ARGUMENTO: “Los humanos no son animales, les creó un dios”
RESUMEN: ¿Los humanos son animales? ¿los humanos fueron creados por un supuesto «dios» o son el resultado de una evolución biológica por selección natural? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.
La ciencia nos ha mostrado que los humanos son animales mamíferos de la especie Homo Sapiens que han llegado a ser lo que son mediante la evolución biológica por selección natural durante el transcurso de millones de años.
La Realidad está compuesta por materia/energía y Lógica (A=A).[1] La materia/energía está cambiando constantemente en una continua evolución. La evolución de lo inerte a lo vivo se llama abiogénesis. En cambio, la evolución de lo vivo se llama «evolución biológica» y es lo que voy a tratar en este artículo.
Algunas personas, influenciadas por creencias religiosas, dicen que «los humanos no son animales». Creen que un supuesto «dios» creó «por arte de magia» a un hombre y a una mujer (Adán y Eva) en un «Paraíso» vegano (Génesis 1:29-31) junto con todas las especies de bacterias, plantas, hongos, animales (dinosaurios incluidos) que han existido. Es decir, dicen que «no existe una relación biológica entre los humanos y los animales, los humanos no son animales». En el lenguaje queda reflejada esta creencia mediante el uso de la palabra «animales» para referirse sólo a los animales no humanos, o usada como insulto. Esta idea se llama creacionismo, y más recientemente ha sido llamada «diseño inteligente». Los creacionistas políticamente más activos y conocidos son los protestantes y viven principalmente en el régimen de EEUU. También se defiende el creacionismo en la religión católica romana, en el judaísmo, en el nazismo (creen que un dios creó una «raza blanca pura», sin cruces anteriores), etc. Por ejemplo, el 3 de abril de 2011, el Papa Benedicto XVI decía lo siguiente en la homilía de la Vidilia Pascual en la basílica de San Pedro del Vaticano[1]: «Si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución en algún lugar al margen del universo, su vida estaría privada de sentido o sería incluso una molestia de la naturaleza. Pero no es así: la Razón estaba en el principio, la Razón creadora, divina». Afortunadamente, la Realidad sobre el origen de los humanos y de otras especies animales fue descubierta por el científico Charles Darwin (1809-1882) y explicada en 1859 en su libro «On the Origin of Species» (El Origen de las Especies). Darwin descubrió que las especies de seres vivos van cambiando mediante una evolución biológica (unas especies evolucionan creando nuevas especies) y que este cambio biológico se produce por medio de la selección natural (reproducción de los más adaptados al medio). Gracias a Darwin se ha podido descubrir el árbol de la evolución biológica desde la aparición de la primera forma de vida hasta la actualidad: todos los seres vivos tenemos un antepasado común. Por ello, los humanos han sido clasificados en el Reino Animal, y concretamente pertenecen a la especie Homo sapiens.
En 1543, se publicó el libro De revolutionibus orbium coelestium (de las revoluciones de las esferas celestes) de Nicolás Copérnico (1473-1543). En él se demostraba que la teoría teoría geocéntrica, dogma defendido por la religión católica, era falsa porque la Tierra no era el centro del Universo alrededor de la cual giraba todo lo demás sino que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol; es lo que se ha venido a llamar teoría heliocéntrica. La religión católica negó este descubrimiento científico pues negaba la centralidad de la «obra de Dios» en el Universo. Galileo Galilei (1564-1642) fue un fuerte defensor de la teoría heliocéntrica de Copérnico, esto provocó que una comisión de teólogos consultores de la Inquisición censurara la teoría heliocéntrica en 1616:
"(...) También ha llegado a conocimiento de la esta Congregación que la doctrina pitagórica —que es falsa y por completo opuesta a la Sagrada Escritura— del movimiento de la Tierra y la inmovilidad del Sol, que también es enseñada por Nicolás Copérnico en 'De Revolutionibus orbium coelestium', y por Diego de Zúñiga en 'Job', está difundiéndose ahora en el extranjero y siendo aceptada por muchos (...). Por lo tanto, para que esta opinión no pueda insinuarse en mayor profundidad en perjuicio de la verdad Católica, la Sagrada Congregación ha decretado que la obra del susodicho Nicolás Copérnico, 'De Revolutionibus orbium', y de Diego de Zúñiga, 'Sobre Job', sean suspendidas hasta que sean corregidas". Decreto de la Sagrada Congregación del Index, 5 de marzo de 1616
La obra maestra de Copérnico permaneció en el índice de libros prohibidos (Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum) hasta 1835. Finalmente la religión católica tuvo que aceptar públicamente su error. Citando a Javier Muguerza, la llamada «revolución copernicana» es de ordinario considerada como la primera gran «humillación» históricamente inflingida a nuestro orgullo de especie. La segunda gran «humillación» sería la teoría de la evolución de Charles Darwin (1809-1882), publicada en su libro On the Origin of Species (El origen de las especies) en 1859. La teoría de la evolución es una teoría materialista, que descarta toda especulación metafísica o religiosa que se recree en introducir conceptos indefinibles e infalsables como espíritu, trascendencia divina, alma, etc. para explicar la biología.
