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ARGUMENTO: “Todos los humanos X, solo deben ser respetados los humanos”

RESUMEN: ¿Todos los humanos comparten una característica que los diferencia de quienes no son humanos? ¿mediante qué prueba se comprueba eso? ¿quiénes son los llamados «humanos marginales»? ¿qué es la falacia ecológica? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.

La única característica éticamente relevante que es necesaria para que un ser deba ser respetado es que tenga una conciencia, por eso decimos que la Ética es sensocentrista. Los humanos no son los únicos seres que tienen una conciencia, por lo tanto no sólo los humanos deben ser respetados. Sin embargo, algunas personas que rechazan el sensocentrismo dicen que «todos los humanos, y solo ellos, poseen una característica éticamente relevante». Sin embargo, estas personas no indican mediante qué tipo de PRUEBA podemos verificar si un ser posee o no posee esa supuesta característica éticamente relevante. La Realidad es que el conjunto formado por los seres humanos no es homogéneo, sino que es heterogéneo, y podemos verificar que los siguientes humanos no superarían la prueba que les exigen superar a animales no humanos: fetos, bebés, niños pequeños, humanos con diversidad intelectual severa, humanos con enfermedades físicas y psicológicas severas, etc. Otras personas reconocen que el conjunto de seres humanos es hetereogéneo, pero usan la falacia ecológica al inferir características de los individuos a partir de las estadísticas agregadas de un grupo al que dichos individuos pertenecen.

Palabras clave: casos marginales, empirismo, falacia ecológica, media estadística, verificacón

1. La única característica éticamente relevante que es necesaria para que un ser deba ser respetado es que tenga una conciencia. Una conciencia es alguien que siente (ser sintiente) y que tiene intereses. En otro artículo demostré que la Ética se origina en los intereses.[1] Por lo tanto, la única característica necesaria para categorizar éticamente a un ser como «persona» (en lugar de como «cosa») es que éste posea una conciencia. Por eso decimos que la Ética es sensocentrista[2], pues sólo los seres sintientes tienen intereses.

2. Los humanos no son los únicos seres que tienen una conciencia. A partir de estudios neurocientíficos, se ha inferido lógicamente la existencia de conciencia en seres humanos, pero también en seres de otras especies animales.[3] Por lo tanto, como la Ética es sensocentrista, los seres sintientes no humanos también deben ser respetados.

Los dos puntos anteriores rebaten el presente argumento, pero a continuación vamos a comprobar que el argumento es una falacia en sí mismo porque no es cierto que todos los humanos sean iguales en algo.

3. Algunas personas que rechazan el sensocentrismo dicen que «todos los humanos tienen en común que son humanos, por eso solo los humanos deben ser respetados». Esto es tan cierto como afirmar que «todos los hombres tienen en común que son hombres», o «todos los perros tienen en común que son perros», etc. Esto es lo mismo que decir «los humanos son humanos», «los hombres son hombres», «los perros son perros», etc. Es decir, se dice lo obvio, pero de esa obviedad no se puede inferir lógicamente una conclusión normativa como: «solo los humanos deben ser respetados», «solo los hombres deben ser respetados», «solo los perros deben ser respetados», etc. Por lo tanto el argumento es arbitrario y en su conclusión contiene una discriminación especista.[4] Ya expliqué que la normatividad ética se origina en los intereses.[1]

4. Algunas personas que rechazan el sensocentrismo dicen que «todos los seres humanos, y solo ellos, poseen una característica éticamente relevante». Es frecuente que estas personas digan que dicha característica éticamente relevante es la «racionalidad», la «inteligencia», etc. Por ejemplo, Michael Leahy[1] y Luc Ferry dicen que «solo los seres humanos tienen ciertas capacidades cognitivas». Sin embargo, es importante señalar que estas personas no indican mediante qué tipo de PRUEBA podemos verificar si un ser posee o no posee esa supuesta característica éticamente relevante. Por ejemplo, ¿mediante qué tipo de prueba podemos comprobar que un bebé humano es racional? La Realidad es que la racionalidad, la inteligencia, etc. presentan diferencias de grado en cada humano observado. La idea según la cual «todos los seres de una especie o grupo son esencialmente iguales» se llama «naturaleza del ser» o «esencia del ser», y tiene un origen religioso.[5] La Realidad es que el conjunto formado por los seres humanos no es homogéneo, sino que es heterogéneo, y podemos verificar que los siguientes humanos no superarían la prueba que les exigen superar a animales no humanos: fetos, bebés, niños pequeños, humanos con diversidad intelectual severa, humanos con enfermedades físicas y psicológicas severas, etc. En el debate ético, estos humanos que acabo de enumerar han sido llamados «casos marginales» o «humanos marginales», pero la Realidad es que son muchos millones de humanos. Asimismo, si realizamos la misma prueba con animales no humanos podremos verificar que algunos de ellos la superarán.[6]

