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Juez Naturaleza (Sister Y, enero 2011)

El alcance del sufrimiento de los animales salvajes es literalmente inimaginable. A continuación se puede leer una traducción del artículo “Judge Nature”(1), publicado en el blog The View from Hell por una autora que usa el pseudónimo ‘Sister Y’. El artículo emplea en ocasiones, por desgracia, un tono y un lenguaje humorístico para abordar cuestiones que son completamente serias y dramáticas. Sin embargo, tiene varios elementos de interés, y puede ser útil como herramienta para el debate.


Tenemos una función en nuestra mente para imaginar el sufrimiento: recordar una mordedura de perro, quizá, u otro herida grave. Y tenemos asimismo una función multiplicativa abstracta en nuestra mente. Pero esto no consigue siquiera que estemos más cerca de comprender la cantidad de sufrimiento en ocurre en la naturaleza en un solo minuto.

¿Qué sería como sentir en la superficie del sol? Respuesta: como nada. No puedes ni siquiera aproximarte a la superficie del sol; incluso millones de kilómetros en el exterior, protegido por una nave espacial, un cuerpo humano se desintegraría. Somos físicamente incapaces de percibir lo mal que nos sentiríamos en la superficie sol.

Así sucede con la cantidad de sufrimiento en el mundo natural (y, a propósito, su subconjunto, el mundo humano).

1. Sobre las formas en que la naturaleza hace que Andreas Yates parezca June Cleaver (2)

Esta fotografía muestra a una focha común alimentando a su polluelo:




Estas fochas pueden incubar hasta nueve polluelos (como aprendemos de David Attenborough). Pero, bajo condiciones normales, la comida escasea. Los padres aves alimentan a los bebés aves con diminutas gambas durante los tres primeros días después de que rompan el huevo. Entonces, mamá focha se convierte en Queridísima mamá.(3) Un bebé ave suplica comida, como es habitual, pero, sin previo aviso, los padres lo “castigan”, mordiendo duramente al polluelo en su diminuta cabeza. Los padres hacen esto a cada uno de los polluelos. Finalmente, un polluelo es sellecionado para una tortura especial, y es maltratado hasta que deja de suplicar comida y muere de inanición.

Este proceso se repite hasta que solo dos o tres polluelos sobreviven.

Los pelícanos incuban tres polluelos, pero bajo circunstancias normales, solo uno sobrevive. No son los padres quienes provocan la muerte, sino los hermanos. Las dos aves más grandes despluman a la más pequeña con su afilado pico y lo eliminan del nido. Entonces, los conspiradores se atacan entre sí hasta que solo queda un polluelo.

¿Es eso horrible?

¿Es eso trágico?

¿Es eso… bueno?

El mismo Sir David reconoce que esto podría ser un poco cruel según los estándares humanos. Pero nos asegura que es para mejor (en los años especialmente buenos, un pelícano o focha puede criar uno o dos polluelos extra. Así que torturar a bebés aves hasta la muerte sirve al propósito de incrementar un poco la resistencia genética de los padres.

¿Pero eso hace que esté realmente bien?

2. La incoherencia de la moral relativa a las especies

Se nos enseñó de niños a no aplicar los estándares humanos de la moral al comportamiento animal. No esperamos que los macacos sean igualitaristas, ni que los leones machos se abstengan de matar a los cachorros engendrados por otros machos. Según esta teoría, no deberíamos esperar que los animales críen a los bebés que tienen hasta la edad adulta; no deberíamos estar afligidos si ellos, de hecho, torturan a sus crías hasta la muerte cuando es ventajoso para ellos actuar así.

La mayoría de la gente de nuestra era tiene una fuerte y visceral inclinación en contra de la crueldad hacia los animales, del mismo modo que la tenemos en contra de la crueldad hacia los niños humanos. Juzgamos que el sufrimiento animal como malo. Al ver el documental de la naturaleza, esperan que el impala pueda evadir al león, pero esperan que los cachorros de león consigan alimento de alguna manera. Pero mira lo que tu mente hace cuando está considerando estas dos esperanzas contradictorias. ¿Llega a una resolución coherente del problema? ¿O simplemente se encoge de hombros y echa tierra sobre el problema con alguna chorrada sobre el ciclo de la vida? La vida debe continuar… fin del problema.

¿Está bien que se coman al impala? ¿Qué muera el cachorro? ¿Qué hay de un viejo león yaciendo lentamente al ardiente sol? ¿Qué hay de esa imagen más arriba del polluelo, que es abusado y privado de alimento hasta la muerte por sus padres? El Génesis 1:21 dice: “And God created great whales, and every living creature that moveth, which the waters brought forth abundantly, after their kind, and every winged fowl after his kind: and God saw that it was good.” (El énfasis es mío.) Según el dios judeo-cristiano, torturar a los bebés polluelos hasta la muerte no solo está bien, sino que es bueno. “Dios” nos dio a tragar esa tremenda mentira; ¿puedes tragártela?

