(Volver a Ética y moral)
Desde inicios de la filosofía occidental -y aún antes de esto dentro de las tradiciones orientales- se han formulado numerosas teorías con el objetivo de regular las relaciones entre los individuos en lo que se ha venido a denominar como Ética, y se han formulado también distintas taxonomías para clasificar dichas teorías éticas. Según una de esas taxonomías, podemos distinguir entre éticas del acto y éticas del agente.
ÉTICAS DEL ACTO Y ÉTICAS DEL AGENTE
Éticas del acto
Las éticas del acto son aquellas teorías que buscan darnos criterios para evaluar las acciones como éticamente correctas o éticamente incorrectas, respondiendo a la pregunta: ¿cómo debemos actuar? Dos ejemplos representativos de la época moderna son el utilitarismo y la teoría kantiana.
En 1863, John Stuart Mill (1806—1873) publicó su libro El Utilitarismo (1863), en el cual nos dá el criterio mediante el cual podemos saber si una acción es éticamente correcta o éticamente incorrecta: "una acción es correcta si promueve la mayor cantidad de felicidad del mayor número de personas". Este criterio es consecuencialista, pues dá la mayor importancia a las consecuencias que tienen las acciones para el bienestar o felicidad total. Por lo tanto, el utilitarismo se centra en evaluar las acciones de acuerdo a sus resultados, dejando en segundo plano las intenciones que las motivaron.
En el siglo XVIII, Immanuel Kant (1724–1804) publicó varios libros(2), en los cuales nos dá el criterio mediante el cual podemos saber si una acción es éticamente correcta o éticamente incorrecta: la buena voluntad. Una voluntad es buena cuando, por deber -que no conforme al deber-, actúa siguiendo el imperativo categórico que nos dicta la razón: "actúa de tal manera que puedas querer que la máxima que guía tu acción pueda convertirse en máxima universal", independientemente de las consecuencias de la acción, pues la buena voluntad es buena en sí misma. Por lo tanto, la ética kantiana se centra en evaluar las razones que tienen los agentes al realizar las acciones, dejando en segundo plano los resultados que estas acciones producen.
Éticas del agente
Las éticas del agente son aquellas teorías que buscan darnos criterios para evaluar el carácter (ethos), respondiendo a la pregunta: ¿cómo debemos ser? El ejemplo representativo es la ética de la virtud.
La ética de la virtud tiene su origen en Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) y fue reformulada por Alasdair MacIntyre en su libro Tras la Virtud, y la de éste, a su vez, por otros neoaristotélicos. Según la ética de la virtud, debemos practicar unas determinadas virtudes que forjen un buen carácter moral para alcanzar lo que consideramos el bien.
El grave problema que afronta la ética de la virtud es que, al poder existir infinitas ideas sobre qué es la virtud, desemboca inevitablemente en relativismo. Este problema ha intentado resolverlo Martha Nussbaum en su artículo "Virtudes no relativas: un enfoque aristotélico".
Desde inicios de la filosofía occidental -y aún antes de esto dentro de las tradiciones orientales- se han formulado numerosas teorías con el objetivo de regular las relaciones entre los individuos en lo que se ha venido a denominar como Ética, y se han formulado también distintas taxonomías para clasificar dichas teorías éticas. Según una de esas taxonomías, podemos distinguir entre éticas del acto y éticas del agente.
ÉTICAS DEL ACTO Y ÉTICAS DEL AGENTE
Éticas del acto
Las éticas del acto son aquellas teorías que buscan darnos criterios para evaluar las acciones como éticamente correctas o éticamente incorrectas, respondiendo a la pregunta: ¿cómo debemos actuar? Dos ejemplos representativos de la época moderna son el utilitarismo y la teoría kantiana.