Una nueva humillación para la religión está llegando desde la etología, la psicología, la neurociencia, y el razonamiento ético o Ética, ciencias que muestran cómo el ser humano no es el único ser que posee una conciencia, que siente, razona, etc. Estos hechos desmontan las cosmovisiones teocentrista y antropocentrista que discriminan éticamente a quienes no son humanos.
Redes 92: Los orígenes de las especies - evolución (Link)
The God Delusion (La Ilusión de Dios) (subtitulos en español) (Link)
- En 2012 se publicó en Proceedings of the National Academy of Sciences un artículo titulado «Experimental evolution of multicellularity», del biólogo evolutivo Michael Travisano y sus colegas. En un laboratorio consiguieron en 60 días que se produjera un salto evolutivo que en condiciones no artificiales habría llevado miles de millones de años, logrando por primera vez que un ser unicelular genéticamente simple (la levadura) evolucionase a un ser multicelular con características de seres multicelulares: atisbos de especialización de las células, división del trabajo, colaboración entre las células y paso por distintas etapas de la vida (juventud y madurez). Según los autores, lo primordial para que se produzca la evolución es la presión del entorno, no la complejidad de los genes. Para demostrarlo, dejaron crecer la levadura en un frasco rico en nutrientes. Cada día, los agitaban y se quedaban solamente con aquellos grupúsculos que se quedasen flotando formando «grumos» y descartaban el grueso de células individuales del fondo. Tras dos meses, esos grupúsculos ya no se separaban: habían evolucionado para formar uniones indivisibles. Y lo más asombroso: las células han «descubierto» un mecanismo de reproducción que no permite la separación del «hijo» hasta que no se encuentra ya bien formado. (Fuente: ciencia-explicada.com)
Hechos que sustentan la Teoría de la Evolución (con subtítulos)
Parte 1/6 - 2/6 - 3/6 - 4/6 - 5/6 - 6/6
Algunas personas dicen que «los humanos han evolucionado del chimpancé». Sin embargo es una idea errada común afirmar que algunas especies modernas son descendientes de otras especies modernas, por ejemplo que los humanos son descendientes de los chimpancés. En vez de eso, lo que ocurre es que especies modernas estrechamente relacionadas evolucionaron de un ancestro común que no es ni uno ni el otro. Los humanos no evolucionaron del chimpancé, sino que ambos evolucionaron a partir de un animal que tenía características más primitivas que humanos y que chimpancés. Durante más de 150 años, la comunidad científica ha realizado cada prueba imaginable para examinar la evolución y la descendencia común, y ni siquiera una de ellas ha fallado en validar que toda la vida en la Tierra viene de un ancestro común, por ello todos los seres vivos están relacionados genealógica y genéticamente entre sí.
Algunos creacionistas dicen que «el azar no puede generar tanta complejidad». A veces los creacionistas ponen como ejemplo la complejidad del ojo. Éste es otro de los errores de los creacionistas: afirmar que la teoría de la evolución se basa simplemente en el azar. El libro «The Blind Watch Maker» («El Relojero Ciego») de Dawkins, escrito en 1987, explica un poco los malentendidos de los creacionistas, y los mecanismos que sigue la evolución biológica más allá del azar.
