RESUMEN: ¿Qué es la defensa propia? ¿se debe castigar a quien viola una norma? ¿qué es la Justicia? Éstas son las principales preguntas a las que aquí voy a responder.
Es importante no confundir prohibición con castigo. Mientras que la prohibición quiere decir que «algo no se debe hacer», el castigo tiene que ver con la violación de las normas. La defensa y el castigo son acciones éticamente incorrectas, pero sólo podemos llegar a la conclusión de que no debemos defendernos ni castigar si no somos consecuencialistas. Quienes somos consecuencialistas, podemos justificar éticamente la defensa y el castigo en base a que estimamos que si «no hacemos nada» (no defendiéndonos y no castigando) eso tendrá unas peores consecuencias éticas que si nos defendemos y/o castigamos. La cuestión entonces es saber si defendernos y castigar tiene mejores consecuencias que no hacerlo. Si hoy no castigamos a nadie sabemos que seguirán existiendo agresiones y asesinatos: eliminar el castigo no reduce la criminalidad. Por contra, las personas que agreden y asesinan a otros se sentirían más seguras si saben que nadie les rendirá cuentas por sus malas acciones.
Palabras clave: autoridad, castigo, coacción, defensa propia, justicia, no violencia, violencia
Es importante no confundir prohibición con castigo. Mientras que la prohibición quiere decir que «algo no se debe hacer», el castigo tiene que ver con la violación de las normas. La defensa y el castigo son acciones éticamente incorrectas, pero sólo podemos llegar a la conclusión de que no debemos defendernos ni castigar si no somos consecuencialistas. Quienes somos consecuencialistas, podemos justificar éticamente la defensa y el castigo en base a que estimamos que si «no hacemos nada» (no defendiéndonos y no castigando) eso tendrá unas peores consecuencias éticas que si nos defendemos y/o castigamos. La cuestión entonces es saber si defendernos y castigar tiene mejores consecuencias que no hacerlo. Si hoy no castigamos a nadie sabemos que seguirán existiendo agresiones y asesinatos: eliminar el castigo no reduce la criminalidad. Por contra, las personas que agreden y asesinan a otros se sentirían más seguras si saben que nadie les rendirá cuentas por sus malas acciones.
Palabras clave: autoridad, castigo, coacción, defensa propia, justicia, no violencia, violencia
Es importante no confundir una prohibición con un castigo. Una prohibición es una norma que quiere decir que «algo no se debe hacer» y el castigo tiene que ver con lo que debe ocurrir si una persona quiere violar o viola una norma. Por ejemplo, la norma «no se debe matar a los demás» es una prohibición, y el castigo se refiere a que debe ocurrir si una persona quiere matar o mata a otra. En un artículo anterior denunciamos la falacia de la libertad y vimos que debe haber prohibiciones[1], y en este artículo vamos a a tratar el tema de si debe haber castigo para quien viola una norma.
Abuso ritual infantil en Francia (subtitulos en español) (Link)


Alguien ha matado a alguien (Link)
Algunas personas dicen que «la Ética es consecuencialista, pero la defensa no debe hacerla una organización como es el Estado». A veces no nos queda otra que usar nuestra propia autoridad para defendernos solos, pero eso puede ser insuficiente. Por lo tanto es lógico que sea necesaria una fuerza social que defienda a quienes son víctimas de una agresión; a esta fuerza social la voy a llamar «fuerzas de seguridad». Algunas personas reconocen que lo ideal es que existan «fuerzas de seguridad», pero dicen que éstas deben ser asamblearias, es decir, 100% democráticas, lo que implica no delegar decisiones a un representante de dichas «fuerzas de seguridad» (lo cual puede llegar a ser ineficiente). Para que haya más democracia es necesario contar con los medios materiales y técnicos que lo hagan posible. Mientras tanto se hace inevitable delegar cierto poder a representantes de las «fuerzas de seguridad», lo cual no impide que estos puedan ser elegidos y expulsados mediante una asamblea. El problema con las fuerzas de seguridad del Estado no es que sean las fuerzas de seguridad de sociedades de gran tamaño, sino que no son democráticas, pues sus representantes (coroneles, generales, etc.) son elegidos a dedo para asegurar el control ideológico dentro de la Policía y del Ejército. De todas maneras, dichas fuerzas de seguridad deben ser defensoras de la Ética Basada en la Realidad, y se debe poder echar a quienes no consiguen los objetivos que la sociedad les marcan.

- Sistema de castigo carcelario. El castigo más adecuado en algunos casos es retener al culpable en una prisión, reduciendo su libertad de movimiento y de relacionarse con otros, durante el tiempo necesario (sin limitaciones) para que otras personas sepan que agredir no sale gratis. Esto no excluye que los presos reciban un buen trato en prisión y a que se intente cambiar su actitud, dependiendo del caso. En prisión los presos deben trabajar para pagar sus gastos de mantenimiento y a sus víctimas.
- Sistema de castigo sin cárceles: sistema de castigo basado en puntos. Se comienza con 100 puntos y se informa a los ciudadanos de que si llegan a 0 puntos serán ejecutados con el menor sufrimiento posible. Los delitos más graves serían los que más puntos restarían o directamente restarían los 100 puntos. Los delitos menos graves restarían menos puntos o ninguno. Esto se complementaría con la sanción económica correspondiente, con la realización de cursos de rehabilitación y con trabajos para la comunidad, según el delito cometido. La reincidencia en un delito sería un agravante a la hora de perder puntos. De esta manera no serían necesarias las cárceles. Si la pena de muerte no disuade eso quiere decir que a dichas personas no las frena nada, por lo que si siguen existiendo seguirían cometiendo crímenes.
Algunas personas dicen que «necesitamos un "dios" castigador para que no se produzca un caos social». Por ejemplo, algunos creyentes dicen que «si yo fuera ateo estaria matando gente todo el dia». Por lo tanto estas personas subordinan hacer el bien a la creencia de que existe un dios que castiga con el infierno o con una mala reencarnación, etc. a quienes no le obedecen[4]. Por ejemplo, en San Juan 3:18 leemos lo siguiente: «El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios». Actuar por miedo al castigo o para recibir un premio (ir a un supuesto Paraíso, o tener una buena reencarnación), en lugar de actuar por el deber de hacer lo éticamente correcto, no es actuar por Ética, sino por interés, por egoísmo. Algunas personas dicen que para que no se produzca un caos social es necesario que exista el miedo a un dios, pero para evitar eso ya están las fuerzas de seguridad; como dijo H.L. Mencken: «La gente dice que necesitamos religión cuando lo que realmente quieren decir es que necesitamos policías».