En 1863, John Stuart Mill (1806—1873) publicó su libro El Utilitarismo (1863), en el cual nos dá el criterio mediante el cual podemos saber si una acción es éticamente correcta o éticamente incorrecta: "una acción es correcta si promueve la mayor cantidad de felicidad del mayor número de personas". Este criterio es consecuencialista, pues dá la mayor importancia a las consecuencias que tienen las acciones para el bienestar o felicidad total. Por lo tanto, el utilitarismo se centra en evaluar las acciones de acuerdo a sus resultados, dejando en segundo plano las intenciones que las motivaron.
"El credo que acepta como fundamento de la moral la Utilidad, o el Principio de mayor Felicidad, mantiene que las acciones son correctas en la medida en que tienden a promover la felicidad, incorrectas en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad el dolor y la falta de placer". (Mill, 1863, capítulo 2; cito de la traducción de 1994: 45-46) (1)
En el siglo XVIII, Immanuel Kant (1724–1804) publicó varios libros(2), en los cuales nos dá el criterio mediante el cual podemos saber si una acción es éticamente correcta o éticamente incorrecta: la buena voluntad. Una voluntad es buena cuando, por deber -que no conforme al deber-, actúa siguiendo el imperativo categórico que nos dicta la razón: "actúa de tal manera que puedas querer que la máxima que guía tu acción pueda convertirse en máxima universal", independientemente de las consecuencias de la acción, pues la buena voluntad es buena en sí misma. Por lo tanto, la ética kantiana se centra en evaluar las razones que tienen los agentes al realizar las acciones, dejando en segundo plano los resultados que estas acciones producen.
Éticas del agente
Las éticas del agente son aquellas teorías que buscan darnos criterios para evaluar el carácter (ethos), respondiendo a la pregunta: ¿cómo debemos ser? El ejemplo representativo es la ética de la virtud.
La ética de la virtud tiene su origen en Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) y fue reformulada por Alasdair MacIntyre en su libro Tras la Virtud, y la de éste, a su vez, por otros neoaristotélicos. Según la ética de la virtud, debemos practicar unas determinadas virtudes que forjen un buen carácter moral para alcanzar lo que consideramos el bien.
"Tenemos por lo menos tres conceptos muy diferentes de virtud para confrontar: la virtud es una cualidad que permite a un individuo desempeñar su papel social (Homero); la virtud es una cualidad que permite a un individuo progresar hacia el logro del telos específicamente humano, natural o sobrenatural (Aristóteles, el Nuevo Testamento y Tomás de Aquino); la virtud es una cualidad útil para conseguir el éxito terrenal y celestial (B.Franklin)". (MacIntyre, 1987: 231)
El grave problema que afronta la ética de la virtud es que, al poder existir infinitas ideas sobre qué es la virtud, desemboca inevitablemente en relativismo. Este problema ha intentado resolverlo Martha Nussbaum en su artículo "Virtudes no relativas: un enfoque aristotélico".
____________________________________________________________________
NOTAS Y REFERENCIAS
(1) Cuando Mills se refiere a la felicidad como aumento del placer y la ausencia de dolor, no se refiere a cualquier tipo de placer, pues Mills defiende una jerarquía de placeres, dando primacía al intelectual sobre los placeres sensibles.
(2) Se consideran los más importantes al respecto: Fundamentación Metafísica de las Costumbres (1785), Crítica de la Razón Práctica (1788) y Metafísica de las Costumbres (1797).
BIBLIOGRAFÍA
- Hoyos Valdes, Diana. "Ética de la virtud. Alcances y límites", Universidad de Caldas. Discusiones Filosóficas. Año 8 Nº11, Enero-Diciembre, 2007, pp. 109-127.
- Nussbaum, Martha y Sen, Amartya. The Quality of Life (La Calidad de Vida). Oxford: Clarendon Press, 1993.
- MacIntyre, Alasdair. After Virtue (Tras la Virtud). Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1981, 2nd edn. 1984, 3rd edn. 2007.
- Mills, John Stuart. Utilitarism (El Utilitarismo), 1863.
- Kant, Immanuel. Groundwork of the Metaphysics of Morals (Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres), 1785.
____________________________________________________________________