Algunos pueden afirmar que la moral humana se aplica solo a las acciones humanas, no a las acciones de los animales. Estoy de acuerdo con esto. En su mayoría, los animales no son agentes, sino meramente robots (máquinas ejecutando programas creados por la selección natural). Sin embargo, la moral debe ciertamente aplicarse también a la inacción humana, y especialmente a nuestra acción en prevenir el daño, sufrimiento y lo horrible. ¿Cuál es la justificación para el dogma “manos fuera” en lo que respecta a la naturaleza? ¿A menudo interferimos en la naturaleza para el bien de los humanos y de la industria humana? ¿Por qué no para el bien de los individuos animales? La sangrienta naturaleza es una máquina de empujar genes hacia al futuro. ¿Realmente “sabe lo mejor”?

3. ¿Respeto a las especies?

La naturaleza existe. Intentamos “conservar” los ecosistemas en su estado “natural” (con comillas porque los ecosistemas evolucionan y cambian a lo largo del tiempo, en respuesta a la presión medioambiental, incluso aquellos de otras especies. ¿Pero para quién es bueno?

¿Es bueno para los animales en sí mismos? Thomas Nagel considera la dificultad de esta cuestión en su ensayo “Birth, Death, and the Meaning of Life” en su importante libro The View from Nowhere (de cual mi blog toma su título). Mientras enseñaba en Princeton en los años 70, el profesor Nagel se fijó en una triste arañita viviendo en un urinario del baño de hombres. La araña se le apareció al profesor Nabel como teniendo una vida de mierda, siendo orinada encima constantemente. “No parecía que le gustase”, señala Nagel. Él continúa:

De manera gradual, nuestros encuentros empezaron a oprimirme. Por supuesto podía estar en su hábitat natural, pero a causa de que estaba atrapada por los salientes de porcelana lisa, no había forma para ella de salir si quería, y no había forma de decir si ella quería hacerlo… Así que un día al final del período escolar, cogí una toalla de papel del dispensador de la pared y la extendía hacia ella. Sus patas se agarraron al final de la toalla, y yo la levanté fuera y la deposité en el suelo.

Ella se sentó allí, sin mover un músculo. La golpeé ligeramente con la toalla, pero nada ocurrió… La dejé, pero cuando volví dos horas más tarde, no se había movido.

El siguiente día la encontré en el mismo lugar, con sus patas secas de esa manera característica de las arañas muertas. Su cadáver permaneció allí durante una semana, hasta que finalmente barrieron el suelo.

El profesor Nagel actuó con empatía hacia la araña, tratándola como él imaginaba que la araña querría ser tratada. ¿Pero hizo algún bien a la araña? ¿Habría hecho la no interferencia del Profesor Ángel algún bien a la araña? La araña podría haber vivido más tiempo, subiendo los chorros de orina cien veces al día, y con el tiempo podría haber producido más arañas. ¿Sería eso algo bueno?

¿Qué quieren las arañas? ¿Hay algo como una vida valiosa para una araña? ¿Hace una vida de araña algún bien a la araña?

Existe una idea popular, pienso que nacida de aplicar los principio del liberalismo a donde no pertenecen: la idea de que la no interferencia indica respeto para una especie de animal, como si fuera una persona. (Donde la interferencia está permitido, es para remediar alguna interferencia humana previa.) Esto es también (estúpidamente) aplicado a los sistemas culturales humanos, no solo a los sistemas biológicos; en este contexto, se le conoce como relativismo cultural(4). Y es exactamente tan incoherente aplicado a los animales como aplicado a los pueblos que practican la ablación del clítoris de los bebés.

Supongamos por un momento que tratáramos a los animales con personas cuyos placeres, dolores y deseos podemos identificar y respetar. En ese caso, hablando de manera empírica, la no interferencia es una política de mierda. Podríamos hacer más para que los animales sufran menos con la intervención que con la completa ausencia de intervención.

Por otra parte, quizá es la especie la que es nuestra “persona”, y deberíamos intentar respetar a una especie, o quizá, a un complejo ecosistema por completo. Pero dado que las especies y los ecosistemas no son seres capaces de percibir el placer y el sufrimiento, al asignarles respeto estamos partiendo del principio de que el propósito es actuar así. ¿Para quiénes son buenos los ecosistemas? ¿O son quizá buenos de manera intrínsecamente mística, como Jehová nos haría creer?

4. ¿Es la naturaleza nuestra puta?

En cierto grado, la naturaleza al natural es buena para los humanos. Necesitamos árboles, algas y peces para vivir. La diversidad genética, desarrollada a lo largo de millones de años, asegura la longevidad de nuestra biosfera.

Violamos frecuentemente nuestra supuesta política de no intervención en el mundo natural cuando lo hacemos para beneficiar a los humanos, buscando en algunos casos de manera activa la extinción de ciertos organismos (como el virus de la viruela). No pienso que esto esté mal en absoluto, porque (a) los virus de la viruela no hacen ningún bien al existir, incluyendo a sí mismos; y (b) los virus de la viruela producen un sufrimiento incalculable. ¿Pero por qué trazar la línea en los virus de la viruela? Sostengo que no solo los virus de la viruela, sino todos los organismos, no se hacen a sí mismas ningún bien al existir, desde la araña hasta el humano, pasando por el coyote.