5. Algunas personas que reconocen que el conjunto de humanos es heterogéneo dicen que «todos los humanos tienen en común una determinada característica porque "la mayoría" de humanos la posee». Estas personas aceptan que algunos humanos no cumplen con la característica éticamente relevante que exigen a los animales no humanos, pero hacen uso de la falacia ecológica. La falacia ecológica (ecological fallacy), también conocida en los esquemas clásicos como «falacia de ambigüedad por división», es un error en la argumentación basado en una errónea interpretación de datos estadísticos, infiriendo las características de los individuos a partir de las estadísticas agregadas de un grupo al que dichos individuos pertenecen.


Las implicaciones éticas que sacamos del punto 4 y del punto 5 es que no se debe tratar a todos los seres por igual, sino de acuerdo a las características tiene cada uno. En su libro «Created from Animals: The Moral Implications of Darwinism» («Creados a partir de animales: Las implicaciones morales del Darwinismo»), el filósofo James Rachels (1941-2003) presenta el siguiente argumento: «Si A merece un trato diferente a B, la justificación debe ser en términos de que las características individuales de A y las características individuales de B. Tratarlos de diferente forma no puede justificarse basado en que uno u otro pertenece a un grupo preferencial, ni siquiera si ese grupo es el “grupo” de seres humanos».

En la siguiente intervención en el Parlamento Europeo, el derechista Janusz Korwin-Mikke dice que «las mujeres son más débiles, más pequeñas y menos inteligentes, por eso deben ganar menos que los hombres». Vemos como en su argumento asume erróneamente que «todos los hombres son más fuertes, más grandes y más inteligentes que las mujeres» (punto 4) o que «la mayoría de los hombres son más fuertes, más grandes y más inteligentes que las mujeres» (punto 5). Y a partir de una de dichas premisas se inventa arbitrariamente la conclusión «las mujeres deben ganar menos que los hombres».(1) La Realidad es que si un puesto de trabajo paga en función de la fuerza o de la inteligencia entonces se evalua eso, por lo que es irrelevante si el que lo realiza es hombre o mujer.




6. Algunas de personas dicen que «si algún humano logró hacer una determinada cosa entonces todos los humanos lo lograron hacer». Por ejemplo, algunas de dichas personas dicen que «como los tripulantes de la misión Apolo 11 caminaron por la Luna entonces todos los humanos han caminado por la Luna». O, por ejemplo, algunas de dichas personas dicen que «todos los humanos hemos desarrollado la teoría de la relatividad porque la desarrolló Albert Einstein (1879-1955)». Es curioso observar que estas personas no se atribuyen a sí mismos ni a la especie humana las acciones éticamente incorrectas que realizaron algunos humanos, por ejemplo, nunca dicen «los humanos hemos violado sexualmente a otros», «los humanos hemos asesinado a otros humanos», etc. Sin embargo, la Realidad es que lo que hizo un humano lo hizo ese humano, no los demás humanos.

7. Algunas personas reconocen que algunos humanos no poseen la característica éticamente relevante que exigen a los animales no humanos, pero dicen que «aunque no poseen la característica éticamente relevante, la poseen "en potencia", por lo tanto debemos tratarles como si ya la poseyeran». Estas personas usan el argumento de la potencialidad, el cual rebatí en otro artículo.[7]

8. Algunas personas reconocen que no existe ningún «defecto» que tengan los animales no humanos que no sea también el «defecto» de un subconjunto de seres humanos, pero utilizan argumentos mediante los cuales pretenden justificar un reconocimiento «honorario» para dicho subconjunto de humanos. En otras palabras, reconocen que no existe motivo alguno para considerar éticamente a dichos «humanos marginales» (fetos, bebés, niños, humanos con diversidad intelectual grave, algunos enfermos, etc.), pero intentan protegerles como si eso fuera una estrategia para proteger al resto de humanos que, según ellos, sí que merecen consideración ética. Dichos argumentos también redultan infructuosos.[8]