hombres aún tienen un poder considerable sobre la mujer en una esfera pública (en los trabajos y en la política) y privada (en los hogares donde la violencia intrafamiliar termina con vida de mujeres a diario). Lo que La Política Sexual de la Carne argumenta es que la manera en que la política del género está estructurada en nuestro mundo está relacionada en como vemos a los animales, especialmente en los de consumo humano. El patriarcado es un sistema de género que está implícito en la relación humano/animal. Además la construcción del género incluye instrucciones sobre la comida apropiada. Ser un hombre en nuestra cultura está ligado a lo que ellos consideran o no reconocen como propio. Lo que un hombre de “verdad” hace o no hace. Un hombre “de verdad” no come vegetales. No es sólo un asunto de privilegios, es un asunto de simbolismo. La humanidad está construida en nuestra cultura, en parte por el acceso a la carne y el control de otros cuerpos.
A través de la Política Sexual de la Carne, el consumo de imágenes de mujeres da una manera a nuestra cultura de hablar abiertamente y bromear sobre la deshumanización de la mujer sin tener que saber que se está hablando de ello. Es una forma en la que el hombre puede hablar con confianza sobre la misoginia conozcan o no el tema.
En Ni hombre ni Animal: una Defensa Animal Feminista, Adams extiende su análisis feminista a la experimentación animal, el derecho al aborto y los derechos de los animales, proponiendo que los congresos feministas deberían ser vegetarianos también y promoviendo una estructura solidaria para la defensa animal. Ella ofrece una discusión filosófica feminista de las formas interconectadas de abuso de las mujeres, los animales y los niños. Por último ofrece una estructura filosófica feminista para la discusión teológica y explica la dialéctica entre lo que creemos que sabemos (epistemología) y como vemos a los animales y a nosotros (ontología). Ella explica que el problema en la liberación animal es que nuestra cultura a menudo mantiene el debate a un nivel ontológico, cuando en realidad está a un nivel epistemológico.
Fuente: thevegetariansite.com - Philosophy of Animal Rights
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NOTAS
RespuestasVeganas.Org: La publicación de este artículo en RespuestasVeganas.Org no implica necesariamente que compartamos todas y cada una de las cuestiones expresadas por el mismo; sin embargo, consideramos interesante su publicación por la aportación que puede hacer a la causa del movimiento abolicionista.
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