No solo respiramos oxígenos y comemos alimento producido por sistemas biológicos; también apreciamos la belleza los sistemas complejos. ¿Podemos justificar el sufrimiento de los bebés polluelos porque pensamos que su ecosistema es interesante? A las primeras generaciones de humanos les gustaba torturar animales por su propio placer (y algunos todavía lo hacen). Juzgamos ahora esto como nefasto. ¿Pero mantenerse al margen mientras los animales torturan a otros de maneras “naturales”, cuando tenemos el poder de pararlo, es algo mejor que torturar activamente animales? La gente responsable esteriliza o castra a sus mascotas. ¿Por qué no esterilizar a la misma Naturaleza?

Ni siquiera tenemos que dañar o matar animales para que la Naturaleza deje de hacer sus malvados actos. Podríamos simplemente prevenir su reproducción, o incluso meramente cesar nuestros actuales “esfuerzos de conservación” que incluyen la reproducción de animales. Reproducir animales salvajes y liberarlos en la naturaleza es empezar e nuevo a hacer el trabajo sucio del Génesis, y sostener cruelmente que es “bueno”.

5. ¿Es mejor ser como un humano?

Estamos tocados por las características de humanos (o como de humanos ideales) en los animales: cuidar a las crías, monogamia, vecindad, cooperación. Los humanos, aunque cometen infanticidio paternal con una tasa más alta que cualquier otro gran simio (como sería de esperar desde nuestra relativa inmadurez al nacer), al menos intentan cuidar a la mayoría de sus crías hasta la edad adulta. ¿Pero es el “humano” realmente más “humanitario”?

Compara a los pelícanos y fochas con los periquitos. Estos padres alimentan de manera “justa”: todos los polluelos son alimentos de manera igual, aunque rompan el huevo en diferentes momentos, así que algunos polluelos son más grandes que otros. ¡Los polluelos bebés grandes y mayores incluso comparten su comida con los hermanos más pequeños! ¡Ah!

¿Suena bien? Periquitos bonitos. Sin embargo, están meramente posponiendo el punto en el cual los dientes y garras enrojecidos aparezcan en escena. Estos padres periquitos engendran a más de dos crías. ¿Qué piensas que sucede a la mayoría de ellas? ¿Se marchan y consiguieron familias de periquitos igualitaristas de su clase? Quizá durante un rato. Pero una especie no puede expandirse de manera indefinida. La mayoría de estos nuevos periquitos serán comidos o morirán de inanición. Los pocos afortunados continuarán poniendo docenas de nuevos periquitos en el mundo, para que la selección natural desgarre y devore. r es nefasta, pero K no es fenomenal tampoco.

Los antibióticos no fueron inventados hasta la II Guerra Mundial. Antes de eso, cualquier padre humano se enfrentaba a la posibilidad muy real de perder a alguno de sus niños antes de que alcanzaran la edad adulta. Los humanos están de manera visible bajo la misma presión selectiva del resto de animales. Sin embargo, en un par de generaciones hemos logrado fingir que casi toda nuestra prole puede sobrevivir hasta la edad adulta y dar a luz niños de su especie. Debemos mirar a la naturaleza para recordarnos a nosotros mismos que esta es una fantasía temporal.


Fuente: pensamientovegano.wordpress.com - Juez Naturaleza
Fuente original: theviewfromhell.blogspot.com - Judge Nature

Traducido por Daniel Dorado.

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NOTAS

RespuestasVeganas.Org: La publicación de este artículo en RespuestasVeganas.Org no implica necesariamente que compartamos todas y cada una de las cuestiones expresadas por el mismo; sin embargo, consideramos interesante su publicación por la aportación que puede hacer a la causa del movimiento abolicionista.

(1) La autora realiza un juego de palabras. El título puede significar tanto “Juez Naturaleza” como “Juzgar a la Naturaleza”. [Nota del traductor]
(2) Andrea Yates es una mujer que mató a cinco de sus hijos en 2001. June Cleaver es uno de los personajes de la teleserie Déjaselo a Beaver, muy popular en EEUU en los años 50, que se preocupa considerablemente por sus hijos. [Nota del traductor]
(3) Queridísima mamá es una película basada en el libro de Christine Crawford, la hija adoptiva de la actriz Joan Crawford, donde aquella relata el mal comportamiento que su madre tenía hacia ella. [Nota del traductor]
(4) RespuestasVeganas.Org: En lugar de "relativismo cultural" debería poner "relativismo moral". El relativismo cultural es un hecho descriptivo: existen culturas con diferentes códigos morales. En cambio, el relativismo ético o relativismo moral lo que defiende es que todos los códigos morales son respetables en su contexto cultural.

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