RESUMEN: ¿Es racional que lo que haríamos si nos enfrentáramos a un dilema lo hagamos cuando realmente no existe tal dilema? ¿valorar menos la vida de un ser sintiente que la vida de otro es una razón que justifique no respetarlo? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí voy a responder.
La vida de los seres sintientes tiene diferente valor, tanto subjetiva como objetivamente. Es muy raro que en la realidad nos enfrentemos a un dilema en el que sólo tengamos la opción de salvar la vida a un ser sintiente o salvársela a otro; lo habitual es que existan alternativas que permitan salvar la vida a ambos. Sin embargo, si dicho dilema existiera se deberá salvar la vida que se considera más valiosa, excepto si se estiman peores consecuencias. Lo habitual es que no exista dicho dilema, por lo tanto al valorar menos la vida de alguien no se infiere lógicamente que no se le deba respetar. Aunque valoremos más la vida de un ser sintiente que la vida de otro, a priori, debemos respetarlos a todos, según establece la Regla de Oro de la Ética: a priori, los intereses no deben ser frustrados.
Palabras clave: confusión respeto-valor
Artículo en: inglés
La vida de los seres sintientes tiene diferente valor, tanto subjetiva como objetivamente. Es muy raro que en la realidad nos enfrentemos a un dilema en el que sólo tengamos la opción de salvar la vida a un ser sintiente o salvársela a otro; lo habitual es que existan alternativas que permitan salvar la vida a ambos. Sin embargo, si dicho dilema existiera se deberá salvar la vida que se considera más valiosa, excepto si se estiman peores consecuencias. Lo habitual es que no exista dicho dilema, por lo tanto al valorar menos la vida de alguien no se infiere lógicamente que no se le deba respetar. Aunque valoremos más la vida de un ser sintiente que la vida de otro, a priori, debemos respetarlos a todos, según establece la Regla de Oro de la Ética: a priori, los intereses no deben ser frustrados.
Palabras clave: confusión respeto-valor
Artículo en: inglés
Algunas personas nos ponen ante dilemas del siguiente tipo: «si estuvieras en una situación extrema en la que tuvieras que elegir entre salvar la vida a un humano o a un perro, ¿a quién salvarías?». Es muy raro que en la Realidad nos enfrentemos a un dilema en el que sólo exista la opción de salvar la vida a un ser sintiente o salvársela a otro; lo habitual es que existan alternativas que permitan salvar la vida a ambos. En otro artículo demostré que la vida de los seres sintientes no tiene el mismo valor, ni subjetiva ni objetivamente[1]. Alguien puede considerar que, subjetiva u objetivamente, la vida de un determinado humano es más valiosa que la vida de un perro, y por lo tanto si sólo puede salvar la vida a uno de los dos entonces salvará al humano. Asimismo, en otra situación extrema, alguien puede considerar que la vida de un determinado humano es más valiosa que la vida de otro humano y por lo tanto elegirá salvar al humano cuya vida considera que es más valiosa. Hasta aquí todo es lógico: a priori, se debe elegir salvar la vida que se considera más valiosa, excepto si se estiman consecuencias menos malas salvando la vida que se considera que tiene menos valor. El error de razonamiento aparece cuando se confunde el valor con el respeto. Por ejemplo, se confunde el valor con el respeto al decir que «es éticamente correcto matar a los perros porque la vida de un perro es menos valiosa que la vida de cualquier humano». Algunos veganos también son víctimas de la confusión respeto-valor, por eso dicen que «la vida de todos los seres sintientes es igual de valiosa»: creen que si dos vidas tienen un valor diferente entonces eso implica que sea éticamente correcto matar a quien es considerado menos valioso. La confusión respeto-valor está muy extendida. Debemos darnos cuenta de que al valorar menos la vida de alguien no se infiere lógicamente que no se le deba respetar. Si no nos enfrentamos a un dilema de salvar vidas entonces el valor de la vida de los seres sintientes no tiene relación con el respeto que les debemos. Aunque valoremos más la vida de un ser sintiente que la vida de otro, a priori, debemos respetarlos a todos, según establece la Regla de Oro de la Ética: a priori, los intereses no deben ser frustrados[2].