Richard Dawkins y la evolución del ojo en el programa de ciencia Bang Goes the Theory (Link)
Algunos creacionistas afirman que «los seres vivos tienen diseños perfectos, sólo explicables por el diseño de un dios». Sin embargo, los seres vivos no son perfectos. La evolución biológica deja atrás órganos que dejaron de utilizarse. Los restos de dichos órganos están aún presente en seres vivos, son llamados «órganos vestigiales». Es lo que se conoce como microevolución. Uno de los cambios microevolutivos que más evidencia dan de la evolución son los órganos vestigiales. Darwin también puso en evidencia las huellas que ha dejado la evolución en los órganos vestigiales, como las alas en aves que ya no vuelan. Esos órganos que ya no funcionan son ejemplos maravillosos y llamativos de que se ha producido un cambio. Por otro lado, hoy sabemos que no sólo hay órganos, sino también genes vestigiales: los llamados seudogenes, que tienen apariencia de genes normales pero ya ni siquiera se transcriben. Se podrían comparar con los fragmentos de programas y archivos que permanecen en el disco duro de nuestro ordenador, aunque ya no son accesibles[7]. Por ejemplo, hay muchas especies animales que viven en ambientes de total oscuridad y poseen ojos no funcionales, es decir sus ojos son estructuras vestigiales. Estas especies ciegas evolucionaron a partir de especies que tenían ojos funcionales, pero al colonizar ambientes oscuros la selección natural favoreció en algún momento a un mutante que desarrollaba ojos no funcionales, pues en un ambiente totalmente oscuro es más conveniente invertir la energía gastada en este órgano en otras estructuras, y así pasó esta variante a la población. Otras especies, como las iguanas, tienen un tercer ojo llamado «ojo parietal», un órgano vestigial que sólo detecta la luz, la oscuridad y el movimiento. Las especies con ojos vestigiales no apoyan para nada la hipótesis del «diseño inteligente», pues ¿para qué colocaría un diseñador ojos a una especie cavernícola que no los necesita como el pez Astyanax mexicanus? Las cavernas del mundo poseen varias especies de peces, salamandras y grillos con ojos que atestiguan el origen a partir de otras especies (evolución) y no una creación planificada[8]. Otro ejemplo son los arcos branquiales o arcos faríngeos. Los arcos branquiales son estructuras, preponderantemente mesodérmicas, a modo de hendiduras, situadas a ambos lados de la faringe, que se originan durante el desarrollo embrionario de los animales del filo Cordados (Chordata). Pueden permanecer en el individuo adulto, como en el caso de las lampreas, o sólo ser plenamente funcionales en estado embrionario, como en el caso humano; sin embargo, en éste último existen reminiscencias, como la trompa de Eustaquio y otras partes del oído, que conforman el canal auditivo. Algunos creacionistas dicen que «el planeta Tierra fue creado por un dios hace unos 6000 años».Así responden los geólogos y palentólogos a los argumentos creacionistas[4]: «Los argumentos principales de los creacionistas "científicos" hacen referencia a la corta edad de la tierra, que sería de tan solo unos 6.000 años de antigüedad, haciendo caso omiso de los métodos de datación radiométricos. Además, los restos fósiles serían muy recientes y los hombres habrían coexistido con los dinosaurios. Los fósiles son atribuidos al Diluvio universal, negando los principios más básicos y elementales de la Geología: actualismo, superposición de los estratos, etc., con lo cual todos los fósiles serían prácticamente de la misma edad. Asimismo, niegan todo aspecto geológico o palentológico que pueda estar en contradicción con la Biblia y que apoye la teoría de la evolución. Especial énfasis ponen en negar el valor de los fósiles para documentar la teoría de la evolución. Así atacan los resultados paleontológicos referentes a la existencia de los fósiles intermedios, tales como el Archaeopteryx y los homínidos primitivos, negando que existan formas intermedias. Sacan fuera de contexto el debate entre gradualistas y saltacionistas, ignorando que ninguno de los grupos cuestiona la teoría de la evolución, sino que simplemente discuten aspectos del mecanismo evolutivo. Y utilizan las pequeñas diferencias de los científicos para apoyar sus sensacionales afirmaciones. Ahora bien, a lo largo de este siglo se han descubierto numerosos fósiles que permiten reconstruir muchas lineas filogenéticas, y en lo que respecta a la filogenia humana en las ultimas décadas han aparecido muchos fósiles que permiten detallar como ha sido la evolución hasta llegar al Homo sapiens. Todo lo cual permite afirmar que los fósiles son el documento fáctico de la evolución. Pero, paradójicamente, ahora los antievolucionistas insisten en que los fósiles son uno de los principales problemas para la evolución».
Los creacionistas sostienen que "no hay ciencia capaz de fundamentar con números la posibilidad de que de una sopa orgánica apareciera una célula. Estadísticamente es imposible". A continuación veremos que tal afirmación no es cierta.
Para poder explicar el origen de la vida, los científicos deben de analizar, en detalle, los elementos que la componen. Los tres ingredientes más importantes para estos fines son el ADN, el ARN y las proteínas.
Habría que tener en cuenta el factor tiempo infinito.
Teoría de la panspermia
La panspermia es la teoría que afirma que el espacio está repleto de vida celular que queda atrapada en el interior de los cometas. Uno de ellos se hizo añicos cuando chocó con la atmósfera de la Tierra hace unos 3.800 millones de años, y aunque la mayoría de las bacterias murieron, una minoría sobrevivió al viaje e inauguró la vida en la Tierra.
La panspermia explicaría el origen de la vida en el planeta Tierra pero no el origen de la vida.
Experimento de Miller y Urey[5]
El experimento de Miller y Urey representa la primera demostración de que se pueden formar espontáneamente moléculas orgánicas a partir de sustancias inorgánicas simples en condiciones ambientales adecuadas.
En 1953 Stanley L. Miller (1930-2007), un estudiante de doctorado de la Universidad de Chicago propuso a su director Harold Urey, realizar un experimento para contrastar la hipótesis de Aleksandr Oparin y J. B. S. Haldane según la cual en las condiciones de la Tierra primitiva se habían producido reacciones químicas que condujeron a la formación de compuestos orgánicos a partir de inorgánicos, que posteriormente originaron las primeras formas de vida. Urey pensaba que los resultados no serían concluyentes pero finalmente aceptó la propuesta de Miller. Diseñaron un aparato en el que simularon algunas condiciones de la atmósfera de la Tierra primitiva. El experimento consistió, básicamente, en someter una mezcla de metano, amoníaco, hidrógeno y agua a descargas eléctricas de 60.000 voltios. Este experimento dio como resultado la formación de una serie de moléculas orgánicas, entre la que destacan ácido acético, ADP-Glucosa, y los aminoácidos glicina, alanina, ácido glutámico y ácido aspártico, usados por las células como los pilares básicos para sintetizar sus proteínas. Este experimento fue clave para comprobar la Teoría del caldo primordial para el origen de la vida.
Origen del ARN
Hasta ahora, los intentos de explicar cómo surgieron los primeros ARN han sido infructuosos. Cada eslabón del ARN, llamado ribonucleótido, se compone de tres elementos: una base nitrogenada, un azúcar llamado ribosa y un grupo fosfato. Nadie ha logrado simular la formación espontánea del complejo triple en condiciones de laboratorio equivalentes a las de la Tierra previa a la vida o prebiótica.
Tres químicos de la Universidad de Manchester (Reino Unido) lo lograron el 14 de mayo de 2009. Según publicó Nature, el secreto de su éxito consiste en dar un rodeo bioquímico; en lugar de forzar la unión de los tres componentes ya prefabricados, el equipo dirigido por John Sutherland planteó la posibilidad de una ruta alternativa que partiendo de los mismos ingredientes iniciales no forme los ladrillos básicos separados, sino un bloque completo sin terminar que se transforma en la estructura final, todo de una pieza. El estudio destaca que "las condiciones de la síntesis son consistentes con modelos geoquímicos de la Tierra temprana".
En el mismo número de Nature, el experto en vida artificial Jack Szostak, de la Universidad de Harvard, califica el trabajo como "una solución muy eficiente" y "uno de los grandes avances en química prebiótica". [6]
EVOLUCIÓN CAÓTICA[9]
La lentitud de los cambios genéticos es otro de los mitos que se han caído en el mundo de la genética. Y eso ha sido posible gracias al estudio de unos genes sorprendentes llamados homeóticos. Se trata de genes que controlan el desarrollo del cuerpo y que se encuentran en todos los seres vivos. Ed. Levis fue uno de los investigadores pioneros de genes homeóticos allá por los años setenta, y descubrió que eran los responsables del desarrollo de áreas enteras del cuerpo. Su funcionamiento es complejo, pero baste decir que el cambio de uno sólo de estos genes homeóticos en un individuo, provoca cambios espectaculares en el cuerpo. Levis experimentó provocando mutaciones en los genes homeóticos de moscas y sus resultados fueron increíbles. Mutaciones de muy pocos genes homeóticos lograban que una mosca desarrollara un nuevo par de alas, de patas, de ojos o incluso de otras estructuras. Es decir, de módulos enteros de su cuerpo. Esto hizo tambalear la teoría de la evolución de Darwin, que postulaba que los cambios en los seres vivos eran consecuencia de una gradual y lenta acumulación de mutaciones, que nunca tenía grandes saltos ni discontinuidades. Gracias al descubrimiento de estos genes se sabe que la evolución es más caótica de lo que se pensaba, ya que la mutación de un sólo gen puede provocar grandes cambios y de manera instantánea. Este descubrimiento además plantea nuevas posibilidades: si existen genes que controlan módulos enteros del cuerpo, ¿por qué no podría haber genes que controlaran y pudieran abrir módulos enteros también de nuestra mente? En genética no está descartado nada.
Extracto del documental "Darwin vs Dios" de Canal Odisea. (Link)